Viaje a la Navidad
El presente viaje está dividido en cuatro partes, estas son las dos anteriores
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Tercera Parte: Desde Salzburgo hasta Viena
Y estas son las localidades que vimos
- Salzburgo
- St. Gilgen
- Strobl
- Saint Wolfgang
- Hallstatt
- Gmunden
- Linz
- Steyr,
Salzburgo
Llegamos al área Salzburgo todavía con luz diurna (47.835959, 13.060189).
Estábamos en diciembre, en las proximidades del solsticio del invierno, lo que supone que a las 4 de la tarde ya era de noche, además, ahora vivimos viajando, lo que supone que vamos mucho más despacio, hacemos de algunos lugares un sitio para vivir varios días y eso supone que el motor de nuestra autocaravana está mucho tiempo parado y no produce energía, tampoco produce mucha nuestra placa solar, porque hay muy pocas horas de luz y el sol no se deja ver bien, a veces no se deja ver nada de nada. Para colmo, son fechas en las que hay que pasar muchas más horas en la Gaviota de las que pasamos en otra época del año.
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Así que la decisión que tomamos es cubrir el mayor número de días posibles en áreas de autocaravanas con luz.
Austria no se caracteriza por disponer de una amplia red de áreas de autocaravanas no mucho mas de una veintena, en cualquier caso nosotros encontramos cuatro, todas perteneciente la misma empresa, una en cada una de las principales ciudades en las que íbamos a estar, en ellas pararíamos varios días y contar con energía eléctrica sería lo mejor.
Austria no se caracteriza por disponer de una amplia red de áreas de autocaravanas no mucho mas de una veintena, en cualquier caso nosotros encontramos cuatro, todas perteneciente la misma empresa, una en cada una de las principales ciudades en las que íbamos a estar, en ellas pararíamos varios días y contar con energía eléctrica sería lo mejor.
Estábamos en Austria para pasar una Navidad blanca y Salzburgo nos había recibido muy navideño y con nieve en todas partes.
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Ya habíamos estado en el área de Hall para disfrutar de aquella zona y de forma especial de la ciudad de Innsbruck y ahora llegábamos a una de las áreas de la empresa Premium Stellplatzt que tienen en Salzburgo (días después, estaríamos en las de Viena y Graz). Resultan algo caras (19 euros más 2 de luz) pero estan muy bien. Dicen contar con wifi, pero eso es muy discutible, concretamente en Salzburgo, pagamos dos euros más por el acceso a su red WIFI y rara vez teníamos una velocidad aceptable.
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Nos sentimos engañados y deberíamos haber reclamado la devolución de ese importe, pero no lo hicimos porque era un suplicio entenderse con la gente que está al cargo del área, allí en Salzburgo no eran los reyes de la simpatía.
En aquellos días contar con aquellas áreas nos resolvió el principal problema de aparcamiento en lugares muy complicados como Salzburgo o Viena.
Veníamos de la zona de Hall in Tirol y por allí ya había nevado mucho, pero en Salzburgo parecía que había nevado más aún, el área estaba toda blanca.
La nieve nos producía sensaciones enfrentadas, por un lado, nos encantaba ver todo tan bonito, a fin de cuentas, habíamos venido a Austria a pasar una navidad al más puro estilo de una “estampa navideña”, pero por otro lado cada vez hacía más frío, con temperaturas siempre por debajo de cero y aquello nos daba un poco de respeto.
Veníamos de la zona de Hall in Tirol y por allí ya había nevado mucho, pero en Salzburgo parecía que había nevado más aún, el área estaba toda blanca.
La nieve nos producía sensaciones enfrentadas, por un lado, nos encantaba ver todo tan bonito, a fin de cuentas, habíamos venido a Austria a pasar una navidad al más puro estilo de una “estampa navideña”, pero por otro lado cada vez hacía más frío, con temperaturas siempre por debajo de cero y aquello nos daba un poco de respeto.
Jueves 13 de Diciembre de 2018
Era una mañana fría pero también lucia el sol
A la mañana siguiente nos despertamos con sol, había nubes, pero el sol parecía inundarlo todo.
Habíamos superado una noche muy fría a -5º, sin apenas enterarnos, cuando salí fuera de la Gaviota pude comprobar que había sido una noche de heladas, las autocaravanas que estábamos en el área teníamos témpanos de hielo en los faldones del vehículo. Nosotros sin embargo, habíamos dormido sin enterarnos y gracias a la calefacción, bien calentitos.
Habíamos superado una noche muy fría a -5º, sin apenas enterarnos, cuando salí fuera de la Gaviota pude comprobar que había sido una noche de heladas, las autocaravanas que estábamos en el área teníamos témpanos de hielo en los faldones del vehículo. Nosotros sin embargo, habíamos dormido sin enterarnos y gracias a la calefacción, bien calentitos.
Teníamos la idea de pasar tres días enteros en Salzburgo, es una ciudad grande con 152.000 habitantes y con mucho que ver y hacer.
Antes de salir estuvimos haciendo planes sobre los lugares que visitaríamos allí. La ciudad tiene mucho que ver, pero nosotros veníamos a disfrutar de ella en época navideña, así que no pensábamos perder la cabeza visitando lugares o museos que nos apartasen de nuestro principal objetivo. La idea que teníamos era la de dejarse llevar y pasear libremente por sus calles, deteniéndonos de forma especial en los mercadillos navideños.
Getreidegasse
Salimos del área y cogimos el autobús 21 que nos llevaba directamente a Salzburgo. La parada está justo en la puerta del área, parece que han tenido el detalle de situar ahí la parada pensando en los viajeros que venimos en autocaravana.
Por el camino leía en una guía que estábamos en el país del Romanticismo, su lectura me hizo pensar que debía sumergirme en esa época y conocerla mejor, viajar siempre me pone tareas y sólo cuento con internet para abordarlas, pero acabábamos de contratar acceso a wifi en el área de Salzburgo y eso me daba mucho juego, porque el romanticismo me estaba esperando en la cuidad de Mozart.
Por el camino leía en una guía que estábamos en el país del Romanticismo, su lectura me hizo pensar que debía sumergirme en esa época y conocerla mejor, viajar siempre me pone tareas y sólo cuento con internet para abordarlas, pero acabábamos de contratar acceso a wifi en el área de Salzburgo y eso me daba mucho juego, porque el romanticismo me estaba esperando en la cuidad de Mozart.
Austria, Mozart y el Romanticismo.Austria en el Siglo XVIII se hallaba en el corazón mismo del nacimiento del Romanticismo, ese movimiento cultural que se genera como una reacción revolucionaria contra la rígida cultura anterior, el romanticismo cambia la prioridad, que desde ese momento pasa a ser la de los sentimientos.
En los días en los que estuvimos en Salzburgo no dejaba de leer que el movimiento del romanticismo había prendido de tal manera en el país, que formaba parte indisoluble de su cultura y de su forma de ser.
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También leí que Salzburgo, forma parte de la famosa Ruta Austriaca del Romanticismo, que íbamos a recorrer en una gran parte de sus pueblos, Salzburgo y Viena configuran dos de sus puntos claves.
<<< Ruta Romantica
<<< Ruta Romantica
El Puente de los Enamorados resultó, para nosotros, un lugar muy especial en Salzburgo. |
Acabábamos de cruzar un puente para ir a la parte nueva de la ciudad, la idea era la de ver desde ese lado del río la parte vieja, pero lo primero que llamó nuestra atención fue el Puente de los Enamorados, es un puente sencillo y moderno, en definitiva no tiene nada de especial para que reparásemos en él, salvo que la barandilla lucía desde lejos con muchos destellos de colores, pensamos que podía tratarse de lucecitas de Navidad, desde allí no distinguíamos lo que era, así que intrigados fuimos andando hasta llegar al puente.
