9 dias en autocaravana por la región francesa del Languedoc-RoussillonLa región que visitamos en Francia se inicia en la frontera española con Francia nada más pasar Cataluña, es una zona que nos resulta bastante lejana a todos aquellos que vivimos en el centro de España o incluso algo más retirados, así que dedicamos al viaje 9 días es decir, una semana completa a la que añadiríamos un fin de semana.
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El Languedoc-Rosellón o Languedoc-Roussillon es el nombre en francés con el que se conoce la zona que visitamos pero hay que advertir que es el nombre de una antigua región administrativa de Francia, que en 2015 cambió a la región administrativa de Occitania, aunque a esta última se le ha añadido también la región limítrofe de Mediodía-Pirineos ... es decir, un lío
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En cualquier caso estaba claro lo que son las regiones del Languedoc-Rosellón y eso es lo que nosotros fuimos a conocer.
Íbamos a Francia y por lo tanto en todos sitios se hablaba francés pero además se habla el catalán "rosellonés" en lo que se llama la Cataluña francesa y el occitano “languedociano".
El Languedoc-Rosellón es una planicie delimitada por montañas que mira al mar como si fuera un anfiteatro.
El Languedoc-Rosellón es una planicie delimitada por montañas que mira al mar como si fuera un anfiteatro.
Nuestra Película del viaje |
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Viernes día 15 de septiembre
Salimos por la tarde de San Román de los Montes e hicimos noche justo antes de entrar en Cataluña.
Sábado día 16 de septiembre, Portbou, Cerbère, Banyuls, Port Vendres, Colliure
Por la mañana reemprendimos la ruta, disfrutábamos del bonito paisaje de Cataluña, pensando que podía ser un anticipo de lo que veríamos en Francia.
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Portbou un lugar de otra historiaLlegamos a Portbou sobre el mediodía. Podríamos habernos saltado Portbou, en realidad tuvimos que desviarnos un poco para llegar a la localidad fronteriza, además no está dentro de la región que íbamos a hacer en el recorrido, pero Portbou para mi es un lugar de otra historia: la pequeña historia de una parte importante en mi vida.
La playa de Porbou
Puede que muchos de los que leen la Gaviota lo hagan solo para obtener referencias y datos de interés para sus viajes sobre los lugares que visitamos, somos conscientes de ello y por eso nos esforzamos en ser útiles para otros viajeros, pero este pequeño rincón de relatos al que llamamos la Gaviota Viajera y que solo es uno más en la inmensidad de la red, es para nosotros algo más profundo que una simple guía de viajes en autocaravana. Concebimos nuestra web como un diario personal que fija los recuerdos de los viajes que hacemos, pero también que refleja las sensaciones que hemos vivido en ellos y Portbou forma parte, no tanto del mundo de los viajes, sino de nuestro mundo, y más concretamente del mío, el que escribe estas historias, porque supone un cúmulo de recuerdos grabados de forma imborrable en alguna parte de mi conciencia, quizás allí donde se mezclan las alegrías y las tristezas a partes iguales.
Durante los años que van desde la infancia hasta la pubertad, viví a caballo entre Suiza y España, en buena medida, aunque solo fuera de perfil, como un emigrante. Fueron lo primeros viajes de mi vida en los que Portbou aparece como si fuera una postal de color sepia que uno guarda entre los libros y que de cuando en cuando ves sin decir nada, dejando volar los recuerdos. Aquella localidad mediterránea me brindó la posibilidad de conocer el mar de tu a tu, porque aunque siempre lo veía en Barcelona cuando veníamos de viaje hacia Suiza, no era lo mismo. En Portbou las sensaciones eran más cercanas, pero lo que mas recuerdo del paso por esa pequeña localidad es su estación de ferrocarril, los trenes y el paso fronterizo con los guardia civiles por un lado y los gendarmes por otro.
Llegábamos por la tarde para hacer transbordo cogiendo un tren francés que nos llevaría a Ginebra, no partía hasta la mañana siguiente así que pasábamos el resto del día viendo aquel pueblecito. Por alguna razón que me resulta imposible entender, nos comportábamos como emigrantes, con el sentimiento presente de que nosotros no éramos como los demás, a pesar de lo cual disfrutaba de aquellos contactos con el mar, algo a lo que jamás había tenido ocasión de hacer hasta entonces.
Por la mañana nos levantábamos temprano para tomar el tren y cruzar la frontera. Recuerdo que la estación no me parecía demasiado grande, sin duda estaba acostumbrado a las estaciones de Madrid de mayor tamaño y con muchos más pasajeros, así que aquella era una pequeña estación, la de un pueblecito. Antes de subir al tren había que pasar la frontera, para ello nos hacían pasar a una sala que había en la estación y nos hacían guardar cola. Jamás olvidaré aquello, porque fue el primer acto de humillación del que tengo conciencia. A un lado nos ponían a nosotros, junto con los demás españoles, mientras que a otro lado ponían al resto de pasajeros. Mientras estábamos allí apartados pegados a la pared, veíamos pasar lentamente a los extranjeros. Para mi era evidente que nos habían apartado por emigrantes o si se quiere por pobres, no era difícil distinguir a los españoles del resto solo por su aspecto, porque los españoles íbamos con ropas de color parduscas, de colores marrón y negro, todo de aspecto viejo, con maletas de mala calidad, algunas de madera y muchos paquetes envueltos en papel de estraza y atados con cuerda, en cambio los extranjeros iban mejor vestidos y con equipajes apropiados.
Hoy sé bien que aquello fue un acto de discriminación o quizás de aporofobia, pero yo era un niño incapaz de saber el significado de esa palabras. En cualquier caso yo en aquel momento pensé que todo aquello era por culpa de Franco y recuerdo que pensé que éramos ciudadanos de segunda clase. Aquel pensamiento no me abandonó jamás, con el tiempo aprendí a vivir con él. Hoy en día todo aquello está olvidado y no pienso nunca que me están discriminando por ser español fuera de mi país.
Charo hizo una foto mientras miraba al final de la estación por el lugar en el que los trenes pasan a Francia. No me apetecía hablar, solo recordar aquellos momentos más agrios que dulces. Ahora tocaba conocer lo que había al otro lado del túnel, algo que de pequeño solo veía desde el tren y que nunca tuve ocasión de conocer hasta ahora. Poco después retomamos nuestro viaje, daríamos el salto hasta Francia por carretera, una carretera estrecha que sale de Portbou y que serpentea por las montañas que separan España de Francia. |
Llegamos a las proximidades de Cerbère, un pequeño pueblo de solo 1.500 habitantes, en realidad no era nuestro objetivo parar a visitarlo, pero estuvimos disfrutando de los paisajes que hay en la zona una vez pasada la frontera.
Nada más pasar la frontera había unos interesantes miradores para contemplar una preciosas vistas al mar Mediterráneo. Situamos la Gaviota en un alto y desde allí pudimos ver también la localidad de Cerbère, seguro que merecía la pena parar a ver el pueblo pero no era uno de los objetivos del viaje, había mucho que ver y no era cuestión de entretenerse, así que continuamos nuestro camino hasta el siguiente pueblo.
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Unos minutos después llegamos a Banyuls-sur-Mer una coqueta y pequeña población de unos 5.000 habitantes al borde del Mediterráneo, un lugar fantástico para vivir, sin duda.
Nada mas llegar nos topamos con el puerto deportivo, encontraros un sitio allí mismo y dejamos nuestra Gaviota (42.480139, 3.135673), las pequeñas dimensiones de nuestro vehículo nos permiten aparcar con cierta facilidad en lugares tan privilegiados como el centro del pueblo de un municipio turístico, pero no debe ser fácil aparcar en Banyuls.
Por el corto recorrido que habíamos hecho hasta llegar allí vimos muchas viñas en las laderas de las montañas al borde del mar, lo que nos hacía suponer que Banyuls sería una tierra de vinos, así era y poco después veríamos muchas bodegas donde andaban trasegando vino,eran bodegas pequeñas en una nave sencilla, integradas perfectamente en el casco urbano, es más, ubicadas en el mismísimo centro del pueblo.
Banyuls-sur-Mer se encuentra en la Costa Vermeille, muy cerca de España, por lo tanto con un pasado histórico en común ya que se enclava en los Países Catalanes franceses. En buena parte de nuestro viaje conoceríamos más profundamente este pasado común de los catalanes españoles y los franceses, circunstancia que ya antes de empezar nuestro viaje era uno de los atractivos que teníamos en mente.
En centro neurálgico de Banyuls se encuentra alrededor de lo que podríamos llamar el paseo marítimo, la localidad abraza el mar en una pequeña bahía en forma de herradura donde se encuentra la playa y el puerto deportivo con innumerables barcos y por lo que vimos mucho submarinismo, de hecho cuando llegamos estaban llegando los grupos que habían salido con todo el equipamiento propio de aquellos que hacen turismo bajo el agua.
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Dimos un paseo por el interior del pueblo donde pudimos ver las bodegas y galerías de arte de costa que hay en las calles más céntricas. Aunque el vino más característico de la zona parece ser un blanco dulce, nosotros íbamos buscando otra cosa. El pueblo es pequeño pero vimos varias vinotecas, algunas solo vendían los vinos de su propia producción, pero en otras se podía encontrar una oferta mas amplia, fue en una de estas donde compramos una botella de vino tinto que resultaría de una excelente calidad, los vinos forman parte en buena medida de nuestras inquietudes viajeras y ya se sabe que “donde fueres bebe lo que dieren” …. ¿o no es así?
Las bodegas y tiendas de vino son una constante en el centro del pueblo.
la cabeza y dejaremos pasar el tiempo en algún pueblo encantador, como Banyuls, rodeado de colinas que forman un hermoso paisaje abrazando el mar en un matrimonio perfecto de la naturaleza.
