Viaje al centro de Portugal en otoño de 2016
Hasta hace relativamente poco tiempo si alguien me hubiese preguntado cuales son mis países favoritos para viajar, hubiera dado una pequeña lista con cinco países como mucho. Me sonrojo solo de pensar que esa era mi exigua forma de contemplar el mundo. Hoy mi respuesta sería bien distinta, mi país favorito será alguno que se encuentre dentro del planeta tierra, si se puede ir sin poner en peligro mi vida ese pasa a la lista de favoritos de pleno derecho
Pero la tradición hay que respetarla y Portugal siempre ha sido uno de mis países favoritos, es decir forma parte de mi tradición personal cuando hablamos de visitar otros países. Llevo viajando al país vecino muchos años, hoy todo el mundo conoce y aprecia Portugal, hasta el punto de que podríamos decir que está de moda, pero hace años éramos muy pocos los que viajábamos a Portugal y menos aún los que presumíamos de habernos enamorado de él.
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Así que ahora que somos autocaravanistas Portugal debe de ser uno de nuestros destinos mas importantes, pero hemos tardado en ir, sin duda eso se debe a que tenemos una pequeña y humilde casa en Portugal, pero había que ponerle remedio y este ha sido el primer viaje que hacemos con la Gaviota a Portugal.
Portugal cuenta con cinco zonas claramente diferenciadas, a saber: Oporto con toda la zona norte, La zona del centro, La región de Lisboa, el Alentejo y por último el sur, es decir la zona del Algarbe. Esta es la división mas común y siguiéndola más o menos queremos ir recorriendo Portugal en sucesivos viajes.
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En este caso elegimos para estos cuatro días la zona Centro (las Beiras) en la que hemos visto las siguientes nueve localizaciones:
Belmonte
Guarda Viseu Aveiro Costa Nova Playa da Mira Figueira da Foz Castelo Branco Monsanto. |
Sábado día 29 : Belmonte, Guarda, Viseu.
Salimos el sábado 29 de octubre a las 10 de la mañana desde San Roman de los Montes en dirección a Belmonte.
Dos horas después estábamos atravesando la Sierra de Gata, fue un aperitivo estupendo de nuestro viaje, porque disfrutamos de un paisaje precioso, es la primera vez que vemos esta Sierra y está claro que es un lugar que tenemos que venir a ver con tiempo.
Dos horas después estábamos atravesando la Sierra de Gata, fue un aperitivo estupendo de nuestro viaje, porque disfrutamos de un paisaje precioso, es la primera vez que vemos esta Sierra y está claro que es un lugar que tenemos que venir a ver con tiempo.
Belmonte
Tres horas y media después de salir de casa llegamos a Belmonte en Portugal. Aclaremos esta cuestión, es fácil confundirse de lugar, de hecho en el cuaderno que siempre confecciono como documentación del viaje, había incorporado varias hojas con cosas para ver en Belmonte, pero se trataba del Belmonte español situado en Cuenca, ambos tienen un castillo lo que equivocó todavía más.
Belmonte era nuestra primera parada y en un viaje el primer lugar programado para visitar siempre tiene algo de especial, era la hora de comer y estábamos en Portugal, así que la decisión estaba cantada, comeríamos en algún sitio allí.
Debieron sufrir enormemente la época de la inquisición y fueron expulsados en la edad media por los Reyes Católicos, pero se las arreglaron para conservar muchos de los ritos, oraciones y relaciones sociales, tanto es así que a pesar de la presión a la que estaban sometidos por la sociedad católica portuguesa, muchos de los nuevos cristianos belmontenses continuaron celebrando matrimonios únicamente entre sí durante siglos. Además también se conoce a este pueblo por ser la cuna de Pedro Alvares Cabral el descubridor de Brasil.
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El Castillo de Belmonte
Bajamos por la calzada hasta llegar al mirador desde el que vimos unas magnificas vistas de toda la comarca, hasta las vecinas cumbres de la Sierra de la Estrella.
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Recorrimos las calles del centro de la población con su arquitectura típica portuguesa, mientras el sol lo iluminaba todo en lo que podíamos llamar una tarde de otoño perfecta. Al final del paseo llegamos a la capilla románica de San Tiago, situada mas o menos enfrente del castillo, tuvimos suerte porque estaba abierta.
Bajamos a buscar a la Gaviota y dimos un último paseo por la parte mas moderna de Belmonte, donde se veía algo mas de gente que en el casco antiguo.
Pusimos rumbo al pueblo de Guarda.
Pusimos rumbo al pueblo de Guarda.
Guarda
Fuimos a Guarda sin ninguna expectativa, o mas bien con muy malos augurios, incluso Charo me dijo que quizás no deberíamos incluirla en el recorrido porque había leído que a Guarda la definen como una localidad fea, fría y fuerte. Con semejante descripción fuimos unos osados en querer conocerla a pesar de todo, pero la verdad es que es nuestra forma de entender los viajes, mas por sumergirnos en una zona o región que por ver los lugares típicamente turísticos que se incluyen en las guías de viajes. Así que si Guarda esta ahí, en una zona tan bonita de Portugal, había que visitarla sea fea o sea bonita.
Al llegar a la parte alta hay un pequeño parque y puede decirse que desde allí empieza el Casco antiguo.
Se trata de un municipio con una considerable cantidad de habitantes, 42.500. Se percibe rápidamente al pasear por sus calles en las que siempre te encuentras a alguien en cualquier sitio.
Con 1.000 metros de altitud Guarda presume de ser la ciudad más alta de Portugal y aunque nosotros ese día no notamos nada se dice que tiene un aire de montaña, ligero y saludable.
Es indudable que este discurre por sus calles medievales y debe de sentirse mucho frío, de ahí lo que se dice de que Guarda es una ciudad fría, pero ese día nosotros no percibimos nada de eso.
Seguimos paseando y las calles te llevan ineludiblemente a el centro neurálgico del casco histórico donde hay una amplísima plaza, se trata de la La Plaza Luís Camões o Praça Velha (vieja), es muy bonita y la verdad es que solo por verla merece la pena hacer una parada en Guarda, es muy grande, rodeada por viviendas de poca altura, muchas de ellas decoradas con bonitas cerámicas portuguesas, la mayoría con soportales.
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En la parte mas alta de la plaza está la imponente Catedral, al estar situada en una posición elevada dominando todo resulta espectacular, de estilos gótico y renacentista, en uno de los laterales está la oficina de turismo, aunque nosotros no la encontramos abierta. Tampoco estaba abierta la Catedral, así que no pudimos verla por dentro.