El Puente Makartsteg, que así se llama el Puente de los Enamorados, atraviesa el río Salzach y marca la separación entre la nueva y la vieja ciudad.
Cuando llegamos allí, pudimos comprobar que aquellos destellos que nos intrigaban desde lejos, eran miles y miles de candados que los enamorados dejan enganchados en la barandilla. Son candados de distintos colores, aunque el más abundante es el color rojo, llevan grabados los nombres de los enamorados que lo han dejado ahí, las parejas los enganchan en la barandilla y tiran las llaves al río, todo ello da por supuesto que las parejas de enamorados volverán algún día al puente, a comprobar que su candado sigue allí en el puente, tan firme como el amor que sienten el uno por el otro.
Lamentablemente nosotros no llevábamos un candado para ponerlo en la barandilla y después tirar la llave al río Salzach, como manda la costumbre. Pensamos en ese momento que aquello de poner el candado es más para parejas muy jóvenes, en su primera fase de relación y nosotros no somos jóvenes y llevamos varios años juntos, pero aun así disfrutamos del momento, como si hubiésemos puesto nuestro candado como una parejita más, a fin de cuentas formamos parte del mundo de los enamorados y como el resto de enamorados pensamos que algún día volveremos a Salzburgo.
Y cruzamos el puente para adentrarnos en el casco antiguo de la ciudad. Poco después y casi sin quererlo estábamos la calle más famosa y con mas turistas de toda la ciudad, la calle se llama Getreidegasse.
A diferencia de lo que nos había pasado en Innsbruck, en Salzburgo no solo había italianos, sino que había gente de todas las nacionalidades, incluso oímos hablar en español. |
La concurrida calle de Getreidegasse
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Se trata de una calle comercial con tiendas de precios prohibitivos. Ese día estaba muy bien adornada con bolas y luces tan bonitas como elegantes. En esa calle podemos encontrar la casa donde nació y vivió Mozart hasta los 17 años.
Y es que Salzburgo es la ciudad de Mozart, vayas por donde vayas está Mozart por todos lados, llegas a pensar tanto en el músico que parece que en cualquier momento vas a tropezarte con él en cualquier calle. Salzburgo a fin de cuentas es la ciudad de la música, ya que en ella nacieron Wolfgang Amadeus Mozart y el famosísimo director Herber Von Karajan. |
Paseamos sin parar por el centro histórico de la ciudad que está declarado Patrimonio de la Humanidad, sus casas están ahí desde el medievo y ahora lucen el esplendor del éxito turístico.
Pero nosotros estábamos allí para vivir la Navidad austriaca y en Salzburgo no nos resultó difícil, porque cada dos por tres nos encontrábamos con un mercadillo navideño. |
Según estábamos comprobando, hay una diferencia abismal entre la Navidad de las ciudades turísticas y la de los pequeños pueblos, en estos últimos los mercadillos abren y están llenos de gente en las horas nocturnas de 6 a 9 de la noche, sin embargo en Salzburgo había gente en los mercadillos a cualquier hora del día debido a la afluencia de turistas.
La Catedral es, sin duda, la joya arquitectónica de la ciudad |
Se trata de un impresionante edificio barroco del siglo XVII. La catedral tiene en sí misma méritos suficientes para ser el único motivo para que se declarará al casco histórico de Salzburgo patrimonio de la humanidad, pero por si fuera poco, en ese lugar se bautizó a Mozart y eso supone añadir mucho valor al lugar.
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Pasamos un buen rato Charo y yo contemplando su fantástica arquitectura, nos asombraba la impresionante cúpula central, mirábamos aquí y allá y no parábamos de ver siempre el órgano, parecía que estaba por todas partes y en cierto modo es así, porque hay cuatro órganos, uno en cada una de las esquinas debajo de la cúpula, cuatro ni más ni menos, para colmo no eran los únicos, porque a la entrada de la catedral había un quinto órgano, éste de un tamaño majestuoso, casi más grande que los otros cuatro juntos.
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Todo muy a lo grande, pero si grande es el número de órganos que tiene la catedral, quizás lo sea mucho más el hecho de saber que el mismísimo Wolfgang Amadeus Mozart fue organista en esa catedral. Como decimos Mozart por todas partes.
La corona de Adviento
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Desconocemos si siempre está abierta, pero al menos en esos días en los que se celebraba el adviento, si lo estaba.
Justo delante y en uno de sus laterales había dos mercados navideños, los más grandes de toda la ciudad. Acorde con su tamaño había un bullicio constante, muy divertido. Se podían comprar regalos de todo tipo, sobre todo de motivos navideños y como siempre, había una amplia oferta para beber vino caliente y comer las especialidades tradicionales austriacas.
En Salzburgo dejamos de ver la Kiachl, aquellas tortas de pan con choucroute en el centro, que tanto habíamos comido por la zona de Innsbruck. En cualquier caso, la oferta gastronómica era abundante, en especial la oferta de salchichas. |
No dejaba de sorprendernos la cantidad de salchichas que veíamos en los puestos, las hay de muchas clases y formas distintas, se presentan hervidas o a la brasa, acompañadas con patatas o con una salsa, sin duda es el plato más popular para los austriacos y al final te contagias y también comes salchichas.
La tienda Furst, con su escaparate dedicado íntegramente a los bombones Mozart >>>
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Habíamos decidido seguir la recomendación de nuestro amigo Jesús Álvarez y buscar una pastelería donde al parecer venden los auténticos bombones de Mozart, nos pusimos a buscarla por la indicaciones que nos decían que estaba muy cerca de la catedral y que su nombre es Furst.
La encontramos y nos impactó su escaparate, estaba lleno de los famosos “bombones Mozart”, tan lleno que no había ninguna otra cosas que no fuese los bombones en distintas presentaciones. |
Pero los bombones Mozart se ven por toda la ciudad, muchas veces son idénticos a los que se venden en Furst imaginamos que proceden de esa pastelería, pero otras veces son distintos y también se llaman bombones Mozart.
Entramos para comprar unos pocos, queríamos probarlos. Cuando nos dijeron el precio, se nos quitaron las ganas de golpe y porrazo, porque el susodicho bomboncito costaba 1,20 euros la pieza, así que había que ser cauto con la compra, no olvidemos que ahora somos unos tristes pensionistas o más bien, un triste pensionista sin la ese del plural, porque solo contamos con una pensión.
Entramos para comprar unos pocos, queríamos probarlos. Cuando nos dijeron el precio, se nos quitaron las ganas de golpe y porrazo, porque el susodicho bomboncito costaba 1,20 euros la pieza, así que había que ser cauto con la compra, no olvidemos que ahora somos unos tristes pensionistas o más bien, un triste pensionista sin la ese del plural, porque solo contamos con una pensión.
En cualquier caso, compramos dos y los comimos el acto. El bombón es una pequeña bola hecha con una masa parecida al mazapán y envuelta en chocolate. No estaba mal, pero el precio parecía sugerir algo más impresionante. Charo poso cara de “pues vaya” y nos fuimos sin comprar más. Claro que por muy buenos que hubieran estado, no hubiéramos comprado más, son muy caros.
La cafetería se inició con Carl Tomaselli hacía más de 160 años., pero lo realmente curioso es que el padre de Carl era un tenor italiano que buscando abrirse camino en el mundo de la música, se mudó a Salzburgo, consiguiendo ser el tenor de la corte. Aquello le facilitó una estrecha relación con la familia de Wolfgang Amadeus Mozart con el que participó musicalmente en diversas ocasiones.