Continuamos la marcha hacia hasta llegar a Port Vendres, el cielo se encapotaba cada vez más y amenazaba lluvia.
Port Vendres
Traíamos localizada un área y nos dirigimos a ella (42.517675, 3.113628), pero al llegar comprobamos que era imposible entrar porque estaba completamente abarrotada, además solo queríamos estar el tiempo justo para ver el pueblo y resultaba que el área era de pago, para colmo estaba a mas de un kilómetro del centro, distancia que tendríamos que hacer a pie. Mientras pensábamos qué hacer comenzó a llover.
Decidimos ir con la Gaviota al centro del pueblo, es decir a la aventura, ya que intentaríamos aparcar como pudiéramos, pero parecía misión imposible.
Llegamos al bonito puerto de Port Vendres donde la lluvia no nos daba ni un respiro, así que no tuvimos otra alternativa que la de hacer turismo de ventanilla, es decir veíamos el pueblo sin salir de la Gaviota, a fin de cuentas es lo que hacen muchas veces aquellos que van en autocares. Nos obstante, no pude resistirme a salir un momento con el paraguas en una mano y cámara en la otra para hacer una cuantas fotos.
El pueblo parecía muy interesante, sin duda con sol era muy bonito, de hecho había muchas autocaravanistas en el área lo que hace pensar que es un lugar con muchos atractivos.
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La localidad solo tiene 4.500 habitantes y es escasamente conocida para ser un pueblo al borde del Mediterráneo. Nos fuimos, no pudimos ver las estrechas calles que parten desde el puerto trepando a través de interminables escaleras, eso habíamos leído pero tendría que ser para mejor ocasión.
La zona del puerto con muchos bares y restaurantes
En la zona del puerto pudimos ver muchos bares y restaurantes. Sabíamos que había también un significativo obelisco, pero el día lluvioso no nos dejó disfrutar el pueblo.
Teníamos planeado terminar el día en Colliure, así que partimos en su búsqueda. Los pueblos que habíamos visto hasta ese momento, cuatro contando Colliure, se encuentran prácticamente pegados los unos los otros.
Teníamos planeado terminar el día en Colliure, así que partimos en su búsqueda. Los pueblos que habíamos visto hasta ese momento, cuatro contando Colliure, se encuentran prácticamente pegados los unos los otros.
Colliure nos recibió con una luz preciosa
Colliure era el plato fuerte de este primer día de viaje no en vano se dice que es el rincón estrella de la fabulosa Côte Vermeille. Al llegar fuimos directamente al área.
El pueblo tiene tan solo 3.000 habitantes lo que quería decir que era un pueblo más pequeño que Port Vendres que era el pueblo grande que todos los que habíamos ese día. Pero nada más llegar percibimos la importancia turística del lugar. Se trata de uno de esos lugares a los que otorgamos la etiqueta de imperdibles.
Aunque pasamos por el centro de Colliure y vimos la espectacular imagen que presentan sus dos bahías, nos fuimos directamente al área antes de que anocheciese y eso nos salvó de dar más vueltas de las debidas, siempre decimos que algún día, cuando seamos libres intentaremos llegar al lugar de pernocta antes de que se haga de noche, ser libre y tener tiempo ahora nos parece algo inalcanzable.
El pueblo tiene tan solo 3.000 habitantes lo que quería decir que era un pueblo más pequeño que Port Vendres que era el pueblo grande que todos los que habíamos ese día. Pero nada más llegar percibimos la importancia turística del lugar. Se trata de uno de esos lugares a los que otorgamos la etiqueta de imperdibles.
Aunque pasamos por el centro de Colliure y vimos la espectacular imagen que presentan sus dos bahías, nos fuimos directamente al área antes de que anocheciese y eso nos salvó de dar más vueltas de las debidas, siempre decimos que algún día, cuando seamos libres intentaremos llegar al lugar de pernocta antes de que se haga de noche, ser libre y tener tiempo ahora nos parece algo inalcanzable.
Cuando empezamos a descender desde el área hacia el centro del pueblo, se pueden disfrutar de unas vistas magnificas con el mar al fondo
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Desconocemos la razón pero las coordenadas que llevábamos no estaban bien, nos situaba en un parking prohibido para autocaravanas, seguramente se trataba de un cambio producido con posterioridad, pero el asunto nos obligó a dar un buen número de vueltas y más vueltas. Definitivamente encontramos el lugar donde se encontraban todas las autocaravanas (42.522482, 3.066568) . El área es muy bonita y además gratuita, se encuentra situada en la parte más alta de la localidad, en una colina y desde ella se ven unas vistas preciosas.
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El único problema que tiene el área es que se encuentra un poco lejos del centro y con un gran desnivel así que se nos planteaban dos soluciones, coger la vanette o minibús que tiene habilitada el Ayuntamiento (el precio no era económico) o bajar andando, las bicis las habíamos descartado debido a la cuesta, no era la mejor idea de regreso enfrentarse a la subida del Tourmalet y no nos gusta viajar sufriendo.
Así que dejamos a la Gaviota y aunque el tiempo amenazaba lluvia bajamos andando, hicimos a pie dos kilómetros cuatrocientos metros, por un camino con bastantes escaleras.
Una vez abajo tomamos contacto con el pueblo, quedaba bastante tiempo de luz antes de que anocheciese, así que pudimos ver tranquilamente una de las dos bahías: El municipio es muy bonito, aunque aquella tarde estaba todo gris, con la permanente amenaza de ponerse a llover, quizás por eso vimos menos gente paseando de lo que veríamos el día siguiente, eso nos hizo pensar que dadas las fechas el pueblo estaría medio vacío, pero no era así.
Poco después ya era la hora de cenar y no lo pensamos dos veces, cenamos al aire libre en una de las terrazas que se distribuyen por el pueblo, el hecho de hacerlo al aire libre no tendría que ser reseñable, a fin de cuentas estábamos en Septiembre y hacía una temperatura relativamente agradable o eso parecía, pero el cielo estaba muy encapotado y fue un atrevimiento, aunque es verdad que no éramos los únicos, porque la terrazas estaban llenas hasta la bandera.
Así que cenamos en una terrada sin cubrir, tuvimos suerte, no llovió, pero terminamos helados, al poco de estar sentados aquella temperatura agradable pasó a ser fresquita y poco a poco a hacer frio, en cualquier caso nos divertimos mucho en esas mesas en las que cenas tan pegado a las otras parejas que tienes que hablar muy bajito para no invadir su espacio acústico, algo realmente difícil para nosotros, que a fin de cuentas por muy viajados que estemos, somos españoles. Comimos “moules frites”, es decir mejillones con patatas fritas, se trata de un plato típico Belga, pero los franceses son capaces de adoptar cualquier plato de la gastronomía foránea de tal manera que parece que han sido ellos los creadores.
Subimos andando para recogernos en nuestra Gaviota y nos equivocamos un par de veces, puede que ayudara el vino que habíamos tomado en la cena, pero en cualquier caso aquello nos resultó divertido y nos hizo conocer mejor las urbanizaciones de Colliure, nuestra forma de hacer turismo siempre es distinta.
Dormimos como bebés.
Dormimos como bebés.
Amaneció una mañana espléndida, lo que supuso una recompensa enorme, porque desde el área se disfrutaba de unas vistas fantásticas.
El área estaba prácticamente llena y había muchas autocaravanas, a nosotros nos tocó en la parte mas alta donde había bastante inclinación, pero por el contrario era la zona con mejores vistas. <<< Aunque estuvimos un poco inclinados, el lugar era fantástico. |
Ese domingo por la mañana había un mercadillo muy interesante
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A nosotros nos encantan los mercadillos europeos, consideramos que son muy distintos a los españoles más próximos al concepto de negocio “al estilo chino”, en los mercados europeos se respira una mayor calidad, es más, hay determinadas cosas, como el pan, los fiambres o el queso que son mas bien caros, pero teniendo cuidado con los precios se pueden comprar cosas muy interesantes. Nosotros compramos dos trozos de pan y nos costaron 8 euros, era un pan especial con semillas y frutos secos, pero nos pareció muy caro, casi más que el queso que nos costó 10 euros. En cualquier caso son caprichos que luego dan mucho juego en las comidas que hacemos en la Gaviota.
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Colliure estaba precioso con sus dos bahías y la gente por todos lados. Se trata de una villa medieval que tuvo períodos de dominación alterna hasta que el territorio fue cedido a Francia por España en 1659, en virtud del tratado de los Pirineos y el pasado histórico está presente no solo en sus calles, sino en la simbología siempre presente de las banderas. Vimos banderas catalanas por todas partes, más quizás que en la Cataluña española, algunas de ellas con el burro catalán en el centro.
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Perpignan
Retomamos la ruta camino de Perpignan
Llegamos poco después tras hacer los 30 kilómetros escasos que separaban Colliure de la capital histórica del Rosellón: Perpignan.
Llegamos poco después tras hacer los 30 kilómetros escasos que separaban Colliure de la capital histórica del Rosellón: Perpignan.
Perpignan perteneció a España hasta 1659 cuando las monarquías española y francesa firmaron el Tratado de los Pirineos y formaba parte del condado catalán. Perpignan fue distinguida en 2008 como "Capital de la Cultura Catalana” y presume de su catalanismo, de forma similar a lo que veníamos viendo en el escaso recorrido que llevábamos haciendo en territorio francés y con cierta proximidad a lo que conocemos en España del sentimiento catalán. Dada la lejanía geográfica que esta localidad tiene para nosotros es algo que desconocíamos y que nos sorprendía a cada paso que dábamos.
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La Ciudad de Perpiñan no solo esta bañada por el Mediterráneo sino también por el río Têt. Curiosamente fue la capital del Reino de Mallorca en el siglo XIII, buena prueba de ello es el Palacio de los Reyes de Mallorca, de estilo gótico-románico y con vistas al mar desde las murallas.