En definitiva, nos gustó bastante toda la zona antigua de Guarda, la plaza estaba muy animada y es una ciudad con mucha vida. Volvimos hasta la Gaviota cuando caía la tarde y empezaba a oscurecer muy deprisa, esta vez íbamos siempre cuesta abajo lo que hace la despedida un poco más llevadera.
En definitiva, nos gustó bastante toda la zona antigua de Guarda, la plaza estaba muy animada y es una ciudad con mucha vida. Volvimos hasta la Gaviota cuando caía la tarde y empezaba a oscurecer muy deprisa, esta vez íbamos siempre cuesta abajo lo que hace la despedida un poco más llevadera.
Viseu
Junto a nosotros había dos mesas con portugueses y debido a la proximidad de pronto comenzamos a hablar entre nosotros, tuvimos una larga conversación con una pareja de Oporto que estaba allí también visitando la localidad. Ella recuerdo que era profesora y hablamos un poco de todo y fue un rato difícil de olvidar, ojalá algún día volvamos a verles, de momento tenemos la foto que nos hicimos para recordarles.
Bajamos al área y nos fuimos a dormir.
Bajamos al área y nos fuimos a dormir.
Para conocer bien Viseu lo suyo es subir a conocer su cuidado centro histórico. Ya habíamos paseado por su calles la noche anterior pero no pudimos verlo bien, teníamos suerte porque hacía una mañana soleada y agradable, perfecta para visitar la ciudad.
Llegamos a una bonita plaza desde donde se puede decir que nace el casco histórico, se trata de la Praça da República (conocida como Rossio) y en ella hay un mosaico de cerámica impresionante de estilo portugués. |
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La plaza es muy agradable y tiene una bonita terraza, según la miraba me decía que no es extraño que se considere una cuidad con alta calidad de vida.
Un poco mas adelante parten de allí diversas calles estrechas de trazado medieval, en las que se encuentran muchas tiendas. Vale la pena recorrerlas y descubrir la Rua Direita o la Rua Escura, con casas del siglo XVI en las que todavía podemos ver alguna ventana gótica. Las calle tienen un típico trazado medieval, es decir alguna suben y otras bajan y se ha respetado el pavimento de adoquines, aunque eso no es algo que deba extrañar porque los portugueses son muy respetuosos con sus tradiciones. |
Tiendas del siglo pasado y centros comerciales de última generación en Viseu
Portugal está cambiando en los últimos años a toda velocidad y se dan paradojas como las se pueden ver en Aveiro, donde por un lado tienes unas tiendas en la Rua Directa fuera de toda tendencia y un centro comercial de última generación. Nosotros no lo vimos pero en Aveiro hay uno digno de ser visto, se trata del Palácio do Gelo, que dispone de al menos cinco plantas, en el centro un hall que tiene un chorro de agua que llega hasta la última planta, es decir se trata de un centro comercial de estilo neoyorquino, con muchas tiendas, bolera, parque para niños y como su propio nombre indica una pista de hielo.
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La Catedral de Viseu es de estilo gótico, de los siglos XIII al XIV, al menos es eso lo que se dice, personalmente me gusta fijarme en el estilo arquitectónico de los edificios, religiosos o no, que veo en los viajes, pero hay veces que resulta realmente difícil, en este caso se dice que la catedral es gótica y efectivamente el interior lo es, pero la fachada principal fue reconstruida en el siglo XVII, porque se había desmoronado parcialmente, con lo cual no tiene nada de gótico sino de renacimiento y barroco.
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Quizás por eso su fachada es esquiva, al menos por la mañana, siempre tiene el sol a su espalda y no se deja fotografiar. A pesar de eso recomiendo ir por la mañana cuando se tiene seguridad de que podemos ver su interior, porque lo más interesante está en su interior. Nosotros entramos sin demasiadas expectativas y nos dejó con la boca abierta, su estado de conservación es impresionante y el majestuoso estilo gótico de su estructura de tres naves separadas por robustos pilares te sorprenden, porque quizás la fachada no haga presumir tanta grandeza. Además el barroco retablo mayor y el órgano son excepcionales. Y no se acaba ahí porque hay una interesante Sacristía, con paredes recubiertas de azulejos y por último el Claustro.
El Claustro de la Catedral
Tras la visita a la apasionante Catedral cruzamos la plaza para ver la Iglesia de la Misericordia. Al contrario de lo que le pasaba a la Catedral su fisonomía exterior en ese momento era majestuosa, ayudada porque la iluminaba el sol de frente, su fachada es rococó. A diferencia de las enormes dimensiones que tiene la catedral, la Iglesia tiene una sola nave. A nosotros nos impresionó el órgano de madera dorada y policromada, es del siglo XVIII. La bonita Iglesia de la Misericordia >
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Después nos dedicamos a pasear por la parte alta de la ciudad, hacía una mañana preciosa y todo lucía especialmente bonito, en casos como estos es difícil dejar de disparar la cámara porque quieres atrapar todas las imágenes que ves y llevártelas a casa, en nuestro caso para adjuntarlas a nuestra Gaviota Viajera.
Y nos fuimos otra vez cuesta abajo porque la Gaviota nos esperaba en la zona más baja de esta ciudad, una ciudad muy agradable y llena de cerámica. En cualquier ciudad o pueblo Portugués siempre hay cerámica, aquí en Viseu de forma muy especial. |
Aveiro
El área, que carece de servicios, es simplemente un gran aparcamiento de vehículos que se encuentra debajo de la autopista A25, también está pegado a uno de los canales, concretamente al principal, así que siguiendo su recorrido éste te lleva a la plaza mas importante de Aveiro, allí podemos decir que se divide la localidad en dos, la parte norte un poco mas baja, te lleva a las viejas casas de los pescadores de antaño y a la zona mas bulliciosa donde están las tiendas y los restaurantes, al otro lado del canal en la zona sur y un poco mas elevada que la otra, se pueden encontrar los edificios históricos de la ciudad.
Plaza Ría de Aveiro >
Plaza Ría de Aveiro >
De camino hacia la plaza Ría de Aveiro no se dejan de ver barcos típicos llenos de turistas recorriendo el canal. Después al llegar te impacta el colorido de las barcazas esperando el momento de salir.
Los canales fueron usados hasta hace poco para transportar sal y algas comestibles, las barcas parecen góndolas, las llaman “Moliceiros” y no se trata de una copia veneciana sino de una autentica góndola local que ahora, desaparecida la función para la que fueron diseñadas, es usada para paseos turísticos. Es algo que no conocíamos y que extrañamente no son patrimonio de la humanidad, pero son muy bonitas y no hay cámara de fotos que se las resista.