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Así que tomarse un cafe y una tarta en Tomaselli no es una cosa baladí y lo mismo debieron pensar todos los que estaban allí aquella tarde porque no cabía ni un alfiler más.
<<< No es fácil conseguir una mesa en Tomaselli.
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Y volvimos a la Getreidegasse, sin duda la calle más famosa de Salzburgo y con más turistas de la ciudad, habíamos comenzado la visita a la ciudad por esa popular calle y volvimos para despedir nuestro primer día de visita a la ciudad. Es la calle comercial del centro histórico, aunque decir eso de una calle de Salzburgo es difícil porque la ciudad entera es comercial.
En uno de los extremos de la calle se encuentra una casa amarilla, es el número 9 y se trata de la casa donde nació y vivió durante 17 años el músico Wolfgang Amadeus Mozart.
Salzburgo es así, vayas donde vayas, encuentras un lugar donde Mozart, se tropezó, sacó su caja de rape o se puso a tocar el violín, hay que ofrecer contenido a los turistas y si de presentar contenidos se trata, a Salzburgo le van a dar el “summa cum laude”. |
Getreidegasse
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Cansados de tanto callejear nos fuimos a coger el autobús camino de nuestra Gaviota.
Viernes 14 de Diciembre de 2018
Decidimos pasar el día en la Gaviota, estar tranquilos y dedicarnos al “dolce far niente”, pero no fue buena idea, al final de la tarde Charo estaba cansada de no hacer nada en todo el día y pensamos que echábamos de menos nuestro querido Hall, en aquel pueblo hubiéramos salido a dar un pequeño paseo, pero en el área de Salzburgo no puedes hacer nada, las opciones son quedarse en la Gaviota o coger el autobús para ir a Salzburgo, nos apetecía simplemente dar un paseo, pero coger un autobus para dar un paseo, era como matar moscas a cañonazos. Para colmo el wifi que habíamos contratado apenas funcionaba diez minutos y al rato ya no funcionaba, resultaba exasperante, pensé en varias ocasiones ir a recepción, pero me daba muchísima pereza, uno de los dos encargados habla algo de italiano a pesar de lo cual no era fácil entenderse con él, son gente extraña de la que no hubiera sabido decir si son raros o antipáticos. La cuestión es que no resultaba agradable entenderse con ellos.
Días después en el área de Viena, donde había tres chicas en recepción encantadoras, hubo días que nos quedamos sin salir y sin embargo fueron días agradables, pasábamos tiempo en la Gaviota pero también íbamos a la cafetería del área, un lugar donde había mesas, sillas y una máquina de café. Allí teníamos wifi de calidad y yo escribía en nuestra web mientras Charo organizaba el viaje de los días venideros. La diferencia entre el marea de Viena y la de Salzburgo no solo era la wifi, sino sobre todo la gente de recepción. En Salzburgo también había una cafetería pero nosotros nos acercamos en ningún momento, simplemente no nos sentíamos cómodos al lado de aquella recepción.
Sábado 15 de Diciembre de 2018
El sábado lo dedicamos otra vez a Salzburgo.
Aquella mañana gris del sábado, el puente de los enamorados tenía un aspecto muy distinto a como lo habíamos visto dos días antes
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Y nos acercamos a ver El Palacio Mirabell, que como no puede ser de otra manera es Patrimonio de la Humanidad.
Este edificio, que es orgullo de los austriacos, data de principios del siglo XVII,
Si tuviéramos un mínimo espíritu de turistas, nos hubiéramos preocupado de comprar las entradas para visitarlo, porque al parecer el interior es impresionante por sus detalles y la grandiosa escalera y salón de mármol y por supuesto para ver los jardines del Palacio cuya belleza es muy renombrada.
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El interior del Palacio Mirabell, que nosotros no vimos (Google)
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Pero hemos de reconocer que mucha alma de turistas no tenemos y que no íbamos muy animados a pagar una entrada para ver el interior, no obstante quizás lo hubiéramos hecho, de la misma forma que hicimos días después en Viena, pero al llegar vimos uno tras otro, grupos y más grupos de turistas, a los que, en Austria llamo los grupos del paraguas, porque van siguiendo al guía, a veces casi corriendo, como si estuvieran poseídos por el paraguas que lleva en la mano, la levanta ostensiblemente y anuncia una estampida humana que te puede atropellar si te pilla en mitad de su camino. Aquella imagen consiguió que desapareciera nuestra mínima voluntad de entrar al palacio.
Para colmo ver los jardines en el mes de diciembre es como ver un ramo de rosas marchitas. <<< Los jardines del Palacio en primavera (Google)
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Salimos de la zona del Palacio y nos encontrábamos en la Plaza Mirabell, allí está uno de los muchos mercadillos navideños de la ciudad y entramos en él para pasar un rato.
Lo pasamos muy bien bebiendo un vino caliente, acompañado con un par de empanadillas al estilo austriaco y un poco de choucroute, nos encantaron aquellas empanadillas, era la primera vez que las veíamos y a la postre sería la última, una pena porque estaban riquísimas.
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Salzburgo es mucho mas que lo que se ve en la película de "Sonrisas y lagrimas" |
Mientras estábamos en el mercadillo, controlábamos el jaleo de la plaza Mirabell. Estaba abarrotada de turistas, es su gran mayoría asiáticos. La afluencia se entiende porque además de ser el punto de partida para ver el Palacio, es precisamente desde esa plaza, desde donde sale el tour para visitar los lugares donde se rodó la película “Sonrisas y lágrimas“.
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Es tal la obsesión que se tiene en los folletos turísticos de hablar de la película, que me extraña que los turistas puedan apreciar lo que realmente representa Salzburgo, mucho me temo que muchos se vayan de allí sin percatarse de que Salzburgo es una ciudad que guarda entre sus muchos monumentos, una parte importante de toda la historia de Austria.
No tengo nada que objetar a la película, es más, puede que la imagen que se proyectaba en la película del hombre tradicional de estas tierras no sea en absoluto exagerada, pero de ahí a solo ver Salzburgo como si fuera un decorado cinematográfico, va un abismo.
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Austria en general y Salzburgo en particular, es de una riqueza cultural inmensa |
Viendo el destrozo cultural que hacen los profesionales de los paquetes turísticos y en especial en ciudades como Salzburgo y Viena, le di vueltas en la cabeza al asunto de: “Cómo sobrevivir a la oferta turística sin odiar Salzburgo”, porque imagino que habrá muchas personas que por comodidad, ingenuidad o inexperiencia en la vida viajera, se sumerjan en las profundidades de las mil y una ofertas que avasallan al turista sin ofrecer la más mínima resistencia. Pensando en ello, llegué a la conclusión de que la mejor fórmula es la de seguir un patrón de conducta ante cualquier nueva propuesta para hacer en la ciudad y que responde a una pregunta ¿esto lo haría alguien que vive aquí, al menos una vez en la vida?
Porque es indudable que un salzburgués, pasearía por las calles, por el puente de los enamorados con su pareja e incluso dejaría un candado, compraría algo en la zona comercial, disfrutaría de los mercadillos, visitaría la catedral y escucharía a los grupos corales cantando canciones navideñas, pero dudo mucho que hicieran un tour turístico por los lugares del rodaje de la película “Sonrisas y lágrimas”.
Sobre este asunto, comenté en los días de nuestro viaje con una española afincada en Austria y me dijo que los austriacos apenas conocen la existencia de la susodicha película y que dudaba mucho que ese largometraje fuera de su gusto.