El río Têt, desde el puente nuevo del Teatro de L´Archipel
Lo curioso es que para mí Perpignan formaba parte, casi exclusivamente, del recuerdo de aquellos años de mi juventud en que veíamos cómo se iba desmoronando el franquismo, ya que por aquel entonces se estrenó la película de Bertolucci “El último Tango en Paris”, película prohibida en aquella “mi” España gris y ridícula que me tocó vivir en mi juventud. Los españoles hambrientos de libertad iban en manadas a ver la película a Perpignan, en un peregrinaje que a mí se me antojaba humillante y que asociaba en mi imaginario a aquellos episodios que viví en la estación de Portbou cuando íbamos de viaje hacia Suiza. Todo aquello me dibujaba una imagen de Perpignan como si este fuese un pueblo pequeño y sombrío, donde cuando ven a un español esbozan una sonrisa sarcástica.
Pero no tenía nada que ver con eso, bien al contrario es una gran ciudad de unos 130.000 habitantes moderna y agradable.
Pero no tenía nada que ver con eso, bien al contrario es una gran ciudad de unos 130.000 habitantes moderna y agradable.
Aparcamos en el centro en un parking público (42.6961, 2.88692) las plazas estaban rotuladas solo para turismos, pero había espacio de sobra para nuestra Gaviota y no vimos ningún problema. Cogimos las bicis para acercarnos al centro de la ciudad, es ideal en ese sentido porque es una localidad llana.
Nos acercamos al Teatro de L´Archipel, un edificio moderno con un huevo enorme de color rojo donde imaginamos que se encuentra la sala principal del teatro, nos gustó mucho. |
Debe de ser de construcción reciente porque había elementos del mobiliario urbano que aún no estaban terminados. Justo al lado del Teatro hay una bonita pasarela peatonal que cruza el río y que forma con todo el conjunto un lugar significativo que pone de manifiesto la importancia que en dicha localidad se le da a la cultura.
Es algo que nos pasa a menudo, hacemos un recorrido y visitamos las localidades de la forma que cae en suerte, a veces que sea sábado o domingo puede resultar más atractivo para el lugar, pero cuando estamos en una ciudad es justo lo contrario porque están vacías, en especial un domingo por la tarde y eso da un poco una imagen general de tristeza.
En cualquier caso, no es una ciudad monumental que te atrape por sus monumentos o diseño urbanístico, pero nos gustó su Catedral, se llama Saint-Jean-Baptiste y es el edificio religioso más bonito de Perpignan, con un interior gótico destacable, está situada en el centro histórico, que es lo más interesante de la localidad y se encuentra muy cerca la Loge de Mer también muy interesante.
En cualquier caso, no es una ciudad monumental que te atrape por sus monumentos o diseño urbanístico, pero nos gustó su Catedral, se llama Saint-Jean-Baptiste y es el edificio religioso más bonito de Perpignan, con un interior gótico destacable, está situada en el centro histórico, que es lo más interesante de la localidad y se encuentra muy cerca la Loge de Mer también muy interesante.
Narbona
Dejamos nuestros agradables paseos y volvimos a la Gaviota, para emprender camino hacia Narbona, por delante 65 kilómetros.
El área disponía de una máquina para hacer el pago de la estancia (suponemos que 9 euros) pero estaba estropeada o simplemente no estaba en uso y las barreras levantadas, lo que generaba no pocas confusiones entre los que estábamos allí que recelábamos de que de pronto alguien cerrara las barreras y fuera un problema salir.
Cuando llegamos quedaba poco tiempo para que anocheciese y decidimos acercarnos al centro dando un paseo a pie por el borde del canal de Robine.
El canal nos conquistó totalmente, en buena parte del recorrido había barcos amarrados, es fácil deducir que se trata de viajeros que de la misma forma que hacemos nosotros los autocaravanistas, viven en sus embarcaciones probablemente todo el año. Según pude saber los amarres no se adquieren vitaliciamente sino que puede disponer de ellos cualquier barco cuando está libre sin límite de tiempo pero sin derecho de reserva. Pero no somos nosotros los únicos a los que el canal nos enamoró porque lo que no es de extrañar que la UNESCO lo declarase Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Asi que paseamos absortos viendo los barcos, muchos de ellos con las luces interiores encendidas y con elementos que nos resultan muy familiares como los enganches a la luz, al agua o las bicicletas.
Nos acercamos al centro ya de noche y cenamos en un restaurante en una de sus orillas.
Y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos íbamos a reunir con unos amigos en Cap d´Agde, pero antes de eso pensábamos ver Narbona otra vez y si nos daba tiempo Agde.
Nos acercamos al centro ya de noche y cenamos en un restaurante en una de sus orillas.
Y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos íbamos a reunir con unos amigos en Cap d´Agde, pero antes de eso pensábamos ver Narbona otra vez y si nos daba tiempo Agde.
Amanecimos en Narbona y en cuanto desayunamos nos fuimos otra vez al centro paseando.
Había amanecido lloviendo y no lo iba a dejar en toda nuestra visita. Charo y yo ya hemos llegado a la conclusión de que la lluvia no impide viajar a no ser que sea torrencial acompañada con viento, porque es indudable que a nosotros Narbona nos enamoró a pesar de que estuvimos con el paraguas en la mano casi todo el tiempo. |
Antes de visitar la catedral fuimos a la oficina de turismo donde nos dieron mucha documentación y nos explicaron que el canal de Robine está unido al canal del Mediodía desde hace casi cinco siglos, tiene tan solo 32 km pero gracias a él y que se encuentra unido con el “canal de Midi” se pueden recorrer más de 250 kilómetros para ir desde Toulouse hasta Cap d,Agde donde tiene salida al mar. Actualmente los canales se utilizan para el ocio e incluso como vivienda.
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Con todos estos datos no es de extrañar que el Canal de la Robine sea la arteria que hace latir a Narbona y eso fue, sin duda, lo que a nosotros nos conquistó.
Pero Narbona no solo es el canal, sino que se trata de una vigorosa villa medieval que hoy en día alberga 52.000 habitantes y que fue la primera colonia romana fuera de Italia.
Place de l'Hôtel de Ville
Catedral de San Justo y San Pastor
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Entramos al centro a través de la Place de l'Hôtel de Ville, estaba lloviendo y por lo tanto no había nadie sentado en las terrazas, pero es una de esas plazas que tienen encanto. Siguiendo los arcos que hay en ella llegamos a la Catedral que se encuentra algo escondida en la esquina de una plaza y rodeada por el palacio de los Arzobispos, lo que le resta un poco de esplendor y desde luego hace que sacarle una foto completa sea misión imposible, pero nada impide que se perciba que la Catedral de San Justo y San Pastor es imponente ya que tiene 41 metros de altura, lo que supone que es la tercera más alta de Francia. Como tantas otras catedrales está inacabada, justo al lado de ella el grandioso Palacio de los Arzobispos. |
Restaurante “Les Grands Buffets” el mejor buffet del mundo.Los gaviotas somos muy amigos de la buena mesa e incluso nos atrevemos a decir que somos unos buenos gourmets, quizás no sea para tanto pero es cierto que nos encanta ese mundo y somos muy aficionados a ver programas de la tele referidos al mundo de la gastronomía.
Pues bien un lugar que conocemos desde hace mucho tiempo de llama “Les Grands Buffets” y es un famoso buffet francés, si un buffet, algo tan sumamente alejado del buen comer como son los buffets, lugares a los que nosotros evitamos ir, pero que tiene una importante excepción es un restaurante del sur de Francia. Sin conocer exactamente donde estaba sabíamos de su existencia, pero era algo reservado para el futuro cuando viajáramos por Francia a “full time”. Y resulta que está en Narbona en “la Rond point de la liberté”. Se trata de un lugar muy especial donde por tan sólo 29,95 euros puedes comer a la altura de un restaurante con estrellas, con platos como el turnedó Rossini, las ostras frescas, el micuit de la casa, chefs d´obres y más de 70 vinos por copas a precio de bodega, basta ver las fotos de la galería de su página Web para darse cuenta de que se trata de un restaurante de mucho nivel. Lleva más de 25 años con su propuesta y es mundialmente famoso. Estar en Narbona y no ir a “Les Grands Buffets” es un pecado de los mas graves, porque quizás estemos hablando del mejor buffet del mundo. |
Cogimos la Gaviota y emprendimos camino hacia Agde.
Agde
No íbamos a tener suficiente tiempo para ver Agde como sin duda se merece, ya que íbamos con la hora muy apretada para llegar a Cap d´Agde para estar con nuestros amigos.
Nos obstante el poco tiempo que estuvimos en Agde fue suficiente para que nos diésemos cuenta de que se trata de un lugar muy bonito e interesante.
Aparcamos al lado del río, en un pequeño recodo que tenía la carretera, un lugar tranquilo no solo para aparcar sino incluso para pernoctar (43.311008, 3.464289), fuimos andando al pueblo que se encuentra en la orilla de enfrente.
El río L’Hérault lo preside todo, aquí en Adge se funde con el Canal de Midi y eso no pasa desapercibido al viajero ya que incrementa la importancia turística de Agde y de Cap d´Agde que se encuentra solo unos kilómetros más allá, al borde del mar.
Quizás por eso la margen del río está llena de terrazas con restaurantes donde es muy agradable comer o cenar. |
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Dicen aquellos que entran en el río L’Hérault en Agde que cuando vas navegando por el canal de pronto notas que el color de las aguas cambia y que el ancho del canal se agranda, además de percibir una vegetación más silvestre en las orillas, eso es como consecuencia de que se ha entrado en el río.
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La pequeña localidad de 27.000 habitantes muestra las características típicas del sur de Francia y del Languedoc.