Los canales fueron usados hasta hace poco para transportar sal y algas comestibles, las barcas parecen góndolas, las llaman “Moliceiros” y no se trata de una copia veneciana sino de una autentica góndola local que ahora, desaparecida la función para la que fueron diseñadas, es usada para paseos turísticos. Es algo que no conocíamos y que extrañamente no son patrimonio de la humanidad, pero son muy bonitas y no hay cámara de fotos que se las resista.
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Nosotros no quisimos hacer un paseo en góndola porque preferimos disfrutar de la localidad en bicicleta y a pie. La ciudad es completamente plana lo que la hace ideal para hacerla caminando o para pasear con la bicicleta, aunque la zona de los restaurantes solo se puede hacer a pie porque no hay espacio y hay muchos turistas.
Dejamos la parte mas bulliciosa para después y de entrada fuimos a visitar la zona donde están los edificas históricos, enseguida vimos la Plaza de la República. Esta es una de las plazas principales de la ciudad y en ella podemos encontrar el Teatro Aveirense, el Ayuntamiento y la Iglesia de la Misericordia, construida hacia 1600, destacando en ella su portada de un flamante estilo portugués a modo de la escuela de Coimbra. Son muchas de ellas calles peatonales pavimentadas con lo típicos adoquines marmóreos de lo que se conoce como calzada portuguesa, es decir un calvario para las mujeres que quieren llevar tacones. |
Al final llegamos a una plaza enorme, la Praça do Marquês de Pombal, a el se le atribuye la reforma de Lisboa tras el terremoto, creando anchas avenidas y lujosas calles el pie del Tajo, no se si intervino también aquí pero desde luego la plaza que lleva su nombre sería muy de su gusto.
El turista cuenta con muchos servicios típicamente turísticos, porque aparte de las góndolas hay unas motocarros muy bonitas que te permiten dar un agradable paseo por la cuidad. Aquí se usan para paseos con los turistas pero la peculiar forma de ser de los portugueses, que no abandona las cosas por muy obsoletas que puedan parecer, ha supuesto que aún sea fácil ver motocarros por todo Portugal, mientras que en España se consideró algo anticuado y desaparecieron de nuestras vidas de repente. Eso me admira de los portugueses, que si a ellos les funcionan bien no dan por terminada la vida de algo por mucho que la tendencia, o la moda, diga otra cosa.
El turista cuenta con muchos servicios típicamente turísticos, porque aparte de las góndolas hay unas motocarros muy bonitas que te permiten dar un agradable paseo por la cuidad. Aquí se usan para paseos con los turistas pero la peculiar forma de ser de los portugueses, que no abandona las cosas por muy obsoletas que puedan parecer, ha supuesto que aún sea fácil ver motocarros por todo Portugal, mientras que en España se consideró algo anticuado y desaparecieron de nuestras vidas de repente. Eso me admira de los portugueses, que si a ellos les funcionan bien no dan por terminada la vida de algo por mucho que la tendencia, o la moda, diga otra cosa.
Volvimos al canal y nos adentramos en la otra zona, la bulliciosa llena de tiendas y restaurantes. Es cierto que todos son turistas pero no resultaba agobiante, al menos no en la época que estuvimos nosotros, porque estábamos en otoño, aunque ese día era domingo.
Buscamos un sitio para comer porque a través del Facebook, Victor (el hijo de una amiga) nos había dicho que el había comido en Aveiro un pato con higos que jamás olvidaría en un restaurante que se llamaba “O Bairro”. Lo encontramos justo al lado del Mercado de Pescado, pero estaba cerrado. Este tipo de recomendaciones que nos hacen los amigos o los compañeros viajeros son lo mejor de cualquier viaje, así que resultó una contrariedad no poder comer el famoso pato con higos, así que habrá que volver ………. por supuesto.
Buscamos un sitio para comer porque a través del Facebook, Victor (el hijo de una amiga) nos había dicho que el había comido en Aveiro un pato con higos que jamás olvidaría en un restaurante que se llamaba “O Bairro”. Lo encontramos justo al lado del Mercado de Pescado, pero estaba cerrado. Este tipo de recomendaciones que nos hacen los amigos o los compañeros viajeros son lo mejor de cualquier viaje, así que resultó una contrariedad no poder comer el famoso pato con higos, así que habrá que volver ………. por supuesto.
La zona del Mercado de Pescado es preciosa, allí se encuentra el Largo da Praça do Peixe rodeada de edificios de colores a cual mas bonito, es un lugar especial entre otras cosas porque en ese lugar muere uno de los canales (el más pequeño) y hay amarradas varias góndolas con lo cual la estampa marinera es insuperable. Nos intentábamos hacer una foto juntos con la cámara sujeta por mi a modo de selfie y me la quitó de las manos un francés muy simpático, no es que quisiese cogerla y salir corriendo, simplemente nos quería ayudar a hacernos la foto. Estuvimos charlando un rato con él y nos dijo que hacia tiempo que vivía en Aveiro y según nos dijo era muy feliz allí, no nos extrañó en absoluto.
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Así que nos pusimos a buscar un restaurante y terminamos comiendo un arroz de marisco en “El Ferro”, el arroz estaba muy rico pero tardaron mucho en servirlo, aunque la verdad es que el restaurante estaba hasta arriba. Somos conocedores de la pachorra portuguesa que en el fondo nos gusta mas de lo que nos disgusta.
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Juan Luis Dueñas de ACemos Lo Que Nos Gusta nos había aconsejado que no dejáremos de ver Costa Nova, un pueblo típico por sus casas a rayas, seguramente todo el que viene por esta zona visita ese lugar porque es inolvidable, pero nosotros no lo habíamos incorporado en nuestro recorrido. Puede decirse que Costa Nova es la zona de playa de Aveiro y quizás por eso no lo habíamos incorporado.
El lugar es un poco destartalado quizás porque es un sitio al que se le nota que es reciente, que carece de ese poso en la taza del tiempo que siempre suelen tener las localidades portuguesas, pero es un sitio imprescindible que no se puede dejar de visitar porque resulta sorprendente.
La playa en Costa Nova es inmensa y se ha instalado en toda su longitud una plataforma de madera que hace las veces de paseo marítimo natural, estuvimos paseando un buen rato por el mismo y tuvimos que dar la vuelta sin llegar al final del mismo.
Playa da Mira
Playa de Mira está en la costa y 38 kilómetros mas abajo Figueira de Foz y decidimos que para tan poco distancia lo mejor era evitar la autopista para disfrutar el paisaje. Así que le dijimos al navegador que evitase las autopistas.