Sobre este asunto, comenté en los días de nuestro viaje con una española afincada en Austria y me dijo que los austriacos apenas conocen la existencia de la susodicha película y que dudaba mucho que ese largometraje fuera de su gusto.
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Si estaba en nuestros planes visitar la Abadía y subir a la Fortaleza de Hohensalzburg, nos interesaba mucho el hecho de que fue la antigua residencia de los príncipes-arzobispos, desde donde gobernaron la ciudad durante siglos, pero teníamos una prioridad que era la de disfrutar de la Navidad de Salzburgo. Dicen que las energías son limitadas y en este caso la Navidad se llevaba la mayor parte.
No obstante no quisimos renunciar a ver l ciudad de Salzburgo desde un punto elevado, en especial porque habíamos visto algunas fotos muy interesantes desde algún punto justo enfrente de la catedral. Investigue en Google Maps y conseguí la solución, quizás fuese desde una colina que se encuentra enfrente, al otro lado del rio, donde hay una iglesia.
Desde la colina de Kapuzinerberg se pueden ver unas vistas fantásticas de la ciudad de Salzburgo |
Así que nos decantamos por esas vistas y subimos a la colina de Kapuzinerberg,
Kapuzinerberg está en una montaña que es considerada el pulmón verde de Salzburgo. Se eleva a una altura de 640 metros y desde allí se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad. Nosotros subimos por un sendero que hay en Fürbergstrasse.
Nos encantaron las vistas de la colina, fue todo un acierto subir hasta allí.
Kapuzinerberg está en una montaña que es considerada el pulmón verde de Salzburgo. Se eleva a una altura de 640 metros y desde allí se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad. Nosotros subimos por un sendero que hay en Fürbergstrasse.
Nos encantaron las vistas de la colina, fue todo un acierto subir hasta allí.
Ya era la hora de comer y teníamos el consejo de unos amigos autocaravanistas para hacerlo en un restaurante típicamente austriaco, el restaurante Augustiner Brau.
... y nos lanzamos a la búsqueda de la Cervecería Augustiner Brau, el que resultó ser: nuestro "escondido" restaurante |
Encontrarlo fue toda una aventura. Utilizamos al Sr. Google para ir y efectivamente parecía que nos había llevado hasta allí, pero solo lo parecía, porque estábamos delante de una fábrica de cervezas, es cierto que tenía el mismo nombre, pero no dejaba de ser una fábrica. Dábamos vueltas por un lado, por el otro y no había manera de ver ningún sitio donde dieran de comer, por más que buscábamos no veíamos el restaurante y solo veíamos la fábrica.
Tampoco había nadie a quien preguntar hasta que de pronto nos topamos con un hombre justo delante de la entrada principal de la fábrica, entenderse resultaba complicado porque él solo hablaba alemán, pero era muy amable y le ponía mucha voluntad para que nos entendiéramos.
A duras penas y más por mímica que por otra cosa, le estábamos explicando que habíamos llegado hasta la fábrica buscando el restaurante Augustiner, una y otra vez ponía cara de no enterarse de nada de lo que le decíamos, hasta que al cuarto intento dice “ahhhhhh” y puso una enorme sonrisa, qué bien, nos había entendido. Nos explicó que efectivamente era allí donde daban de comer, pero que no abrían hasta la tres y media.
La fábrica de cerveza >>>
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Curiosamente nos fuimos convencidos de que había sido eso lo que nos había dicho, es evidente que cuando se presenta la tensión que produce no poder entenderte con una persona por culpa de los idiomas, más que entender lo que te han dicho, crees entender y digo esto porque no hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que es raro que un restaurante abra a las 3 de la tarde y mucho más raro era que no se viese la entrada del restaurante en ninguna parte de aquella fabrica.
En cualquier caso, nos quedamos chafados, parecía que no habíamos entendido el consejo de nuestros amigos, seguramente ellos se referían a la posibilidad de hacer una visita a la fábrica con una pequeña degustación.
Así que decidimos marcharnos, salimos del recinto de la fábrica y justo al lado vimos un camino con un restaurante al fondo, parecía agradable, con muchos motivos navideños delante. Pensamos que más vale pájaro en mano que ciento volando y decidimos comer allí.
Así que decidimos marcharnos, salimos del recinto de la fábrica y justo al lado vimos un camino con un restaurante al fondo, parecía agradable, con muchos motivos navideños delante. Pensamos que más vale pájaro en mano que ciento volando y decidimos comer allí.
Al llegar a la puerta nos fijamos en el nombre que tenía y nos quedamos impactados, se llamaba Augustiner Brau, increíble, lo habíamos encontrado por causalidad.
Así que entramos tan contentos y fue todo un descubrimiento porque era efectivamente un restaurante al estilo tradicional austriaco, además, para mayor fortuna, estaba lleno de austriacos y apenas vimos turistas. Comimos muy bien, un goulash y unas salchichas con patatas, todo muy del país y nos atendió una camarera austriaca, vestida de forma tradicional y muy simpática, hablaba español y estuvimos charlando un poco sobre como lo había aprendido en Granada |
Salimos encantados de haber encontrado nuestro escondido restaurante.
Al final cuando salíamos volvimos a ver la fábrica de cerveza y no pudimos evitar una sonrisa, ¿pero de qué habíamos estado hablando con aquel hombre?, vete a saber qué nos quiso decir y lo que es peor ¿que había entendido él de lo que nosotros decíamos?.
Una cosa si quedo muy clara esa tarde: Viajar es muy divertido.
Al final cuando salíamos volvimos a ver la fábrica de cerveza y no pudimos evitar una sonrisa, ¿pero de qué habíamos estado hablando con aquel hombre?, vete a saber qué nos quiso decir y lo que es peor ¿que había entendido él de lo que nosotros decíamos?.
Una cosa si quedo muy clara esa tarde: Viajar es muy divertido.
De vuelta al centro de Salzburgo, después de comer en nuestro "escondido" restaurante, vimos una de las mejores panorámicas de la ciudad, con el día cerrando sus últimos minutos de luz.
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El restaurante estaba siguiendo el curso del río, más allá del puente de los enamorados y volvimos andando hasta el centro de la ciudad. El día había sido muy gris y ahora que faltaban pocas horas para que cayera la noche, estaba más gris aún.
En la escalinata de la entrada de la catedral, había un grupo coral cantando canciones navideñas, después de cantar dos o tres, se reemplazaban por otro grupo, dentro de la catedral también había coros con la misma dinámica, se suceden uno detrás de otro. También hay coros por la calle y bandas con instrumentos de viento, como los que ya vimos en Hall in Tirol. En definitiva, mucha Navidad.
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Cansados por el intenso día que habíamos vivido, nos despedimos de Salzburgo y lo hicimos desde el borde del río, mientras la contemplábamos, hicimos una foto a la ciudad que en ese momento estaba en plena efervescencia navideña.
Habíamos empezado nuestra visita de dos días a Salzburgo, contemplando el Puente de los Enamorados y para despedirnos hicimos lo mismo, esta vez ya completamente de noche.
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El frío de Austria en Navidad
En Viena nunca estuvimos por debajo de los 0°, pero pasamos frío, porque al menos los días que nosotros estuvimos allí, era constante una pequeña brisa de aire muy frío.
Pero quizás la más llamativo es que el frío que hace en Austria, no impide a los austriacos hacer una vida normal, salen a la calle, van en bicicleta e incluso se sientan en las terrazas exteriores de las cafeterías.