Lo que más destaca es su catedral románica de construcción fortificada y una altura enorme que domina las aguas del río. En su interior es de una enorme sobriedad, pero nosotros tuvimos suerte porque cuando entramos había alguien tocando el órgano y eso siempre cambia las sensaciones que uno tiene dentro de un templo de estas envergaduras, así que estuvimos en silencio un buen rato hasta que el organista dejó de tocar y nos fuimos a callejear por sus calles.
Pero poco más pudimos ver, íbamos a Cap d´Agde que como su nombre deja a entender es el puerto de Agde y se encuentra a tan solo 6 kilómetros del pueblo.
Cap d´Agde
Cap d´Agde era una visita obligada pero en ese momento fue mucho más.
Leí hace tiempo a un compañero autocaravanista en el pie de una foto en el que se veía, desde el interior de su autocaravana, un bonito atardecer, que decía: “una de las mil razones por las que me gusta ser autocaravanista”. Y tenía razón porque hay mil razones y una de ellas es la posibilidad de hacer amigos que tienen en común contigo la inquietud de viajar o más bien de recorrerse el mundo sin parar.
Así que durante el trayecto que íbamos haciendo por la costa francesa, alejándonos cada vez más de España, íbamos charlando con tres autocaravanas que estaban por la misma zona, son amigos de esos que vas conociendo en el Facebook, a los que consideras amigos de verdad y con los que tienes un nivel de empatía difícil de alcanzar con gente a la que ves a menudo, pero que no has tenido la suerte de verlos en persona nunca. Hay gente que critica las redes sociales como si fuese algo muy dañino, no dudamos que en algunos casos pueda ser así, pero no es nuestro caso, las redes nos aportan muchas cosas pero una de las que más valoramos es hacer buenos amigos aunque solo sea virtuales.
Pero este es el caso en que íbamos a dar un paso más en nuestras relaciones y poner cara a algunos de nuestros amigos.
Pero este es el caso en que íbamos a dar un paso más en nuestras relaciones y poner cara a algunos de nuestros amigos.
Quedamos las cuatro autocaravanas en el área de Cap d'Agde (43.28614, 3.51741). Se trata de un área anexa al “Camping La Clape” que se encuentra a 200 metros del centro , allí estuvimos con Fede y Blanca de la página de Facebook “Pulgarcito Rutero”, con Anna Little Tower y Juan Cervera y con Maribel Grau y Josep con los que ya nos habíamos encontrado antes en España.
Pasamos el resto del día juntos, estuvimos todos, los ocho, dentro de la Gaviota tomando el limoncello que elabora Maribel, pusimos a prueba a nuestra Gaviota y salió adelante como una campeona.
Lo pasamos genial pero además nosotros aprendimos muchísimo, ellos ya están desconectados del dichoso trabajo y tienen otra forma de viajar, para nosotros su experiencia nos refuerza en los planes de futuro que tenemos, que puede consistir en viajar la mayor parte del año sin interrupción. Fue un día muy especial en el que reforzamos lazos con nuestros amigos y sacamos muchas conclusiones, así que nos fuimos a la cama y no veíamos el momento de dormirnos, proyectábamos lo que habíamos hablado sobre nuestros planes de futuro y soñábamos en voz alta, preferimos los sueños de estar despierto, que los de estar dormido.
Pasamos el resto del día juntos, estuvimos todos, los ocho, dentro de la Gaviota tomando el limoncello que elabora Maribel, pusimos a prueba a nuestra Gaviota y salió adelante como una campeona.
Lo pasamos genial pero además nosotros aprendimos muchísimo, ellos ya están desconectados del dichoso trabajo y tienen otra forma de viajar, para nosotros su experiencia nos refuerza en los planes de futuro que tenemos, que puede consistir en viajar la mayor parte del año sin interrupción. Fue un día muy especial en el que reforzamos lazos con nuestros amigos y sacamos muchas conclusiones, así que nos fuimos a la cama y no veíamos el momento de dormirnos, proyectábamos lo que habíamos hablado sobre nuestros planes de futuro y soñábamos en voz alta, preferimos los sueños de estar despierto, que los de estar dormido.
Por la mañana tocaba despedirse de nuestros amigos, ellos iban de vuelta hacia España después de haber estado de viaje mientras que nosotros nos quedaba la mayor parte de nuestro viaje. La forma de afrontar la salida por la mañana, nos dio buena cuenta de las diferencia que tienen unos viajeros a diferencia de otros, cuando vas con los días contados vas siempre con prisa, por mucho que intentes tomarte las cosas con tranquilidad.
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Así que nos despedimos de nuestros amigos y nos fuimos los primeros, pero estábamos convencidos de que nos volveríamos a ver, porque es curioso pero los autocaravanistas conseguimos que el mundo sea como una especie de casa común en la que siempre coincidimos una y otra vez.
Al salir, me empeñé de acercarme otra vez a la zona del puerto de Cap d´Adge que habíamos conocido la noche anterior, porque quería hacer al menos un par de fotos. Tuve que dejar a Charo dentro de la Gaviota y aparcada de mala manera refunfuñando un poco, así que fui corriendo con la cámara en mano hasta llegar al puerto. Se trata de un puerto deportivo lleno de yates con una noria que lo define con una personalidad diferente, lo había visto el día anterior con los amigos, pero en ese momento de la mañana lucia precioso. Y a volver otra vez corriendo.
El recorrido que estábamos haciendo era siempre pegados al mar y muchas veces con agua a ambos lados de la carretera, había estanques enormes o marismas de agua, tal y como luego veríamos se trata de una zona natural que en si misma merece una visita para el avistamiento de aves.
Al pasar por la zona de Palavas-les-Flots vimos a un grupo de aves en una gran laguna y paramos a contemplarlas, estábamos al lado de una especie de centro comercial que en ese momento estaba vacío, pero nos vimos bien para dejar aparcada allí a la Gaviota. Volvimos andando hasta el lugar donde habíamos visto las aves y nos quedamos boquiabiertos había un grupo bastante numeroso de flamencos. Para nosotros fue una alegría inmensa, hemos visto mil veces a los flamencos en fotos o en documentales televisivos pero esta era la primera vez que teníamos la suerte de verlos en directo. Nos acercamos con mucho cuidado para no molestar a los flamencos, el día estaba medio nublado, pero aun así nos pareció un regalo precioso que nos había brindado el viaje.
Con el tesoro atrapado en nuestra cámara reemprendimos el viaje. |
Aigues Mortes
Y llegamos a Aigues Mortes, se trata de un municipio muy turístico, por lo tanto no es fácil aparcar, en cualquier caso tuvimos suerte y encontramos un camino donde se puede aparcar con facilidad, Chemin de Trente Ans (43.567852, 4.185501), bastante cerca de la ciudad pequeña localidad de 8.385 habitantes.
Desde allí fuimos andando hasta la entrada de la muralla, Aigues Mortes se encuentra al borde del mar o a decir verdad muy cerca de él, pero no es sólo la presencia del mar lo que caracteriza esta localidad medieval, sino que es el agua en si misma, ya que hay charcas de agua por todas partes, de hecho cuando nos acercábamos a la muralla la primera imagen que nos conquistó fue la del agua que la rodeaba la ciudad con muchos yates amarrados. Es indudable que todos tenemos una postal personal de los lugares que visitamos, sin saber porque es esa y no otra la que guardamos en nuestra retina, en este caso fue la de los barcos amarrados junto a la muralla de Aigues Mortes.
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Entramos en la La ciudad que se encuentra totalmente amurallada, el interior estaba lleno de turistas, y las calles infectadas de ese tipo de tiendas que florecen en los lugares turísticos. El recinto fue levantado en el siglo XIII y milagrosamente ha llegado intacto hasta nuestros días.
Aigues Mortes se encuentra en la entrada del parque natural de carácter regional denominado la Camargue que cuenta con dunas, lagunas, salinas y cultivos en la parte norte del delta. Se trata de una variedad de paisajes de una inmensa riqueza. Lo que supone que conocer solo la ciudad amurallada de Aigues Mortes puede ser un disparate si te consideras un buen viajero, pero es lo que hicimos nosotros, el tiempo manda y no pudimos ver mas.
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Esta pequeña localidad fue mandada construir por el rey San Luis de Francia, el rey al que debemos aquel dicho español de “eres mas bonito que un San Luis” y que es debido a lo bien vestidos que iban los soldados Franceses comandados por San Luis.
En las encantadoras calles de Aigues Mortes, había casi tantas tiendas y restaurantes como turistas
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Mompellier
Para terminar el día nos dirigimos a Mompellier. No es fácil aparcar en Mompelier, de la misma forma que ocurre en cualquier ciudad, consultamos las Apps que tenemos al uso y terminamos en un parking que hay en la zona del centro deportivo (43.613049, 3.886465), viene establecido como parking para autocaravanas por el Ayuntamiento, aunque nosotros solo vimos un parking para turismos, es mas, al llegar había bastante espacio vacío y nos pareció un lugar ideal, pero a partir de las 6 de la tarde ya estaba completamente lleno, estaban ocupadas todas las plazas y algunos turismos dando vueltas al acecho de algún espacio libre.
En cualquier caso el lugar donde habíamos aparcado estaba muy cerca del centro y nos fuimos andando para visitar la ciudad, a los pocos minutos llegamos a la Esplanade Charles-de-Gaulle, un parque en la zona urbana que linda con la Plaza de la Comedia, esta plaza es el centro neurálgico de la ciudad.
Tanto el parque como la plaza son totalmente peatonales, tan solo se ven tranvías en la plaza de la Comedia que está rodeada de la zona mas comercial de la ciudad, ésta linda con un centro comercial enorme que encaja perfectamente en la trama urbana del centro de Mompellier, se llama “Polygone” y en ellas se encuentran las “Galeries La Fayette” todo un clásico en Francia , así que se encuentra llena de transeúntes.