Llegamos a una rotonda y el navegador nos condujo por una carretera de interior. Cuando habíamos hecho unos 50 metros, delante nuestra estaba un cartel amenazador en el que se nos decía “firme en mal estado durante 5 kilómetros", allí mismo veíamos como cambiaba el aspecto del pavimento, pero no le dimos importancia, a fin de cuentas el navegador ni siquiera nos había advertido de nada y nos marcaba que fuéramos por esa carretera. A simple vista lo que veíamos no era tan grave, el pavimento estaba parcheado, pero no parecía que hubiese socavones. Sin mayores dudas continuamos hacia adelante.
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Cuando habíamos recorrido 200 metros era evidente que estábamos en medio de la carretera del infierno, estoy seguro que los mismísimos ACDC hubieran quedado estupefactos si hubieran pasado por allí porque su famosa “Autopista hacia el infierno” es un camino de rosas al lado de aquel camino forestal portugués que une Playa de Mira con Figueira de Foz, porque ese camino forestal que nuestro Tom Tom confundió con una carretera era un auténtico calvario.
Desde luego no fueron 5 kilómetros porque después de esos cinco vinieron otros cinco y después otros cinco mas y a medida que avanzábamos los agujeros eran mayores y mas pegados entre si. Para colmo el navegador no nos daba ninguna posibilidad para salir de allí, así que no nos quedó otra solución que la de seguir.
No tuvimos mas remedio que reducir la velocidad hasta límites que solo permitían ir en segunda y por si todo eso fuera poco estábamos atravesando un bosque de árboles donde no se veía ni un alma y cada vez la noche estaba mas presente, parecía una película de terror. Maldita Marta Tom Tom, cómo se nota que sólo ve las carreteras desde allí arriba, porque si hubiera venido por aquí la habría borrado de los mapas.
La carrtera practicamente minutos antes de hacerse totelmente de noche >
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Cuando por fin salimos de los botes y de la negrura de aquel camino, todavía quedaban algunos kilómetros para llegar a Figueira da Foz, era de noche y buscamos el área que habíamos localizado con antelación, cuando por fin llegamos comprobamos que no estaba en Figueira, sino a 10 kms. Decidimos acercarnos mas a la localidad a pesar de que aún estábamos de los nervios del dichoso recorrido por nuestra carretera inolvidable, cogimos los smartphones y buscamos alguna recomendación para pernoctar en Figueira. Encontramos un relato que recomendaba un parking, lugar fantástico prácticamente en el centro de la localidad donde había aparcadas varias autocaravanas.
Figueira da Foz
Por fin aparcamos la Gaviota en Figueira da Foz, estábamos sin energía y con los nervios de punta, decidimos salir a pasear para relajarnos y cenar en cualquier sitio menos en la Gaviota. Lo hicimos en lo que nosotros llamamos “un chino-japo”, es decir un restaurante chino de toda la vida que han reconvertido a restaurante japonés, no se trata de una cocina muy elaborada pero a veces es aceptable y desde luego mucho más barato que un japonés autentico. En este caso el restaurante en el que estuvimos no va a pasar a la historia de la cocina nipona, mas bien puede decirse que era terrible. Bueno, había que aceptar que estábamos en la noche de los horrores, no en vano se veían todos los escaparates vestidos de halloween en Aveiro ya que dentro de dos días iba a ser el día de todos los santos. Había que cortar por lo sano, así que nos tomamos una botella de vino y nos fuimos a dormir relajados y contentos, la tensión del viaje, a partir de ahora, se transformaría en el recuerdo de una bonita aventura.
Lunes día 31: Figueira da Foz- Coimbra.
Amaneció un día con mucho sol en Figueira y durante el desayuno estuvimos comentando la aventura del día anterior en la carretera del infierno. Ahora todo lo veíamos distinto y el sol que entraba por todos lados cambiaba nuestro enfoque de lo de la noche del terror.
El área (40.14727, -8.808634) donde nos encontrábamos estaba muy bien, en el centro de la localidad y pegada al mar, no se trata de un área en realidad, sino de un gran aparcamiento de pago pero aunque carece de los servicios propios de un área de autocaravanas está muy bien.
Cogimos las bicis para recorrer el paseo marítimo y llegamos hasta el otro lado donde está la playa de Buarcos, allí encontramos una oficina de turismo que nos facilitó un plano de la localidad.
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Los Portugueses adoran los Mercedes los hay por todas partes, En la foto Buarcos al fondo. >>>
El área (40.14727, -8.808634) donde nos encontrábamos estaba muy bien, en el centro de la localidad y pegada al mar, no se trata de un área en realidad, sino de un gran aparcamiento de pago pero aunque carece de los servicios propios de un área de autocaravanas está muy bien.
Cogimos las bicis para recorrer el paseo marítimo y llegamos hasta el otro lado donde está la playa de Buarcos, allí encontramos una oficina de turismo que nos facilitó un plano de la localidad.
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Los Portugueses adoran los Mercedes los hay por todas partes, En la foto Buarcos al fondo. >>>
Se trata de una localidad que derrocha sol y mar, pero especialmente playa, ésta es inmensa y es el centro de la vida y la razón de ser de Figueira. Además cuando estuvimos se veía que estaban terminando unas obras de acondicionamiento de la playa y está quedando preciosa, en ella hay muchas instalaciones deportivas, zonas de esparcimiento y paseos de madera.
Nosotros estuvimos buena parte de la mañana disfrutando de la playa y es un sitio realmente bonito que debe de elevar muchísimo la calidad de vida de los vecinos y de los veraneantes, muchos de ellos seguramente de Coimbra ya que está a tan solo 40 kilómetros.
La chica de la oficina de turismo nos aconsejó que viéramos la zona de Buarcos, insistió mucho en que es una localidad distinta anexionada a Figueira y seguramente es así, pero Portugal es muy complicado para pretender entender las divisiones de sus localidades, el caso es que insistió en que allí se encontraba la parte antigua. Lo hicimos y efectivamente es la zona mas antigua, no es gran cosa pero merece la pena dar un paseo y sentarse a tomar algo. Nosotros bajamos a la playa, allí muy cerca de Buarcos había un kiosco pintado con rayas azules tan típicamente playeras que nos recordaban a las casas de Costa Nova. Nos sentamos a tomar una “bifana”que es un bocadillo de carne -es decir lo que nosotros llamamos un “pepito”- muy popular en Portugal.
Después lo pasamos muy bien paseando con las bicicletas por toda la infraestructura de carriles bici que han construido en la playa y por las pasarelas de madera, disfrutamos muchísimo del paseo y de la inmensa playa de arena fina.