La mayoría de las personas con las que nos cruzábamos, iban muy abrigadas, con un gorro de lana, bufanda o similar para cubrir el cuello y guantes, eso es lo que lleva casi todo el mundo y en estos casos la prioridad es ir bien abrigado, aunque no vayas muy guapo.
En conclusión, en Austria hace frío, pero la vida cotidiana no se diferencia mucho de la vida en España, al menos no si tenemos en cuenta algunas de las regiones españolas, es más, durante aquellos días, cuando veíamos las noticias del tiempo en la televisión española, había muchos lugares como Valladolid, Soria o Burgos donde las heladas nocturnas eran más duras que las que nosotros estábamos viviendo. La diferencia fundamental entre ciertas partes de España y Austria son las nevadas, en España no nieva aunque haga frio porque apenas hay precipitaciones, mientras que en Austria es muy habitual ver nieve en las calles. |
Domingo 16 de Diciembre de 2018
El trayecto era de unos 45 kilómetros de ida y otro tanto de vuelta
St. Gilgen
Teníamos pensado acudir a tres pueblos que se encuentra los tres a orillas del lago Wolfgang. Nuestra idea era salir desde el área de Salzburgo, ver los tres pueblos y regresar otra vez a Salzburgo, tan sólo nos separaban del lago unos 45 km y estábamos muy cómodos en el área.
En el Lago Wolfgang todo aparecía nevado aquella mañana.
Por otro lado, pensamos que sería muy difícil encontrar un lugar dónde pasar la noche en el lago Wolfgang y preferimos volver al área de Salzburgo. Pero nos equivocamos, hubiéramos podido dormir perfectamente en al menos dos de los tres pueblos, hubiera sido algo más complicado en St. Gilgen, pero los otros dos hubiéramos podido dormir sin problemas.
La noche anterior había hecho bastante frío y había nevado, así que el recorrido que hicimos hasta llegar a St. Gilgen fue precioso, estaba todo cubierto por un manto blanco y el paisaje era impresionante, en la última parte del recorrido empezamos a ver varios lagos que hacían presagiar que íbamos a disfrutar de lo que habíamos venido a buscar, la mejor imagen de la Navidad austriaca.
El recorrido por los tres pueblos del Lago Wolfgang fue sin duda el momento más navideño que vivimos en nuestro viaje a Austria, no sólo porque los pueblos estaban cubiertos de nieve, lo que suponía una estampa preciosa, sino porque sus mercadillos y el ambiente que se vivía en estos, fue quizás lo más navideño que vimos en aquellos días. Es difícil decir que esto o aquello fue la mejor estampa navideña, porque vimos y disfrutamos mucho, pero no es menos cierto que si tuviéramos que elegir un lugar para vivir la Navidad austriaca, elegiríamos sin dudarlo, los tres pueblos del lago Wolfgang.
St. Gilgen, tenía una imagen especial al borde del lago y completamente cubierto de nieve
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Íbamos absortos por la carretera viendo el paisaje y los lagos cuando nos dimos cuenta de que teníamos delante a St. Gilgen. Se veía el pueblo a la orilla del lago desde la posición más elevada de la carretera.
Quería hacer unas fotos y tuve la suerte de encontrar una pequeña zona de aparcamientos (47.775322, 13.377686), dejé allí la Gaviota y teníamos un camino justo delante que nos conduciría al pueblo, así que comenzamos a caminar, fue un acierto porque quizás hubiera sido difícil aparcar en el pueblo.
Al poco en el camino, empezamos a disfrutar del paisaje del bonito pueblo al borde del lago, estaba todo blanco y los témpanos helados caían de los tejados, como muestra del frío que había hecho la noche anterior.
No dirigíamos hacia el centro del pueblo y no parecía que hubiese nadie, estaba todo tranquilo y tan sólo nos cruzamos con algún que otro turista, no deja de impactar que alguien decida ir a pasar unos días de diciembre en un pueblo pequeño y algo perdido, al borde de un lago, pero a fin de cuentas, era eso lo que estábamos haciendo nosotros, lo que supone que no somos los únicos que le encontramos un sabor especial a pasear por los pueblos de Austria en el invierno.
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No obstante, hay mucha gente que llega a estos sitios atraídos por los deportes de invierno y en concreto en St. Gilgen hay pistas de esquí y debe de ser un lugar apasionante para pasar unos días tranquilos y practicar un poco de deporte.
Antes de llegar al centro del pueblo nos topamos que una imagen sorprendente, un buzo, le vimos vestido con el traje de neopreno minutos antes de sumergirse en el lago. Sé que es algo que se hace porque lo he visto alguna vez en la televisión, pero verlo en directo me puso los pelos de punta y me saltó a la cabeza aquello de “verlo para creerlo” que pasó con el apóstol santoTomás, porque yo como él, necesité ver que era cierto que pueda haber alguien que se sumerja en aquellas aguas con un simple traje de goma.
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Poco después llegamos al mercadillo de Navidad, no sorprendió la cantidad de puestos y lo divertido que resultaba. Curiosamente hacía bastante frío y de cuando en cuando nevaba. Nosotros no hicimos más que llegar y nos pusimos a comer y beber, un vino caliente, que es algo que bebemos en todos los mercadillos, algo que ya forma parte de una tradición nuestra y unas kartofel en espiral, es decir patatas cortadas al estilo monda de naranja y que estaban buenísimas.
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Nosotros las habíamos visto por todas partes y las comimos aquí por primera vez, cómodamente sentados en unos bancos que había de mercadillo y a cubierto, mientras veíamos nevar.
El pueblo es pequeño, pero a pesar de ello mi cámara no paraba de disparar, porque hay mil detalles encantadores.
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El mercadillo de St. Gilgen, tiene una parte de él en el borde del lago, allí colocan una gran vela de color rojo, son similares a las velas que colocan en las coronas de adviento, pero en este caso el color rojo y la imagen de la llama encendida forman una especie de logo que vimos por todas partes en el pueblo y que después veríamos repetido en los otros dos pueblos de lago.
Y nos fuimos al siguiente pueblo |
Una forma muy típicamente austriaca de conservar sus tradiciones, que es muy de admirar |
Strobl
Nos acercamos andando a Strobl, por el camino Charo dijo un frase que reflejaba por completo lo que vivimos en esos momentos, “nos estamos metiendo de lleno en un cuento de Navidad” y así era, porque todo parecía encajar la perfección, las casas tradicionales, muchas de ellas de madera oscura, cubiertas de nieve, los caminos que se pierden en el paisaje, cuyo fondo siempre son los Alpes, en fin, todo parecía estar puesto para darnos gusto.
Además, buscábamos el entrañable ambiente que generan los mercadillos de Navidad y eso en estos pueblos no faltaba.
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En el caso de Strobl, el mercadillo estaba tan animado como el pueblo anterior, no dejaba de extrañarnos que hubiera tanto ambiente alrededor de los puestos, al fin de cuentas el pueblo de Strobl sólo cuenta con unos 3.500 habitantes y lo mismo ocurría con el pueblo anterior, pero es evidente que aquí la gente quiere disfrutar de la Navidad, esta época del año es para ellos muy importante y el mercadillo es el cauce ideal para conseguirlo.
También era domingo y los días de fiesta siempre hay más gente en los mercadillos. |
Una de las cosas que más nos llamó la atención, es que parte del mercadillo estaba flotando en el lago.