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la Opera y la la fuente de las Tres Gracias
Es uno de esos lugares que te hipnotiza, no solo porque siempre es agradable el “bicheo” como dice Charo, sino que además es una plaza con su propia personalidad debido a sus enormes dimensiones, el mobiliario urbano característico y las terrazas, pero sobre todo porque lo preside el edificio de la Opera y la la fuente de las Tres Gracias justo delante un conjunto imponente.
Después de ver el flamante acueducto volvimos sobre nuestros pasos y nos desviamos para ver la facultad de medicina, Mompellier es una ciudad universitaria, algo que se percibe con facilidad paseando por sus calles. La Facultad de Medicina de Montpellier es una de las más antiguas de Europa ya que data del siglo XII), entramos dentro y da la sensación de ya la hemos visto en alguna película.
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Adosada a la facultad se encuentra la Catedral Saint Pierre que no pudimos ver porque se encontraba cerrada.
Seguimos paseando y casi por casualidad vimos la Église Saint Anne que no está abierta al culto, tenía una bonita exposición de figuras creadas con vidrios de colores. Nos impactaron por su belleza, también por su tamaño en un entorno tan excepcional. |
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Dimos por terminada la visita y nos dirigimos a la Gaviota. Nuestra idea era salir mas tarde a cenar en Mompellier, la ciudad de 300.000 habitantes nos había encantado y no descartábamos dar un paseo en bicicleta por la mañana para llegar al mar que tan solo se encuentra a 10 kilómetros. Pero el paseo se tendrá que quedar pendiente para otra ocasión, porque cuando llegamos a la Gaviota el parking estaba abarrotado, no cabía ni un alfiler, lo mas probable era que los coches lo dejaran todo despejado poco tiempo después, ya que parecía que eran las actividades del centro deportivo las causantes de tanto agobio, pero yo me agobié mucho, pensando que tarde o temprano alguno aparcaría de mala manera en una esquina o en doble fila y nos dejarían allí atrapados y decidimos salir pitando de allí. Ahora con el paso del tiempo veo que fue una decisión absurda pero el miedo es libre y suele llevar a decisiones sin sentido.
Terminamos el día en Sete, donde sabíamos que había un área de pago (43.412687, 3.698070).
El área esta cerca de la estación y por lo tanto a escasos metros de las vías del tren, Pero eso es algo que nosotros no nos importa en absoluto, caemos a la cama rendidos y no nos despierta ni un terremoto.
El área esta cerca de la estación y por lo tanto a escasos metros de las vías del tren, Pero eso es algo que nosotros no nos importa en absoluto, caemos a la cama rendidos y no nos despierta ni un terremoto.
El área esta justo al lado de la estación
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Aparcada la Gaviota salimos a dar una vuelta por el centro del pueblo y a cenar en algún sitio, eran mas o menos las 8 de la noche y no se veía ni un alma, solo vimos cuatro restaurantes, quizás alguno mas, pero con gente cenando solo cuatro, al final caímos en un restaurante vietnamita este si estaba lleno, sobre todo de ingleses, tenia buena pinta y cenamos bastante bien. Después a dormir y mañana variamos Sete.
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Amanecimos en Sete, hacía un bonito día que invitaba a pasear. El parking por la mañana parecía un lugar mas agradable de lo que nos pareció la noche anterior, desde allí se veía el canal lo que suponía un punto a su favor, sin duda lo peor es que el tren pasa a escasos metros, pasaron dos mercancías, mientras desayunábamos que generaron un ruido increíble.
Sète es conocida como la isla singular
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Cogimos las bicis, es una ciudad muy plana donde las bicicletas nos iban a ser muy útiles. Al llegar al pueblo y volver a ver los lugares por donde habíamos pasado la noche anterior, no dábamos crédito, las calles estaban llenas de gente, sin duda tenía mucho que ver con que había mercadillo, pero no era tan solo en esa zona sino en cualquier calle de Sete, es mas en la zona del mercadillo apenas podías andar.
La ciudad, sin ser especialmente bonita, nos pareció encantadora, quizás por el bullicio, pero también por sus canales llenos de barcos, canales nos parecieron y creo que eso son pero en realidad podríamos decir que es el puerto de Sete y eso se pone de testimonio ya que cuanto mas cerca se está del mar mas grandes son los barcos.
Hicimos mucha fotos a los mil barcos hay pocas cosas que calienten tando los disparadores de una cámara de fotos como los barcos amarrados a las orillas de una canal o de un puerto
Disfrutamos muchísimo del mercadillo de aquella mañana y también del mercado en el que hay pescaderías que venden ostras para tomar allí mismo con un vino, en definitiva un lugar para pasar algunos dias disfrutando de esta bonita localidad pesquera.
Disfrutamos muchísimo del mercadillo de aquella mañana y también del mercado en el que hay pescaderías que venden ostras para tomar allí mismo con un vino, en definitiva un lugar para pasar algunos dias disfrutando de esta bonita localidad pesquera.
A Sète se la conoce como la isla singular, sin duda es cierto que no es un sitio corriente situada entre el Mar Mediterráneo y el Étang de Thau (estanque o lago de Thau), pero por si fuera poco muchos canales atraviesan la ciudad.
Pézenas
Pézenas es un pueblo turístico de 7.500 habitantes, con un diseño urbano de corte medieval por lo que no es fácil aparcar. Nosotros fuimos a un aparcamiento muy agradable que se encuentra justo pegado al cementerio, esta circunstancia nos la tomamos a guasa cada vez que nos pasa, porque no es extraño en Francia que los lugares reservados para las autocaravanas sean precisamente junto al cementerio. En este caso, se trataba de un lugar donde pueden aparcar también los turismos (43.456919, 3.419949), pero en cualquier caso es un sitio fantástico, incluso para pernoctar, aunque no dispone de los servicios necesarios para las autocaravanas.
Cuando alcanzamos el centro de la localidad percibimos de forma inmediata que se trata de una ciudad en la que merece la pena perderse paseando por sus calles estrechas . El pueblo con un centro histórico muy bonito, es una villa de corte medieval muy bien conservada, en ella encajan a la perfección sus tiendas de artesanos y los múltiples restaurantes con terrazas que vimos.
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En definitiva, un agradable pueblo típico para turistas con tiendas y restaurantes al uso.
De entre todas sus características destaca la estrecha relación que el lugar mantiene con Molière, ya que en esa villa vivió el famosísimo dramaturgo. No se tarda mucho en ver el pueblo y no nos apetecía tomar nada, así que continuamos nuestro camino en dirección a Beziers. |
Beziers
Llegamos a Beziers y enseguida nos dimos cuenta de la dificultad que íbamos a tener para aparcar la Gaviota, dimos un par de vueltas y terminamos agotados, así que decidimos dejarlo para más adelante y acercarnos primero a ver “Las Esclusas” que están a solo diez minutos de la localidad, la idea era volver a Beziers después.
Beziers es un pueblo medieval que se encuentra en un alto y a sus pies están las esclusas. En el Canal de Midi hay varios pasos que tienen que valerse de una esclusa para salvar un desnivel del terreno y favorecer la navegabilidad del canal, pero allí en Beziers el reto de los ingenieros era mucho más importante, pues consiste en salvar un desnivel de 21,5 metros en una longitud de 300 metros.
Lógicamente no se hace de una sola vez, sino que hay siete esclusas (antes eran nueve), una detrás de otra, de forma que cuando un barco quiere salvar los 21,5 metros de desnivel tiene trabajo para un buen rato, primero entra en una de las cuencas y una vez allí se abre la esclusa superior, después poco a poco se va llenando de agua hasta alcanzar el nivel de la cuenca superior, una vez allí entra en la siguiente cuenca y vuelta a empezar, así ocho veces.
Las cuencas son cortas y el canal estrecho, pero hay que aprovechar el espacio de forma que en cada cuenca entran cuantos más barcos mejor, todo este lío de esclusas y barcos subiendo o bajando, supone un ajetreo constante de los que pilotan los barcos y aquellos que desde fuera del canal ayudan con cuerdas a situarlos en la posición correcta, todo ello evitando golpearse con las demás embarcaciones. El movimiento de unos y de otros supone un trasiego hipnotizador, nosotros estuvimos allí un buen rato absortos, sin dejar de mirar aquel movimiento de los barcos y nos fuimos queriendo ver mas.
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El Canal de Midi se presenta tranquilo a su llegada a las esclusas
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Pero queríamos ver Beziers.
Así que volvimos al parking de pago que hay en la zona de las esclusas y cogimos la Gaviota decididos a tomar Beziers al asalto, convencidos que esta vez no se nos escapaba.
Así que volvimos al parking de pago que hay en la zona de las esclusas y cogimos la Gaviota decididos a tomar Beziers al asalto, convencidos que esta vez no se nos escapaba.
Es decir, el problema se centraba en aparcar la Gaviota en un lugar razonable. No obstante sabíamos que iba a ser difícil, no solo porque lo habíamos intentado antes sin éxito sino porque teníamos en la cabeza el relato escrito por nuestro amigo bloguero Erik de Tierras Insólitas, el contaba que intentó subir a Beziers con su “furgo” y tuvo que darse media vuelta sin conseguir dejarla en ningún sitio.
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Nosotros lo intentamos de varias formas, una de ellas fue ir al área propuesta por la App Park4night, que estaba en la plaza de toros, pero había muy pocas plazas y eran pequeñas incluso para nuestra Gaviota, además estaban todas ocupadas por turismos.
Así que tuvimos que desistir y renunciamos a la visita de la villa. Contaba Erik que se tuvo que conformar con hacer una la foto a Beziers desde el Puente que está a sus pies, porque no encontró un sitio aceptable, lo mismo hicimos nosotros, nos conformamos con hacer una foto antes de marcharnos, al menos conseguimos la mejor foto posible de la localidad.
Volvimos a coger La Gaviota, la idea era llegar a Minerve, pero por el camino pensamos que mejor dormir en algún pueblo pequeño que siempre es más fácil y además nos encanta.