Volvimos en dirección al área (parking) en un pequeño cabo que se mete en el mar, justo donde esta la desembocadura del río Mondego y desde allí nos dispusimos a conocer el otro lado de Figueira, la zona nueva donde está la Avenida Foz. |
<< El recorrido que hicimos en Figueira da Foz
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Esta zona es la otra cara de la población donde están los puertos, en especial el puerto deportivo. En realidad están en el río, o mas bien en la ría que aquí tiene dos brazos. Figueira podríamos decir que es la playa de Coimbra ya que solo les separan 40 kilómetros y están unidas por el cauce del río Mondego que pasa por Coimbra y muere en Figueira da Foz. En esa parte de la ría, al abrigo de las tempestades se encuentran amarrados los barcos.
En Figueira se da una curiosa mezcla entre la autenticidad de un puerto de pescadores y el cosmopolitismo heredado de la Belle Epoque, cuando, al parecer según nos contó la chica de la oficina de turismo, la localidad era la más visitada de Portugal. Hoy luchan por ser una de las mejores localidades de turismo de verano y creo que lo van a conseguir.
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En la zona nueva estuvimos visitando el mercado, donde vimos como vendían castañas, lo que nos recordó el reciente viaje al Perigord francés, aquí tampoco le han dado la espalda a las castañas.
Figueira da Foz tiene mas cosas, alguna iglesia interesante y varios monumentos, pero nuestra visión del lugar estaba completamente absorbida, al menos ese día por la playa el sol y el mar. Cogimos la Gaviota para recorrer los escasos 40 kilómetros que nos separaban de Coimbra. |
Coimbra
En el viaje al centro de Portugal Coimbra sería el lugar cinco estrellas. Para un humilde bloguero como yo va a resultar muy difícil expresar lo mucho que nos gustó y sobre todo el cúmulo de buenas sensaciones que vivimos, de momento no sé narrar una explosión de fuegos artificiales en el centro de nuestra sensibilidad viajera.
Precisamente al río fuimos nada más llegar allí, porque el área (40.199384, -8.428779) está al borde del río y en la otra orilla la cuidad antigua de Coimbra donde encontraríamos la Universidad. El área esta muy bien y tiene todos los servicios aunque la gestión es un poco chapucera, a nosotros no los explicó un portugués, pero no todo el mundo tiene esa suerte.
Desde el río se tiene una vista fantástica de la ciudad, junto con el río y un puente peatonal que lo atraviesa para acercarse a Coimbra. Estuvimos un rato paseando por allí antes de emprender camino para ver la ciudad y pudimos comprobar que es una zona preciosa, hay zonas verdes para pasear, clubs de piragüismo y
Desde el río se tiene una vista fantástica de la ciudad, junto con el río y un puente peatonal que lo atraviesa para acercarse a Coimbra. Estuvimos un rato paseando por allí antes de emprender camino para ver la ciudad y pudimos comprobar que es una zona preciosa, hay zonas verdes para pasear, clubs de piragüismo y
Así que cogimos nuestras bicicletas y nos dirigimos a la conquista de la ciudad. Fuimos por el puente peatonal y después por la orilla del río hasta llegar a lo que nos parecía la entrada oficial a la ciudad, el puente de Santa Clara. Desde allí también se divisa una vista muy bonita del otro lado de la Coimbra y de forma muy especial del río que tiene uno de esos chorros que lanza el agua a muchos metros de altura, lo hay en algunos sitios mas pero a nosotros nos recuerda el “Jet d´Eau” de Ginebra en Suiza y con lo que llevábamos visto y el chorro este lugar ya nos había conquistado del todo.
Enfrente del puente se encuentra la plaza Largo da Portagem que tiene varias terrazas al aire libre. Imagino que la casi totalidad de la gente que llega a Coimbra lo hace a través de esta animada plaza y luego toma la calle que conduce directamente a la plaza 8 de Mayo, donde se ubica la bella Iglesia de Santa Cruz
Coimbra es una ciudad de 105.000 habitantes, pero además en cuando paseas unos minutos por sus calles percibes que posee una trascendencia histórica incalculable. Fue la capital de Portugal en el medievo, durante más de cien años y su Universidad fue fundada en 1290, siendo una de las más antiguas de Europa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por si todo eso fuera poco además es una ciudad muy hermosa.
Así que allí mismo atamos las bicis y atravesamos el Largo da Portagem. Una vez recorrida la calle, dejamos la visita de la Iglesia de Santa Cruz para hacerla con mas calma y volvimos hacia atrás, tomamos unas escaleras que bajan hacia la plaza Praça do Comércio, se trata de una plaza muy amplia donde hay multitud de restaurantes con terrazas en la calle. Se veía que estábamos ante un lugar muy de turistas pero teníamos ganas de comer algo antes de adentrarnos en las estrechas calles de la ciudad.
La Praça do Comércio es absolutamente encantadora llena de edificios típicamente portugueses que conservan ese aspecto tan pintoresco que tienen en el país luso las grandes casas de vecinos que vemos en las ciudades, se trata de una plaza alargada y enorme, en una de las zonas mas bajas de la cuidad. La uniformidad de los edificios choca con que en un rinconcito, aparecida como por arte de magia, estaba la Iglesia románica de São Tiago.
La Praça do Comércio
El día era caluroso, estábamos en otoño pero la temperatura parecía de un día de verano. Decidimos sentarnos en uno de los restaurantes de la plaza, todos ellos con toldos para evitar el sol. Se trata de restaurantes bastante turísticos, poco después vimos pequeñas cantinas en las estrechas calles que te conducen a la parte alta, estas eran mucho mas acogedoras, también con mesas y sillas en las calles, pero en ese momento aún no sabíamos que podíamos encontrar en otros sitios y decidimos sentarnos. En los restaurantes de Portugal hay que armarse de paciencia porque son muy tranquilos, allí nadie muere de un infarto desde el tiempo del tratado de Tordesillas, pero la terraza donde nos sentamos batía todos los récords, la señora que regentaba el lugar tomaba las comandas en una libreta muy pequeña que guardaba con mucho celo, no la compartía con nadie y no dejaba ni un segundo de repasar una y otra vez lo que tenía escrito, hoja va hoja viene, cada vez tenía mas lío en la cabeza, el resultado era que los platos salían a destiempo e iban siempre a una mesa equivocada. Durante un buen rato nos divertimos mucho de aquel caos, pero terminamos sintiéndonos mal, la pobre y sin duda encantadora mujer lo estaba pasando mal y nosotros nos lo tomábamos a chufla.