Un lugar absolutamente espectacular, veníamos de comernos unas patatas y un vino caliente en el pueblo anterior, pero en un sitio tan bonito no pudimos resistirnos, comimos un plato con choucroute, nos pareció que estaba riquísimo, pero no descartamos que parte de la bondad del plato fuera debida al momento y al entorno. |
Mientras comíamos nuestra choucroute en el mercadillos flotante, había una chica con un cazo y un cubo, como la plataforma estaba llena de nieve, ella iba echando cazo tras cazo ,algo así como gravilla, al menos ese era su aspecto, porque se veían piedrecitas de color gris oscuro, nosotros en ese momento pensamos que se trataba de una especie de sal gorda, porque eso es lo que se echa en España cuando hay nevadas. Con el tiempo nos dimos cuenta de que efectivamente se trataba de grava y solamente eso, es decir, no contiene sal.
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Poco después, vi cubos iguales al que llevaba la chica, en los supermercados.
La costumbre de echar gravilla sobre la nieveEfectivamente, esa costumbre de echar gravilla encima de la nieve en las zonas peatonales, es algo que se hace en toda Austria, en algunos sitios vimos contenedores especiales, como los de las basuras, llenos de gravilla, para que lo propios ciudadanos o los operarios municipales lo extendieran por las calles.
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Lo curioso, es que la nieve llega un momento en que desaparece, pero las piedras se quedan ahí. Resulta curioso pasear casi por cualquier sitio en Austria e ir pisando gravilla. Durante los días que estuvimos en Viena, no nevó ningún día, ni siquiera había nieve en las calles, pero fuimos pisando gravilla por todas partes.
El pueblo de Strobl nos pareció precioso, pero no solo por sus casas sus adornos navideños y el ambiente de su mercadillo, sino ademas por el entorno natural que le rodea y de forma muy especial el lago que te hipnotiza, lo conocimos en invierno y con un paisaje nevado, pero sospechamos que en primavera se disfrutará de unas imágenes espectaculares, lo mismo que en verano, e incluso en otoño.
Y pusimos rumbo al último de los tres pueblos del Lago Wolfgang.
Saint Wolfgang
Poco después de salir de Strobl ya estábamos en Saint Wolfgang, este sería el tercer y último pueblo del lago, el que precisamente le da su nombre. Bromeamos mucho con el nombre del lago, por su parecido con el de Mozart, ya que es como una obsesión que Mozart aparezca por todos sitios.
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Desde el extremo de St Wolfgang, donde habíamos tenido que dejar la Gaviota, se veía una preciosa imagen de la localidad en sus últimas horas de luz.
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St Wolfgang es el más pequeño de los tres, con solo 2.770, íbamos pensando que sería también el menos animado, no solo por eso, sino porque es un pueblo sin salida, es decir se entra a él viniendo desde Strobl y se sale de él yendo hacia Strobl, todo eso, además, bordeando el lago.
<<< Había varias zonas de mercadillos navideños, algunas en la zona donde se cogen los barcos del lago.
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Pero nos equivocamos de lleno. No sabemos de dónde salía tanta gente, pero había muchísima y lo más curioso es que era domingo por la tarde, estamos acostumbrados a encontrarnos pueblos y ciudades fantasmas si se nos ocurre visitarlos un domingos por la tarde, pero eso no parecía que fuese así en St Wolfgang, porque estaba animadísimo. Todavía íbamos buscando aparcamiento y no dejábamos de sorprendernos.
El mercadillo del centro de St Wolfgang estaba abarrotado.
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Andábamos y andábamos y no parecía haber ni un solo hueco para dejar la Gaviota. Se veían aparcamientos numerados de forma secuencial a lo largo de la calle que atraviesa el pueblo y en todos ponía completo o eran solo para turismos. El uno, el dos … así hasta que llegamos al número siete, estaba al final del pueblo y allí estábamos autorizados para dejar una autocaravana.
Nos mandaron al final, como si fuéramos un autobús y nos cobraron 7 euros.
Nos mandaron al final, como si fuéramos un autobús y nos cobraron 7 euros.
Y es que St Wolfgang nos es un sitio cualquiera y no es de extrañar que tenga tanta gente, en realidad, toda la zona de los Alpes en la que nos encontrábamos es una maravilla y hay muchos lagos, el Wolfgangsee es un buen ejemplo, rodeado de impresionantes paisajes y pintorescos pueblos. Saint Wolfgang que se encuentra en la zona norte del lago, debe ser una auténtica delicia en verano, donde se puede disfrutar de un baño en esas aguas cristalinas y hacer rutas preciosas disfrutando del paisaje.
Pero estábamos en invierno y a pesar de ello presentaba un ambiente increíble, en buena medida debe deberse a que es una zona dedicada a la práctica del esquí, pero también por su imagen tan bonita de esos valles cubiertos de nieve y los bulliciosos mercados de navidad, con las velas rojas de la zona.
Habíamos visto en varias ocasiones en los mercadillos como elaboraban unos curiosos canutos de hojaldre que después horneaban, iban rellenos de crema o de merengue. La palabra "merengue" es magia para Charo y les tenía echado el ojo desde hacía tiempo. No pasó de St Wolfgang cuando cayó en la tentación. Yo también lo probé y es cierto que estaba delicioso.
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Cuando llegamos empezaba a oscurecer y pudimos apreciar la belleza del lugar y de la iluminación navideña a la vez. Fue difícil centrarse en una u otra cosa, porque por un lado el paisaje del lago era embriagador, pero por otro lado el mercadillo, uno de los más grandes que habíamos visto en esos días,reclamaba toda nuestra atención, quizás haya sido el mercadillo con más ambiente de las pequeñas localidades que hemos visto en el viaje al país alpino.
Pero si de todas las estampas que vimos hay que destacar una, esa sería la del llamativo farolillo gigante que está en medio del lago.
El farolillo simboliza una vela de adviento, ese símbolo lo hemos estado viendo en los tres pueblos del lago Wolfgang y siempre con los mismos colores e idéntico diseño.
El farolillo simboliza una vela de adviento, ese símbolo lo hemos estado viendo en los tres pueblos del lago Wolfgang y siempre con los mismos colores e idéntico diseño.
Pero en esta localidad, se presentaba una versión de las velas de adviento que no habíamos visto en todas las demás y es que había velas blancas encendidas sobre candelabros de más de un metro de alto a lo largo de muchas de sus calles.
Personalmente, esto de las velas, mezclado con la cantidad de gente que había por todos lados, llamó mucho mi atención, porque en España tener velas encendidas por todas las calles hubiera supuesto un problema de seguridad y estoy casi seguro que los amigos de destrozarlo todo hubieran dado cuenta de ellas en pocos minutos, sin embargo allí estaban, la mayoría de los que disfrutaban en el mercadillo navideño eran gente joven y por supuesto bebían vino caliente, pero reinaba la armonía, el respeto y la alegría a partes iguales.
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Ya era de noche y habíamos pasado un día inolvidable, tocaba volver al área de Salzburgo para pasar la noche, aunque bien podríamos haberlo hecho en el parking de Saint Wolfgang.
Lunes 17 de Diciembre de 2018
Hallstatt
Emprendimos la ruta para ir a ver el famosísimo pueblo de Hallstatt. Inicialmente nosotros no habíamos previsto ese pueblo en nuestro plan de viaje, porque todos los pueblos y localidades que íbamos a visitar, los habíamos obtenido consultando la página de turismo oficial austríaco, en un apartado que se refería a los mercados de Navidad y Hallstatt no se encontraba entre los mismos.
Cuando nos acercábamos pudimos ver una bonita imagen de Hallstatt completamente nevado
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Por otro lado, nosotros desconocíamos el interés que despertaba en todo el mundo el citado pueblo, pero a través de las redes fueron innumerables las ocasiones en que se nos decía “no dejéis de ver Hallstatt”, o ¿pasaréis sin duda a ver Hallstatt? o simplemente “ir a Hallstatt no os va a defraudar”.