Volvimos a coger La Gaviota, la idea era llegar a Minerve, pero por el camino pensamos que mejor dormir en algún pueblo pequeño que siempre es más fácil y además nos encanta.
Ouveillan
Decidimos parar en Ouveillan, un pueblo muy auténtico, es decir muy francés, encontramos un área municipal fantástica (43.29204, 2.97025) para unos 8 vehículos.
Sorprendentemente estaba llena, lo cual nos extrañó mucho ya que Ouveillan es una pequeña localidad de tan solo 2.200 habitantes y que además no goza de ningún reclamo turístico destacable, pero la verdad es que no es raro llegar a un área de cualquier sitio en Francia y encontrarla llena.
Ya era de noche y decidimos salir a conocer el pueblo, no nos hubiese importando tomar un cerveza o incluso cenar fuera, pero no encontramos nada abierto, de hecho solo vimos un par de seres humanos, a pesar de ver las calles completamente vacías, el pueblo nos encantó, con ese aire de pueblo tranquilo donde la calidad de vida es inmejorable.
Sorprendentemente estaba llena, lo cual nos extrañó mucho ya que Ouveillan es una pequeña localidad de tan solo 2.200 habitantes y que además no goza de ningún reclamo turístico destacable, pero la verdad es que no es raro llegar a un área de cualquier sitio en Francia y encontrarla llena.
Ya era de noche y decidimos salir a conocer el pueblo, no nos hubiese importando tomar un cerveza o incluso cenar fuera, pero no encontramos nada abierto, de hecho solo vimos un par de seres humanos, a pesar de ver las calles completamente vacías, el pueblo nos encantó, con ese aire de pueblo tranquilo donde la calidad de vida es inmejorable.
Nos levantamos por la mañana para ver el pueblecito de Ouveillan, estábamos convencidos de que aunque la noche anterior estaba desértico, aquella mañana habría mucha gente por las calles …. pero no fue así, había más o menos la misma, es decir nadie, pero en cualquier caso todo resultaba muy agradable, un lugar bonito para vivir, aunque quizás demasiado tranquilo. Lo curioso es que en la pequeña carretera que lo atravesaba de parte a parte, no paraban de pasar coches a toda velocidad, en fin, que nada es perfecto.
Al volver al área vimos el cartel anunciador que había justo a la entrada del área, nos daban la bienvenida y nos agradecían la visita al municipio, nos pareció un buen detalle y nos tocó la fibra sensible, justo al tiempo nos dimos cuenta de que estábamos al lado de una bodega de vinos, parecía que todo lo habían dispuesto para darnos gusto, porque nos encantan los vinos y nos apetecía hacer algo de gasto, aunque solo fuese en una simple botella de vino, así que al poco estábamos en la Gaviota con la botella en la mano que beberíamos días después.
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Habíamos comprado una botella que fue la que nos aconsejaron en la bodega, tan solo costó 10 euros y el vino era fantástico.
Minerve
Cogimos la Gaviota en dirección a Minerve. Ibamos un poco a ciegas porque teníamos poca información de ese pueblo, pero habíamos visto que aparecía como uno de esos pueblos catalogados dentro del grupo de los "Plus Beaux Villages de France" y no quisimos perdérnoslo.
Nos íbamos acercando por una carretera que bordeaba las montañas cuando empezamos a divisarlo, desde lejos se presenta como una pequeña aldea realmente espectacular.
Pensamos que sería difícil aparcar y aparcamos en dicha carretera y realmente lejos, así que nos tocaba una buena caminata, cuando ya habíamos caminado un buen trecho volvimos sobre nuestros pasos, habíamos visto un flamante aparcamiento dispuesto para los turistas (43.355703, 2.742296) bastante mas cerca del pueblo, así que decidimos dejar allí aparcada a la Gaviota. Desde ese lugar hasta la aldea se hace el camino a pie, pero no hay mucha distancia.
Minerve parece un pueblo que está haciendo equilibrios sobre un roca, situado en un paraje escandalosamente hermoso, en el que los valles llenos de vegetación, los viñedos y los olivos, parecen estar en perfecta armonía. Dicen que los vinos son otrs de sus atractivos, pero no quisimos comprar porque íbamos bien de reservas.
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Nos encantó, sobre todo por su ubicación, rodeado de gargantas, es un pueblo muy pequeño de unos 200 habitantes mas o menos, pero no tiene un solo rincón donde no merezca la pena pararse. Nos llevó muy poco tiempo verlo entero, pero no nos apetecía irnos, queríamos prolongar más nuestra estancia, así que decidimos comer allí, lo hicimos en un bonito restaurante desde donde se veía muy bien la garganta, en cuyo borde estábamos situados.
En nuestros viajes por Francia siempre procuramos no dejar de ver lo que se conoce como lo pueblos más bellos,y que se localizan fácilmente gracias a la distinción de “Le Plus Beaux Villages de France", de la que forman parte más de 150 pueblos y que nos asegura que la visita será espectacular.
Y nos dirigimos a Carcassonne, ni más ni menos
Carcassonne estaba en una lista situado en los primeros lugares y no solo por ser una localidad de un interés indudable que además es muy visitado por nuestros compañeros, pero sobre todo porque según habíamos leído muchas veces, es raro que no te destrocen la autocaravana para robarte. Sin duda es una exageración, porque somos conscientes de que las autocaravanas son muy seguras, pero no es menos cierto que habíamos leído varias veces que eso había ocurrido allí en Carcassonne, así que hemos de reconocer que esa circunstancia no dejaba de darnos vueltas en la cabeza.
Aparcamos la Gaviota en el “Parking Car Porte De Narbonne” (43.205414, 2.373296), no es un área sino un parking de pago para cualquier tipo de vehículos. Hay un servicio gratuito de vanettes que con mucha frecuencia te lleva directamente a la entrada de Carcassonne.
El caso es que nuestros miedos se disiparon enseguida y el parking y el trasporte nos pareció perfectamente organizado.
El caso es que nuestros miedos se disiparon enseguida y el parking y el trasporte nos pareció perfectamente organizado.
Nuestra opinión sobre Carcassonne quizás estaba escrita antes de que llegáramos porque nos cuesta mucho trabajo disfrutar de aquellos lugares muy turísticos o quizás deberíamos decir, excesivamente turísticos, cuando además son más bien pequeños y donde es imposible sustraerse a un turismo asfixiante que te impide disfrutar de la belleza que tienes delante. Porque Carcassonne es hermoso, eso es indiscutible.
Pero en definitiva no nos gustó. |
Lo curioso es que tiempo después cuando me documentaba para escribir este relato conocí un Blog, se llama “saltaconmigo” y los compañeros blogueros Sara y JAAC, me dieron algunas claves para sustraerse del turismo asfixiante y no dudo que si hubiéramos hecho eso Carcassonne nos hubiera gustado.
Sara, que es quien escribe en el blog nos advierte de que estamos ante una ciudadela medieval espectacularmente conservada y declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO y que para colmo está en Francia uno de los países más visitados del mundo, por lo que el turismo de autocar va a estar presente y acompañado de un ejército de chinos y japoneses, todos ellos siguiendo un paraguas o una banderita roja. No me descubría nada, eso era lo que me temía y así fue.
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Pero lo curioso es que nos da la receta para superarlo, dice y es cierto, que si se quiere disfrutar de Carcassonne hay que visitarla pronto, por la mañana antes de que lleguen los grupos organizados, es decir hay que estar en la ciudadela a 9 de la mañana o las 9.30 como muy tarde, a esa hora están las tiendas cerradas y los grupos de turistas todavía desayunando, qué razón tienes Sara.
Pero muy al contrario nosotros hicimos la visita en una hora punta, a primera hora de la tarde, había tiendas pensadas para los turistas por todos lados y mucha gente, no obstante lo cual la hermosura de Carcassonne no pasa desapercibida.
La muralla impresiona o quizás deberíamos decir las dos murallas, porque Carcassonne no solo es un recinto amurallado, sino un doble recinto amurallado ya que tiene dos murallas completas lo que supone que se deja un espacio libre entre ambas, este espacio llamado las lizas, era un lugar donde, en la Edad Media, los caballeros se ejercitaban para la guerra compitiendo en las justas.
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Restaurar o conservar, un límite que no siempre se respetaCarcassonne es el centro de un debate muy acalorado sobre si es correcto abordar restauraciones tan profundas como las que se pueden ver a lo largo de toda la ciudadela o si por contra deben respetarse los edificios históricos dejándolos como están aunque eso suponga verlo en ruinas, personalmente yo he sido siempre de los partidarios de las restauraciones, aunque con el debido respeto a los elementos originales, ese modelo parece el seguido en Carcassonne, pero no es menos cierto que quizás se han sobrepasado todos los límites aceptables. Nosotros pudimos ver grandes muros de la muralla con bloques de piedra artificial que imitaban groseramente a la piedra original.
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Así que nos despedimos de Carcassonne contemplándolo desde lejos que puede que sea la mejor imagen y mas bonita de esta emblemática ciudadela.
Alet les Bains
Cogimos nuestra Gaviota y nos dirigimos a Limoux donde, aunque no teníamos previsto visitar la población, había un área. No obstante antes de llegar nos acercamos a la curiosa localidad Alet les Bains de 500 habitantes.
Nos encantó este pequeño pueblo, que se encuentra junto al río Aude, tardamos poco en ver el pueblo donde destacan las ruinas de una antigua iglesia.
Charo me insistía en dormir al lado del río en un lugar muy tranquilo donde habíamos aparcado, pero yo me empeciné en que era mejor hacerlo en Limoux donde había un área y que así veríamos un poco la ciudad, al final dejamos Alet les Bains y nos fuimos a dormir a Limoux, he de reconocer que me equivoqué, como luego se puso de manifiesto, el lugar donde estábamos era precioso y nos debíamos haber quedado.