Iglesia de Santa Cruz
Leí de un bloguero que es un privilegio estar en la terraza de un bar de esa plaza tomando un vinito portugués mientras contemplas el Monasterio. Desde luego este Monasterio no pasa desapercibido y una vez que se visita por dentro es difícil de olvidar. Parte de su decoración es de estilo Manuelino (un gótico típicamente portugués fácil de ver en las columnas en forma de cordones cardenalicios), pero lo que impacta mas son las decoraciones de las paredes en cerámica portuguesa, qué maravilla.
Leí de un bloguero que es un privilegio estar en la terraza de un bar de esa plaza tomando un vinito portugués mientras contemplas el Monasterio. Desde luego este Monasterio no pasa desapercibido y una vez que se visita por dentro es difícil de olvidar. Parte de su decoración es de estilo Manuelino (un gótico típicamente portugués fácil de ver en las columnas en forma de cordones cardenalicios), pero lo que impacta mas son las decoraciones de las paredes en cerámica portuguesa, qué maravilla.
Entramos dentro y nos dejó con la boca abierta, en especial es de destacar el órgano. Parece ser que el Claustro es una maravilla, pero nosotros no lo vimos, supongo que estaría anunciado en algún sitio junto con la visita de la Sacristía y pensamos que la visita era solo de esta última (tenemos que convivir con los errores del viajero).
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Vivir en Coimbra debes ser muy sano porque es una de esas ciudades en que haces deporte tanto si quieres como si no quieres, las calles son estrechas, subiendo y bajando sin parar. Ahora nos tocaba subir hasta llegar a la universidad antigua. Lo hicimos pasando por el Arco de Almedina del siglo XII, un excelente punto de partida para acceder a la parte alta de la ciudad antigua.
<< Arco de Almedina
Camino de la Universidad encontramos un lugar excepcional, se trata de un antiguo edifico publico que en su día fue Gobierno Civil y hoy está destinado a un muy atractivo Lounge Bar cuya denominación es “Passaporte”. Me había fijado en el sitio cuando entrábamos a Coimbra donde atamos las bicicletas, le hice una foto y pensé que debía de ser un hotel con unas vistas excepcionales al río. No era un hotel pero las vistas si eran excepcionales y la terraza un lugar fantástico.
Pero la universidad nos llamaba y queríamos subir a verla lo primero, si todo iba bien bajaríamos después a “Passaporte”. |
La Universidad está en la parte más alta. Cuando llegas hay que comprar la entrada (10 euros) en un edificio fuera del Patio de Escuelas, en ese momento no sabíamos muy bien lo que nos esperaba, nosotros como todo el mundo conocíamos la Universidad de Bolonia como una de las universidades mas antiguas de Europa, pero no sabíamos mucho mas y mucho menos que podríamos visitar.
La Universidad de Coimbra
Entras a la universidad atravesando la que se llama Porta Férrea que da acceso a un gigantesco patio, donde destaca la Torre Cabra, el campanario de la capilla universitaria con una altura de 33 metros, justo en el lado opuesto, un mirador, desde donde podemos contemplar las mejores vistas de Coimbra.
Porta Férrea
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Las entradas que habíamos comprado incluían la visita a la Biblioteca Joanina, ésta se realiza por grupos de forma que cada grupo lleva una hora determinada. Nos quedaba más de media hora para entrar, así que durante ese tiempo libre nos metimos a cotillear un poco la Universidad, era un lunes 31 de octubre y eso suponía que los estudiantes estaban en plena actividad, no es fácil entrar dentro de lo que es la Universidad propiamente dicha porque lógicamente está prohibido el acceso a los visitantes, pero pudimos ver un patio rodeado por un edificio de varias plantas con balcones con arcos que daban al mismo. Allí estaban los estudiantes charlando en pequeños grupos. Sentimos una nostalgia increíble, bueno al menos yo que siempre he dicho que me encantaría tener un año sabático para estudiar de nuevo, Charo en cambio dice que no volvería a la universidad por nada del mundo. En cualquier caso da mucha envidia ver una universidad así, yo no fui mal estudiante pero creo que en Coimbra hubiera sacado muchas mejores notas.
Aún nos faltaba tiempo para entrar en la Biblioteca y entramos a ver la Capilla de San Miguel. Otro lugar impresionante.
La Capilla de San Miguel era la iglesia de esta antigua Universidad Vieja, se entra por un pórtico de estilo gótico manuelino, es un gótico especifico de Portugal que se puede encontrar por todo el país y en este caso era espléndido. En el interior nos dejaron hacer fotos con la condición de que no disparáramos flash, nos sorprendió porque me consta que está prohibido incluso de esa forma pero el caso es que pude disparar fotos. En el interior destacan sus azulejos y un órgano barroco. Magnífica toda la Capilla. |
Capilla de San Miguel
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Llegó la hora y entramos a la Biblioteca. Simplemente diré que es una maravilla absolutamente irrenunciable. Desde el principio me tenía intrigado ese nombre tan curioso “Joanina” y mi imaginación se disparó pensando que quizá se llamase así por ser el nombre de alguna bibliotecaria con gafas a juego que paso a la historia por dedicar su vida en algún acto de heroísmo en defensa de los libros. La explicación es más sencilla y menos interesante de lo que me esperaba, se llama así debido a que la mandó construir el monarca João V en 1717, éste era un gran gran mecenas de la cultura, la ciencia y las artes. Este es el testimonio que dejó la política cultural de ese rey cuyo reinado fue uno de los mas importantes de la historia de Portugal.
<< La Biblioteca Joanina
<< La Biblioteca Joanina
Nada más entrar te advierten de que hacer fotos está absolutamente prohibido (lo que curiosamente no ocurrió en la Capilla), la biblioteca es muy sensible por razones de conservación y no es de extrañar que tomen medidas, porque las visitas pueden resultar peligrosas si los flashes -por error o a propósito- empiezan a disparar en un lugar de tanto valor y muy sensible a los flashes.
Nosotros vimos la biblioteca con un grupo de japoneses, e hicieron caso omiso de la prohibición a pesar de que una de las personas del museo no paraba de advertirles. Por un lado me molestó ver el desprecio de esa gente hacia un tesoro de la humanidad y por otro me extrañó profundamente, porque hemos estado en Japón y desde luego allí los japoneses muestran una educación y respeto a años luz del de cualquier europeo, así que ver que aquí no se comportaban igual refuerza la idea que tengo desde hace mucho tiempo que la gente ajusta sus comportamientos, su respeto y en definitiva su nivel de educación al medio en el que se encuentra y que aquellos japoneses pensaron que para qué respetar las normas si ellos llevan viendo en Europa que el nivel de respeto y educación es muy bajo.