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Así que no hubo manera de pasar de largo y nos decidimos aquella mañana a visitarlo.
Poco a poco fuimos oyendo hablar más de Hallstatt y leímos repetidamente que Alexander von Humboldt había dicho que era «la localidad lacustre más bella del mundo», ni más ni menos. Y esto de que es la localidad más bella del mundo, se repetía constantemente en todo lo que leíamos de esta población. |
La verdad es que yo no tenía ni idea de quién era ese señor, pero aquella frase suya terminó siendo una sentencia que hasta nuestros días todo el mundo repite, además leí que era un importante geógrafo y astrónomo de la época, lo que le otorga mucha solvencia, si él opinaba eso con el vasto conocimiento del mundo que se debe tener cuando eres un geógrafo importante, no había más remedio que acercarnos a ver Hallstatt. Otra frase también muy repetida era la de que es uno de los pueblos más fotografiados del mundo y de eso sí que podemos estar seguros.
Hicimos los 79 kilómetros que teníamos hasta llegar, en lo que sin duda fue un trayecto muy bonito, porque el pueblo está inmerso en un espléndido paisaje natural de la zona de los Alpes, a su alrededor montañas de más de 3.000 metros y delante un lago de aguas oscuras que denotan que la profundidad del mismo debe ser enorme. Estas características hacen que también algunos digan que el lago de Hallstatt representa los fiordos austriacos.
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El recorrido de 79 kilómetros, que hicimos aquella mañana desde Salzburgo hasta Hallstatt fue apasionante, todo estaba nevado y con las carreteras en perfecto estado.
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Pero es cierto que sea o no el pueblo más bonito del mundo, es lo de menos porque ese hermoso paisaje y su bella arquitectura justifican sobradamente que pueda presumir de ser Patrimonio Mundial de la Unesco.
Nada más llegar a la localidad, nos dimos cuenta de que el lugar es de esos cuyas características especiales conducen a que no esté permitido circular con vehículos por sus calles, todo está organizado para que haya que aparcar en las afueras y entrar caminando.
Nada más llegar a la localidad, nos dimos cuenta de que el lugar es de esos cuyas características especiales conducen a que no esté permitido circular con vehículos por sus calles, todo está organizado para que haya que aparcar en las afueras y entrar caminando.
La localidad no estaba profusamente engalanada de Navidad, tal y como estábamos acostumbrados a ver aquellos días en Austria, pero algunas imágenes de adornos navideños eran especialmente bonitas.
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Nosotros llevábamos la indicación de que había un camping en la localidad y lo vimos enseguida, porque está a muy poca distancia del centro, pero se encontraba cerrado. Así que, no tuvimos otra alternativa que la de buscar uno de los aparcamientos previstos para dejar los vehículos fuera de la localidad. De la misma manera que nos había pasado en Saint Wolfgang, fuimos pasando uno tras otro distintos aparcamientos donde se indicaba con claridad que no están permitidas las autocaravanas, tan sólo en el último de ellos se nos permitía entrar, se trataba de un aparcamiento para los autocares de turistas y también para nuestras autocaravanas.
De entrada, ver que estábamos en el último de los aparcamientos, no nos disgustó demasiado, pero después y poco a poco iría creciendo nuestro malestar y se transformaría en una irritación total.
Dejamos la Gaviota en un lugar del fondo del aparcamiento (47.554329, 13.647408), que estaba completamente cubierto de nieve, al borde del lago. A cerrar la puerta y emprender nuestro camino en dirección al pueblo, empezamos a fijarnos en la imagen tan ridícula que suponía ver una pequeña autocaravana de tan sólo 6 m en un parking lleno de autocares de turistas.
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Esta manía de utilizar el formato de las autocaravanas como sistema diferenciador de vehículos, en el que se nos equipara a los camiones o a autocares de tres ejes, resulta irritante, porque mi vehículo está más cerca de parecerse a un todo terreno que a un autocar de turistas. Y la irritación que teníamos en ese momento daría un giro de tuerca más, cuando al salir vimos que el importe de aparcar allí era de 25 euros, los mismos 25 euros que pagaría cualquiera de los autocares de 50 personas que estaban allí.
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Pero había más, porque el recorrido, de casi dos kilómetros, que hay desde la zona del aparcamiento hasta llegar al pueblo, se hace a través de un estrecho camino situado al borde de la carretera y buena parte de cual es un túnel, así que no es precisamente un paseo agradable, porque los vehículos van a toda velocidad, lo que genera un estruendo ensordecedor. Puede que no haya muchas soluciones para ubicar a los vehículos, pero lo que ahora tienen organizado no es de recibo.
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Una vez que dejamos atrás el dichoso camino al lado de la carretera nos pudimos acercar al borde del lago, quedaba bastante todavía para llegar al centro del pueblo y desde allí se podía ver muy bien el lago y Hallstatt. El cielo estaba muy encapotado y todo se veía un poco oscuro, incluso algo fantasmagórico, pero al mismo tiempo muy hermoso.
Estábamos en una especia de parque al borde del agua, había bancos y todo estaba cubierto de nieve. Allí había una pareja haciéndose un reportaje fotográfico, con una mesita y champán, todo muy profesional. No teníamos ni idea de porqué se estaban haciendo esas fotos tan cuidadas, pero imaginamos que se trataba de una pareja de recién casados, a nosotros nos resulta divertido imaginar la vida que hay detrás de cada persona con la que te encuentras en los viajes.
Seguimos andando y poco después llegamos al centro.
Al centro del pueblo no se puede acceder con vehículos, hay una barrera que lo impide, así que se trata de un lugar íntegramente peatonal. Cuando veo una barrera de este tipo a la entrada de una ciudad, no me cabe duda de una cosa, lo que hay dentro es muy, pero que muy turístico. >>>
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En Austria nunca se renuncia a tomar una cerveza al aire libre, por mucho frio que haga en invierno.
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La localidad solo cuenta con 779 habitantes, es realmente muy pequeña a pesar de que más de la mitad de pueblo está dedicado al turismo. Se trata de uno de esos lugares donde la actividad humana que puedes observar, es casi exclusivamente la de los turistas paseando por sus calles y entrado en sus restaurantes y cervecerías. En este sentido, es llamativo como en Austria siempre hay espacios al aire libre para disfrutar de una cerveza, aunque estemos por debajo de cero grados y haya que ponerse una manta.
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El pueblo puede decirse que es un lugar cerrado, al que se entra por un lado y se vuelve a salir por el mismo, en su interior, las casas de madera se agolpan de tal manera que parece que están trepando por la falda de la montaña.
Markplatz o la plaza del mercado es sin duda el lugar con las casa mas bonitas.
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Fuimos paseando por sus callecitas hasta que llegamos a Markplatz, la plaza principal y la única que tiene el pueblo. Sus casas en la plaza, a diferencia del resto del pueblo, son de diversos colores con ese toque tan romántico que siempre encontramos en cualquier lugar de Austria. Allí en la plaza comimos en un restaurante y la verdad es que nos gustó mucho y no fue caro, pero no nos gustó que nos cobraran un tasa turística.
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Por cierto, que el pueblo no presentaba ni rastro de algún mercadillo navideño, salvo algunos adornos, no había mucha Navidad en el.
Es indiscutiblemente muy bonito, no es extraño que tenga el título de ser una de las localidades más fotografiadas del mundo. No es que nosotros no hiciéramos fotos, pero en eso nos llevaban la delantera los chinos que estaban allí, fueras donde fueras, había un chino haciendo fotos.