Limoux
Volvimos al área de Limoux y estaba completamente llena, no hubo manera de quedarnos allí, así que aparcamos delante de la oficina de turismo donde hay una zona de tierra par aparcar vehículos que se encontraba prácticamente vacía.
Viernes día 22, Limoux, Prades (de los Pirineos), Villefranche de Conflent
Así que desayunamos a trompicones y nos fuimos de Limoux sin plantearnos conocer la ciudad, a pesar de que nos imaginamos que algo interesante debía de tener, al menos eso se podría pensar a la vista de la cantidad autocaravanas que había en el área.
Prades (en los Pirineos)
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Y cogimos dirección Prades … o eso creíamos.
El recorrido que llevábamos diseñado en el viaje, llevaba previsto que el último municipio sería Prades, antes o después de hacer el recorrido del “Petit Train Jaune”. El recorrido que llevábamos diseñado en el viaje, llevaba previsto que el último municipio sería Prades, antes o después de hacer el recorrido del “Petit Train Jaune”.Haz clic aquí para editar.
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Así que Buscamos Prades en el GPS y pusimos rumbo hacia allí. El recorrido era precioso, estábamos adentrándonos en el Pirineo y los paisajes eran extraordinarios, nos entretuvimos bastante, como suele ser habitual cuando la carretera nos presenta un paisaje impresionante, bajamos varias veces a hacer fotos o a disfrutar de los espacios verdes y del olor del campo.
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Por fin llegamos a Prades (42.787898 , 1.880333), nos encontramos con un municipio bonito, interesante, un lugar fantástico para descansar y disfrutar del paisaje, pero no tenía nada especial y desde luego no tenía lo que nosotros esperábamos encontrar, porque nosotros habíamos ido buscando una localidad revestida en buena parte por mármol rojo. Habíamos leído en algunas guías que el municipio de Prades tenía algunas calles revestidas con dicho mármol. Pero el municipio en el que nos encontrábamos no tenía nada de eso, al principio pensamos que no lo estamos viendo y que estaría en alguna calle que todavía no habíamos visto, pero por mas que paseábamos no veíamos el mármol rojo por ninguna parte.
Dejamos de buscarlo y no le dimos mas importancia, en estos casos siempre te dices “a saber a qué se referían”, el caso es que poco después nos encontramos con un señor del pueblo, estuvimos charlando con él un buen rato, de esto y de lo otro y como no, de la situación política en España, que por lo que habíamos visto era una gran inquietud de los franceses en aquel momento, de hecho a veces parecía preocuparles más a ellos que a nosotros.
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En un momento de la conversación le preguntamos dónde estaba el famoso mármol rojo, nos contestó que en ningún sitio, “entonces” le dijimos, “aquí no hay mármol rojo, quizás estáis hablando de un pueblo bastante lejos de aquí, que sí tiene ese mármol rojo y si no me acuerdo mal se llama también Prades pero está cerca de Perpignan”. Nuestra perplejidad era absoluta, dos pueblos con el mismo nombre, de esa forma no hay GPS que pueda con ello. El caso es que seguimos charlando con aquel vecino del Prades equivocado, compartiendo con él nuestro despiste.
Volvimos a la Gaviota y estuvimos dándole vueltas a nuestro recorrido ahora que sabíamos que no estábamos en el sitio correcto y bastante alejados de nuestro destino. Repasamos un poco nuestro itinerario y llegamos a la conclusión de qué nos apetecía cumplir nuestro recorrido inicial, es decir ver de todas todas el famoso Prades de mármol rojo, en esos momentos no era sólo una cuestión de honor, sino que ahora nos apetecía más que antes debido a nuestro despiste y a la superstición siempre presente en estos casos de que quizás nos íbamos a perder algo muy especial.
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Así que reemprendimos el camino hacia la zona de Perpignan, íbamos contentos en cualquier caso porque lo pasamos bastante bien en aquel pueblo de los Pirineos y hacia un día espectacular.
Ir hacia Prades suponía un cambio de planes y eso iba a suponer añadir un pueblo no previsto que ahora nos pillaba de camino, así que emprendimos ruta en dirección a Ceret.
Ir hacia Prades suponía un cambio de planes y eso iba a suponer añadir un pueblo no previsto que ahora nos pillaba de camino, así que emprendimos ruta en dirección a Ceret.
Nos quedaban un montón de kilómetros por delante, el cambio de ruta suponía en buena medida volver hacia atrás y recorrer todo el camino que había desde el Prades del Pirineo hasta el Prades que se encuentra cerca de Perpignan. El camino atravesaba durante todo el recorrido los Pirineos franceses, lo que supuso que disfrutamos del sensacional paisaje, lo curioso es que en ningún momento nos cruzamos con otros vehículos, íbamos completamente solos en una mañana radiante del mes de septiembre, quedaban muchos kilómetros por delante, pero el viaje era muy agradable. Pasada la mitad del recorrido la carretera comenzó a presentar una pared de roca en el lateral izquierdo, ésta a veces formaba casi un túnel de forma que asustaba ver como se venía sobre nuestra Gaviota, iba un poco asustado la verdad y cada vez más despacio, de pronto mis peores presagios se vieron cumplidos, delante mía había un túnel toscamente cavado en la roca, no tenía ninguna señalización, es decir, no podía saber si era inferior o superior a 3 metros de altura. Charo se bajó para ayudarme, no paraba de repetirme “que pasas, tranquilo que pasas”, pero yo no me sacudía el agobio y estaba convencido de que en un momento dado me iba decir “ah … pues no lo pasas”. Por suerte pasamos y vimos el final del túnel. Afortunadamente no nos cruzamos con nadie, lo que me permitió ir por el centro, donde la altura me era más favorable.
Poco después habíamos cruzado el túnel y no habíamos tenido ningún golpe, la anécdota se quedará para poder contársela a nuestros nietos, o mejor, a nuestros compañeros autocaravanistas.
Y por fin llegamos a Ceret.
Y por fin llegamos a Ceret.
Habíamos leído que sus elementos diferenciales estaban asentados en tres patas, las cerezas, el Museo de Arte Moderno y el amor hacia las corridas de toros. Pero nosotros solo pudimos conocer el Museo. No había ninguna corrida de toros en ese momento y tampoco hubiéramos ido, porque no es algo que nos guste, pero tampoco vimos elementos o hitos que sugieran ese amor a los toros por ninguna parte, sabíamos que había una estatua o escultura dedicada a todos los toreros y nos resultaba curioso porque se encuentra en una población de la cataluña francesa que rinde tributo a este festejo tan español y en el que, además, se pueden ver los escudos de los países en los que se practica la tauromaquia, pero se encontraba en las afueras y no hicimos ningún intento de verla.
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Tampoco vimos gran cosa sobre las cerezas, porque evidentemente no estábamos en la época, de hecho la Fiesta de la Cereza se celebra a finales de mayo, aunque lo que sí que se ve son muchas tiendas con todo tipo de productos relacionados con la cereza.
No entramos en el museo, la visitas a los museos es algo que en la actualidad tenemos fuera de nuestros hábitos por la única y exclusiva razón de que un museo requiere que se le dedique mucho tiempo, hay que visitarlos con tranquilidad para poder disfrutar de su contenido y eso no es posible cuando se viaja con el reloj presidiéndolo todo, hay cosas a las que tenemos que renunciar y los museos es una de ellas.
No entramos en el museo, la visitas a los museos es algo que en la actualidad tenemos fuera de nuestros hábitos por la única y exclusiva razón de que un museo requiere que se le dedique mucho tiempo, hay que visitarlos con tranquilidad para poder disfrutar de su contenido y eso no es posible cuando se viaja con el reloj presidiéndolo todo, hay cosas a las que tenemos que renunciar y los museos es una de ellas.
Es la primera vez, que yo recuerde, que veo banderas políticas dentro de una iglesia, lo que pone de manifiesto la fuerte identidad catalana que hay en esta región francesa.
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Pero de esto si tuvimos noticias mientras paseábamos por Ceret, vimos el Museo de Arte Moderno, nombres como los de Picasso, Braque o Juan Gris forman parte de la historia de Céret y no es de extrañar que esto haya dejado una huella tan importante.
Total, que parece que no vimos nada en Ceret y nada nos interesó lo suficiente, pero no fue así, primero porque éramos consciente de la carga de trascendencia que la población tenía tras de sí y después porque disfrutamos mucho de nuestra pequeña estancia en la localidad. Paseamos por el centro histórico y disfrutamos de sus calles tranquilas y del pueblo de sabor típicamente francés, con numerosos bares y terrazas, así como muchos rincones con encanto.
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Una de las cosas más características de Ceret, que le otorgan una seña de identidad propia, es la existencia de multitud de paseos arbolados, siempre a base de plátanos de sombra de grandes dimensiones, que ofrecen un lugar muy agradable para sentarse en las terrazas.
Sin duda un buen lugar para pasar algunos días disfrutando del bonito pueblo y de sus paisajes, con senderos muy agradables de pasear.
Sin duda un buen lugar para pasar algunos días disfrutando del bonito pueblo y de sus paisajes, con senderos muy agradables de pasear.
Pusimos rumbo a Villefranche de Conflent, un bonito pueblo de corte medieval desde cuya estación parte el famoso tren“Petit Train Jaune”.
Con tanto lío después de habernos perdido en los Pirineos llegamos a Villefranche poco antes de que se hiciera de noche.
Con tanto lío después de habernos perdido en los Pirineos llegamos a Villefranche poco antes de que se hiciera de noche.
Es una pequeña villa medieval de tan solo 202 habitantes, está declarada patrimonio mundial de la UNESCO y forma parte de la lista de pueblos clasificados como los más bellos de Francia.
Nosotros llegamos muy tarde y aparcamos en la estación, para estar allí por la mañana ya que teníamos previsto coger el “Petit Train Jaune”.