No pudimos hacer fotos, pero aquí ponemos unas que nos ha dejado Mr. Google porque aunque será difícil olvidar un lugar como ese, quiero que quede impreso en la Gaviota Viajera, para recordar siempre esta Biblioteca en el que se reúne un tesoro literario de incalculable valor y la opulencia de la arquitectura y de las artes de principios del siglo XVIII, con miles de obras durmiendo en un espacio que transpira belleza y exotismo.
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El balcón además no solo recorre uno de los muros del enorme edifico sino que da la vuelta por todo el lado que da al río, desde allí las vistas también son excepcionales. Curiosamente en un edificio contiguo había personas disfrutando de las vista y digo curiosamente porque estaban encima del tejado sin nada que les impidiese caer al vacío, muy relajados disfrutando de las vistas.
Fuertes sensaciones nos había dejado la Universidad (que por cierto cierra los domingos) y todo lo que llevábamos visto y vivido durante el día y nada nos hacia pensar que quedaban aún buena parte de las emociones. |
Las vistas de Coimbra desde la Universidad
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Así que bajábamos andando para ver lo que pensábamos que era nuestra última experiencia en Coimbra: La Catedral Vieja.
<< La Catedral Vieja
Veníamos andando ahora cuesta abajo, buscando la Catedral que ya habimos visto desde el balcón de la Universidad, cuando la vimos, que la teníamos delante (la Sé Velha) por la parte de atrás, es casi la mejor forma de verla porque está encajonada en una pequeñísima plaza, que casi no puede ni llamarse eso. En cualquier caso, la catedral es muy bonita, con aspecto de castillo, por las almenas en lo alto de sus muros. Esta, como tantas otras iglesias inicialmente fue románica pero en la actualidad era predominantemente gótica con partes barrocas como por ejemplo el retablo. La naves con dos plantas nos recordaban un poco a la catedral de Santiago aunque aquella es mas grande y sin duda mas grandiosa.
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Después estuvimos viendo el Claustro, también excelente. Estábamos solos y eso es algo que agradecemos mucho porque parece que los lugares se abren para nosotros.
<< El interior de la Catedral Vieja de Coimbra
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Salimos y empezamos a bajar las bonitas callejuelas empedradas que te llevan a la zona baja de Coimbra, nada mas empezar una de las calles estaba solitaria y en ella un hombre parado, estaba delante de un local llamado “Fado Hilario” con el aspecto típico de las tabernas portuguesas donde por la noche se pueden escuchar fados en directo. El local era muy pequeño, recogido y acogedor, solo con verlo uno imagina lo bien que deben de escucharse los fados con un vasito de vino.
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Desde la calle quise hacer una foto, intuí que el hombre que estaba delante era el dueño, así que le pedí permiso y comenzamos a charlar, nos explicó que el fado de Coimbra es algo mas triste de lo que suele ser lo habitual, además está conectado a las tradiciones académicas de la Universidad de Coimbra y es exclusivamente cantado por hombres. Tanto los cantantes como los músicos visten de negro con una capa.
Durante la charla el hombre nos transmitió con pasión sus sentimientos por la música tradicional portuguesa, además su padre fue un afamado cantante de fados y aquel pequeño local pretendía acoger a los músicos no profesionales de Coimbra que habitualmente tocan los fados de la ciudad.
Durante la charla el hombre nos transmitió con pasión sus sentimientos por la música tradicional portuguesa, además su padre fue un afamado cantante de fados y aquel pequeño local pretendía acoger a los músicos no profesionales de Coimbra que habitualmente tocan los fados de la ciudad.
Estuvimos un buen rato charlando con Manuel Portugal, que así se llamaba, entre las cosas que nos contó había una muy interesante, resulta que cada año (juraría que en abril) se produce un encuentro de estudiantes con el fado como protagonista. Tocan fados justo delante de la puerta de la Catedral Vieja y la gente se agolpa para escucharlos, se llena de tal manera que incluso las calles aledañas terminan abarrotadas.
<< Serenata de Fados delante de la puerta de la Catedral Vieja
<< Serenata de Fados delante de la puerta de la Catedral Vieja
Si un día tan espectacular ocurriera en Francia, por poner un ejemplo, no habría guía turística que no lo contase y se enteraría todo el mundo. En Portugal o lo conoces en primera persona o no hay nada que hacer. Quizás es por eso por lo que Portugal nos apasiona tanto a tantos.
Después de tanto hablar de los fados nos apetecía pasar al local a escucharlo, pero nos comentó que el espectáculo empezaba dos horas después y nosotros no queríamos perder tanto tiempo, es más, habíamos pensado marcharnos, así que nos despedimos de Manuel con la idea de volver algún día.
Continuamos bajando la calle y de pronto me acordé que íbamos a pasar por “Passaporte”, el Lounge Bar que ya habíamos visto aquella mañana. No fue fácil encontrar una mesa, pero tuvimos suerte y nos sentamos en la terraza con unas vistas al río espectaculares, fue uno de esos momentos en el que piensas ¡¡¡soy el tío mas feliz del mundo!!!!, así que decidimos pedir una botella de vino, un vino rosé acompañado de un plato de patatas fritas con piel que estaban riquísimas. Estuvimos disfrutando de las vistas de Coimbra con toda la calma del mundo hasta que llegase la caída del sol.
Esta vez si que emprendimos el camino para volver a la Gaviota. Llegamos al borde del río donde habíamos atado las bicicletas y echamos un último vistazo al río Mondego. Pedaleamos hasta llegar a la Gaviota y poco después a dormir.
Hay días y lugares que se agarran al corazón, en ese momento eres consciente de que jamás vas a olvidarlos, gracias a la Gaviota Viajera quedarán escritos los detalles del día que pasamos en Coimbra pero si este relato no existiese daría igual, porque jamás olvidaríamos aquel día. Tenemos muchos más imperdibles con el nombre de un lugar o la fecha de un día fantástico, prendidos en el corazón pero Coimbra está en los nuestros, desde ese día 31 de octubre de 2016, por derecho propio.
Hay días y lugares que se agarran al corazón, en ese momento eres consciente de que jamás vas a olvidarlos, gracias a la Gaviota Viajera quedarán escritos los detalles del día que pasamos en Coimbra pero si este relato no existiese daría igual, porque jamás olvidaríamos aquel día. Tenemos muchos más imperdibles con el nombre de un lugar o la fecha de un día fantástico, prendidos en el corazón pero Coimbra está en los nuestros, desde ese día 31 de octubre de 2016, por derecho propio.
Día 1 de Noviembre: Castello Branco, Monsanto
Castello Branco
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Nos levantamos temprano e hicimos las tareas propias de un autocaravanista, es decir cargamos agua limpia y vaciamos depósito de sucias.
Emprendimos ruta en dirección a Castello Branco. Teníamos una vaga referencia del municipio pero no hay pueblo feo en Portugal y nos pillaba de ruta camino del muy visitado Monsanto. Castelo Branco es un pueblo grande de 56.000 habitantes. Al llegar percibimos el pueblo tranquilo ya que estábamos en un día de fiesta. Aparcamos en una calle del centro y nos dirigimos a desayunar a un bar, rara vez desayunamos fuera de la Gaviota pero esta vez al despertarnos no teníamos ganas de desayunar y el sitio que habíamos encontrado para dejar la Gaviota no invitaba a hacer un desayuno muy agradable, es a lo que estamos acostumbrados así que optamos por poner a prueba alguno de los bares del pueblo y las costumbres mañaneras del lugar. |
Terminamos desayunando en el bar mas concurrido, digo bar y digo “casi” bien porque no se puede decir que era un bar sino mas bien un café pero era lo mas parecido que he visto nunca a lo que conocemos los españoles por un bar. Lo curioso es que la única mujer era Charo, parecía que me había remontado al pasado cuando estuve de Secretario hace muchos (pero muchos) años en un pueblo de la Mancha en el que sin que estuviera expresamente reconocido, la verdad es que las mujeres no eran bien vistas en los bares. No creo que fuera el caso pero el aspecto era de que no iban mucho por allí.
Después de desayunar un par de zumos y empanadillas portuguesas dimos una vuelta por las calles de pueblo. El lugar no es ni bonito ni feo, bastante solitario ya que no vimos en las calles a nadie y con un estado de conservación mas bien deprimente.
Así que nos fuimos directos a buscar el mayor reclamo turístico de Castelo Branco, ya que presume de contar con un monumento nacional botánico, su Jardín del Palacio Episcopal. |
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Para entrar a visitar el Jardín hay que pagar dos euros. La cantidad es muy pequeña pero el interés del jardín quizás lo sea menor. Se trata de un jardín con estatuas de los reyes portugueses, apóstoles y mitología. Es indudable que el interés del mismo se centra en que es un trabajo de documentación histórica llevado a cabo a través de las figuras (estatuas) del jardín, pero al viajero se le escapa esa circunstancia y no deja de percibir un cierto abandono del estado general del mismo. En definitiva, a nosotros nos pareció que estaba en el mismo ámbito que el resto del pueblo, es decir soso y con escaso atractivo.
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Monsanto
Así que nos subimos a la Gaviota y pusimos rumbo hacia nuestro último destino en este viaje: Monsanto.
Monsanto junto con Belmonte pertenece a las aldeas históricas portuguesas. Se trata de un popularísimo pueblo que nadie deja de visitar. Popularmente se le conoce como la aldea más portuguesa de Portugal, y se ubica en una pequeña pero escarpada montaña llamada Cabeço de Monsanto (Mons Sanctus), plagada de grandes moles de granito que muchas veces forman parte de las propias viviendas. Desconozco la razón para que los hombres de antaño decidiesen asentarse en ese lugar aunque lo mas seguro es que fuese por razones defensivas.
Cuando te vas acercando a Monsanto lo ves desde la lejanía erguido en lo alto de la pequeña montaña. Es una vista curiosa porque el lugar es mas bien llano y de forma solitaria se yergue la pequeña montaña de Cabeço.
Lógicamente hay una escarpada carretera de acceso a la aldea de poco mas de 800 habitantes. Subes hasta llegar a un punto donde o aparcas o das la vuelta y aparcar no es fácil, es un lugar habilitado sobre todo para dos o tres autocares donde caben pocos coches mas y desde luego no una autocaravana a pesar de ser de las pequeñas como es nuestro caso. Nosotros acertamos porque vimos un sitio entre los coches que había aparcados en la carretera de subida y allí dejamos a la Gaviota. Desde allí tocaba lo de siempre, subir cuestas.
Subimos hacia arriba y la verdad es que te sorprende lo que ves, porque los antiguos vecinos de Monsanto han construido sus casas sirviéndose de las enormes formaciones de rocas aisladas, a veces se valen de ellas para usarlas como paredes de uno de los lados e incluso de los dos, pero aveces -y esto es lo más llamativo- toman parte de una roca como cubierta o tejado de la tienda. Eso se puede hacer al tratarse de formaciones de rocas independientes que apoyan unas en otras y que dejan espacio debajo de ellas.
El lugar es una orgía para cualquier aficionado a la fotografía turística, de hecho la fotografía principal que pongo aquí, no hay persona que haya llegado a Monsanto con una cámara en mano y no la haya hecho.
El lugar es una orgía para cualquier aficionado a la fotografía turística, de hecho la fotografía principal que pongo aquí, no hay persona que haya llegado a Monsanto con una cámara en mano y no la haya hecho.
La belleza del lugar es absolutamente indiscutible y la recomendación de que se trata de un lugar imprescindible o imperdible (como se prefiera) para incluir en el itinerario de la visita no ofrece duda alguna, pero es uno de esos pueblos que para nosotros representa un contradicción viajera del máximo nivel, porque lo hermoso del lugar no puede disociarse de la sensación que tienes de estar viendo un decorado cinematográfico y lamentablemente te quedas con una lapidaria frase en tu recuerdo “mucha piedra, mucho turista, cero habitantes reales ninguno”.
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Todo lo que ves es algún negocio pensado para cazar turistas, solo eso. Monsanto dejó de existir como tal hace bastantes años, ya no es una aldea con su medio de vida tradicional: el campo, sino que ahora esta ahí para que vayamos a visitarlo.
No obstante, de pronto vi un pequeñísimo espacio donde estaba guardado un cerdo, desconozco que hacia allí ese pobre animal que apenas tenía el espacio suficiente para darse la vuelta, pero ver un cerdo en el pueblo te hace pensar que algo, aunque solo sea algo de vida real queda allí.
Estábamos prácticamente pegados a la frontera de España, así que puede decirse que la vuelta a casa ya había comenzado.
Volveremos a Portugal, siempre lo hacemos, llevamos muchos años visitando Portugal y lo consideramos algo muy nuestro, pero ahora nos queda mucho por enseñarle a la Gaviota Viajera, porque Portugal tiene que estar en nuestra Web en un lugar destacado, el lugar que se merece el que es para nosotros uno de los países más bonitos del mundo.