Nosotros llegamos muy tarde y aparcamos en la estación, para estar allí por la mañana ya que teníamos previsto coger el “Petit Train Jaune”.
Era nuestra última noche en el viaje que estábamos haciendo a la región Languedoc-Roussillon en Francia y decidimos ir a cenar, teníamos pocas esperanzas de encontrar algo abierto en un pueblo tan pequeño, pero al menos queríamos visitarlo porque no tendríamos tiempo la mañana siguiente.
Llegamos a la población y tuvimos la sensación de viajar en el tiempo, se trata de una villa medieval rodeada de una impresionante fortificación, accedimos por una de las puertas fortificadas que nos daba acceso a dos calles paralelas que configuraban la totalidad del pueblo, no había más. Pero lo que más ambientaba nuestra visita era la luz del atardecer, donde la escasa iluminación te trasladaba, más si cabe, al pasado.
A pesar de que las calles estaban completamente desérticas vimos dos restaurantes abiertos, uno de ellos parecía más acogedor y decidimos entrar.
Cenamos bien y lo pasamos mejor, porque terminamos charlando con los dueños del restaurante, eran un matrimonio portugués y no faltó conversación hablando de Portugal, España y Francia.
Cenamos bien y lo pasamos mejor, porque terminamos charlando con los dueños del restaurante, eran un matrimonio portugués y no faltó conversación hablando de Portugal, España y Francia.
Nos fuimos a dormir bien entrada la noche.
Sábado día 23, Villefranche de Conflent (le “Petit Train Jaune”),Prades.
Dormimos en la Estación del Ferrocarril(42.590346, 2.370074) donde teníamos que coger el famoso “Petit Train Jaune”.
Nos levantamos por la mañana muy temprano porque el tren que teníamos previsto salía a primera hora.
Al famoso tren amarillo también se le conoce como "el Canario” “le Canari”, sale de la estación de Villefranche-de-Conflent y llega hasta Latour-de-Carol.
Nos levantamos por la mañana muy temprano porque el tren que teníamos previsto salía a primera hora.
Al famoso tren amarillo también se le conoce como "el Canario” “le Canari”, sale de la estación de Villefranche-de-Conflent y llega hasta Latour-de-Carol.
Se construyó para dar acceso a las zonas más altas de Cataluña, pero ahora sólo tiene un uso turístico con 4000.000 pasajeros al año. Gracias a él se tiene acceso a dichas zonas y en especial al Parque Natural Regional de los Pirineos Catalanes.
El tren para en todas las estaciones, en nuestra caso que no hicimos el recorrido completo fueron 13 estaciones, tardamos más de una hora y eso que solo fuimos hasta Font Romeu lo que supuso que la ida y vuelta nos llevó unas tres horas aproximadamente. No sabemos cómo sería el recorrido completo hasta Latour-de-Carol, pero lo que hicimos nosotros nos pareció suficiente. |
En el recorrido de ida íbamos en uno de los vagones cerrados, en el que íbamos completamente solos, ya que cogimos el tren muy pronto por la mañana y nos dio miedo que pasáramos frío en los vagones descubiertos, pero a la vuelta fuimos en uno de ellos y disfrutamos muchísimo mas el viaje viendo el hermoso paisaje de montaña, es indudable que los vagones abiertos te brindan un panorama excepcional.
El tren se eleva a 1.596 metros, lo que supone que es la vía ferroviaria más alta de Francia. |
Así que empleamos toda la mañana para hacer el recorrido, la sensación que teníamos al llegar otra vez a Villefranche-de-Conflent no era clara en el sentido de clasificar la experiencia como maravillosa o no, por varias razones, la primera es porque nosotros hicimos la ida y la vuelta de un tirón y eso nos supuso un viaje demasiado largo, quizás aquellos que toman el tren para ir a una zona a hacer una marcha y horas después toman otra vez el tren lo disfrutarán más, la segunda es que en la parte del recorrido más baja apenas se ve nada, porque hay muchos túneles y vegetación encima del tren, por último el precio nos pareció muy caro.
En cualquier caso no es menos cierto que repetiríamos la experiencia.
Llegamos otra vez a Villefranche-de-Conflent y prácticamente habíamos terminado nuestro viaje, nos quedaba un último destino, el pueblo del mármol rojo, Prades.
Llegamos otra vez a Villefranche-de-Conflent y prácticamente habíamos terminado nuestro viaje, nos quedaba un último destino, el pueblo del mármol rojo, Prades.
Para acercarnos a Prades fuimos unos pocos kilómetros hacia atrás desde Villefranche-de-Conflent. Para nosotros este pueblo se había convertido en la anécdota del viaje, por lo que nos ocurrió cuando nos confundimos de pueblo y terminamos en el Pirineo. Aunque habíamos leído cosas del pueblo parecía que no teníamos mas referencias que la que habíamos leído a un bloguero sobre el mármol rojo que reviste algunas calles.
Pero al llegar a Prades nos dimos cuenta de que el pueblo es mucho más que esa peculiaridad. Para empezar el nombre de Prades en catalán es Prada de Conflent o simplemente Prada, me cuesta mucho entender porqué existe esa mala costumbre de traducir los nombres de las localidades, si Prada es una localidad catalana no existe razón para cambiarlo. |
Además Prada es la capital de Conflent (de ahí el nombre), una pequeña y acogedora localidad de 6.000 habitantes con un considerable patrimonio artístico y cultural.
Paseamos por la localidad y descubrimos el famoso mármol rojo que lucía en buena parte de las aceras de la localidad y un poco por todos lados, es cierto que es algo que llama poderosamente la atención, al parecer debe de haber canteras con este tipo de material y su presencia se deja ver por todos lados.
Aunque nosotros apenas la vimos merece la pena visitar la magnífica iglesia de San Pedro terminada en el siglo XVII pero con vestigios que vienen desde el siglo XII, se encuentra en una bonita plaza con terrazas.
Pero si hablamos de Prada hablamos de Pau Casals el llamado "príncipe del violonchelo”, un auténtico virtuoso que estableció su residencia en la localidad como consecuencia del exilio tras la guerra civil española.
Aunque nosotros apenas la vimos merece la pena visitar la magnífica iglesia de San Pedro terminada en el siglo XVII pero con vestigios que vienen desde el siglo XII, se encuentra en una bonita plaza con terrazas.
Pero si hablamos de Prada hablamos de Pau Casals el llamado "príncipe del violonchelo”, un auténtico virtuoso que estableció su residencia en la localidad como consecuencia del exilio tras la guerra civil española.
En la visita a Prada no se puede obviar la de la abadía de San Miguel de Cuixà, es muy difícil no ver los carteles indicadores porque al acercarse a la localidad están por todos lados, está muy cerca de Prada, en el municipio de Codalet y en un entorno precioso. Nosotros nos acercamos allí con la Gaviota y resultó muy fácil aparcar, fuimos recibidos por un rebaño de ovejas que pasaba por el lugar lo que dio un ambiente más auténtico a la visita.
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la abadía de San Miguel de Cuixà
La abadía de San Miguel de Cuixà es del siglo IX, actualmente está regentada por los benedictinos. La visita es de pago pero merece la pena porque el lugar es excepcional.
Lo más significativo es que todos los veranos, a caballo entre los meses de julio y agosto, la abadía celebra el “Festival de Música de Cámara Pablo Casals", algo que para los aficionados –como nosotros- debe ser impresionante debido a la excepcional acústica de la abadía.
Por cierto que en algunos sitios de la abadía nos encontramos, también, el famoso mármol rojo que marca la seña de identidad de la zona.
Lo más significativo es que todos los veranos, a caballo entre los meses de julio y agosto, la abadía celebra el “Festival de Música de Cámara Pablo Casals", algo que para los aficionados –como nosotros- debe ser impresionante debido a la excepcional acústica de la abadía.
Por cierto que en algunos sitios de la abadía nos encontramos, también, el famoso mármol rojo que marca la seña de identidad de la zona.
Vuelta hacia España, dirección a Puigcerda
Cogimos la Gaviota y emprendimos el camino de vuelta hacia España, íbamos en dirección a Puigcerda, atravesamos una carretera que hacía prácticamente el mismo recorrido que habíamos hecho por la mañana con el Tren Amarillo. La carretera era una auténtica delicia serpenteando por la ladera de la montaña, no se trata de una carretera estrecha, más bien es muy ancha, pero el paisaje es espectacular.
Como siempre cuando comenzamos el camino de vuelta vamos con un cierto estado de euforia, porque somos conscientes de que hemos “atrapado” otra vez más un excelente viaje, lo llevábamos publicado en nuestro Facebook día a día, y haríamos una entrada del relato/reportaje en nuestra web, así como una película o video resumen en el YouTube, así que ya era un viaje muy nuestro. Según íbamos recorriendo las curvas de la carretera que subía la montaña, decidimos parar en un mirador y nos hicimos un selfie de despedida.
Llevábamos en el recuerdo un montón de fotos y un mayor conocimiento de una zona de la que apenas conocíamos nada, el Languedoc-Roussillon es una parte de Francia muy bonita pero además, habíamos visto y entendido en buena medida el Canal de Midi y la Cataluña francesa, que estuvo bajo la corona española hasta que terminó pasando a manos de la corona Francesa, lo que nos hizo comprender, más si cabe, lo que significó la Edad Media en la historia de Europa, en definitiva un viaje apasionante.
Llevábamos en el recuerdo un montón de fotos y un mayor conocimiento de una zona de la que apenas conocíamos nada, el Languedoc-Roussillon es una parte de Francia muy bonita pero además, habíamos visto y entendido en buena medida el Canal de Midi y la Cataluña francesa, que estuvo bajo la corona española hasta que terminó pasando a manos de la corona Francesa, lo que nos hizo comprender, más si cabe, lo que significó la Edad Media en la historia de Europa, en definitiva un viaje apasionante.