Vayas donde vayas en Hallstatt, te encuentras grupos de chinos por todas partes |
Habíamos visto chinos en otros lugares de nuestro viaje a Austria, pero en Hallstatt los había por todas partes y sólo una pequeña minoría de ciudadanos del resto del mundo.
Y aquello tiene una explicación. Como sabemos todos, los chinos son unos expertos es copiar todo los que ven en el mundo occidental, hasta tal punto que podría decirse que han copiado el modo de vida occidental, basado en el consumismo y con tanta pasión que hoy son más consumistas que nadie. |
Pues bien, esa manía de copiarlo todo también le ha llegado a los pueblos europeos y concretamente a Hallstatt y sin más, se han embarcado en hacer una réplica exacta del pueblo en la provincia china de Guangdong y es más, algunos residentes del Hallstatt, viajaron a Guangdong para asistir a la ceremonia de apertura del proyecto de réplica.
Esta foto del pueblo es sin duda la más conocida en Google y la que mas disparan los chinos que están allí, nosotros tuvimos el privilegio de tenerla con el pueblo vestido de blanco
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El caso es que el asunto es tremendamente popular en China, donde se organizan tours turísticos a Europa cuya visita central es el bonito pueblo Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Volvimos al aparcamiento donde estaba nuestra Gaviota y pensamos que sería un lugar estupendo para pasar el resto del día y la noche. Éramos conscientes de que los autocares que estaban allí, todos con los motores en marcha, terminarían yéndose en su totalidad y eso era un punto a favor, pero intentamos averiguar si los 25 euros que nos había cobrado era por una estancia de 24 horas o cubría el día natural. No había información de ninguna clase, así que tomamos la decisión de irnos, sólo faltaba pagar la mañana siguiente para que nos dejaran salir o incluso peor, porque vete a saber si valdría el mismo ticket de entrada que teníamos.
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¿y que ha pasado con tu tarjeta?
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Fue Charo la encargada de pagar el ticket, la máquina estaba en un sitio donde no había luz y ya estaba anocheciendo, así que cuando tenía que meter la tarjeta de crédito para pagar, ella la metió, pero en el sitio equivocado. Resulta que la puso donde se meten los billetes y la máquina se tragó su tarjeta sin ningún problema….ya es mala suerte! Lo delicadas que son para tragar billetes que a la mínima los escupen porque no les gusta el que has puesto y lo fácilmente que se tragó su tarjeta y después de esperar unos minutos, supimos que no la iba a escupir nunca.
Y nos despedimos de Hallstatt un poco contrariados, pero no es menos cierto que no será fácil que olvidemos aquella imagen al borde del lago, una imagen que bien podríamos denominar la de los fiordos austriacos.
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Así que nos fuimos de Hallstatt con mal sabor de boca, esos lugares tan turísticos a veces tienen comportamientos vejatorios con los visitantes, te obligan a aparcar en un lugar concreto y te cobran precios abusivos, te sientas a comer y al pagar la cuenta, resulta que tienes que pagar tasas turísticas. Para rematar, perdimos la tarjeta de crédito, no fue nuestro día.
Continuamos dirección a Gmunden
Continuamos dirección a Gmunden
Gmunden
Cuando llegamos ya era de noche, dimos una pequeña vuelta con la Gaviota para encontrar un sitio donde pasar la noche, al final lo encontramos en una calle al borde del lago (47.916375, 13.7961249), un lugar muy tranquilo en el que no parecía que molestáramos a nadie.
Salimos a pasear y conocer algo de Gmunden, ya era noche cerrada y las calles estaban tranquilas, a pesar de lo cual había gente. No encontramos ninguna excusa para quedarnos en la calle así que, nos fuimos a la Gaviota aunque era temprano, son fechas de recogerse muy pronto por culpa de que se hace de noche a las 4 de la tarde.pasear
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Martes 18 de Diciembre de 2018
Despertar por la mañana en Gmunden fue una auténtica maravilla
Despertar por la mañana en el lugar que habíamos elegido en Gmunden fue una auténtica maravilla, nos despertó el sol por primera vez desde hacía días, abrimos la ventana del comedor y veíamos el lago, también buena parte de la ciudad, además la temperatura exterior marcaba por encima de los cero grados.
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La mañana era perfecta, salvo por el hecho de que los que pasaban delante nuestra miraban mucho la Gaviota y no sabíamos porqué, por una lado pensábamos que no éramos bienvenidos, somos conscientes de que somos forasteros allá donde vamos y es muy común que se produzca una cierta reacción contra los forasteros, sobre todo si se toman la libertad de dormir en una de las calles de pueblo, pero puede que fuera simplemente curiosidad, en Austria apenas hemos visto autocaravanas austriacas y no sería extraño que les llamáramos la atención, máxime en esas fechas.
Nada más abrir la puerta de nuestra Gaviota teníamos el lago delante y al fondo los Alpes que dejaban ver la nieve caída durante esos días.
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En cualquier caso, aquella pequeña sospecha no enturbio en absoluto las condiciones de una mañana fantástica.
Cuando terminamos de desayunar salimos a conocer Gmunden. Desde el lugar en que nos encontrábamos, teníamos unas vistas impresionantes, con el lago delante nuestro, la ciudad a un lado y al fondo los Alpes cubiertos de nieve.
Cuando terminamos de desayunar salimos a conocer Gmunden. Desde el lugar en que nos encontrábamos, teníamos unas vistas impresionantes, con el lago delante nuestro, la ciudad a un lado y al fondo los Alpes cubiertos de nieve.
Para mayor sensación de que se trataba de una mañana perfecta, las gaviotas estaban allí para darnos la bienvenida. Y es que no se trata de cualquier gaviota, sino de las nuestras, las que nosotros pusimos en nuestro logo de la Gaviota Viajera y que representa esas gaviotas pequeñas de pico y patas rojas, que se ven en los lagos de centro europa, creo que se llama “Chroicocephalus ridibundus”, son muy distintas a las gaviotas comunes, de aspecto agresivo.
Las pequeñas gaviotas de pico y patas rojas >>>
Las pequeñas gaviotas de pico y patas rojas >>>
No paré de hacerle fotos al lago, las gaviotas y al castillo que luego iríamos a ver y que forma parte indisoluble de la imagen de Gmunden.
Nos adentramos en el pueblo y había un mercadillo, no se trataba de un mercadillo navideño sino de uno semanal, aunque muchas de las cosas que vendían eran, como no podía ser de otra manera, productos propios de la Navidad. De hecho, compramos unas pastas o galletas de jengibre, típicas de la época. Fue divertida la peripecia dialéctica que tuvimos con la señora que nos la vendía y la mujer de puesto de al lado, porque nosotros estábamos casi seguros de que las que teníamos delante eran galletas de jengibre, que ya habíamos comido en otros mercadillos, pero queríamos asegurarnos.
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Buscamos la palabra en Google y se la dijimos a la señora, pero nada, eso no le sonaba a nada conocido. Fue la señora del puesto de al lado la que nos sacó del lio, también usando el Google, pero se ve que mejor que nosotros. Ese día llegamos a la conclusión de que los austriacos son muy amables, al menos con nosotros y de forma especial cuando se enteraban de que éramos españoles.
... y aquí estaban nuestra galletas de jengibre (las de color marrón de la parte superior de la foto)
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El mercadillo estaba en el Rhataus, ese nombre tan abrupto “Rhataus” cuyo significado es Ayuntamiento, es una de las palabras en alemán con la que más nos hemos familiarizado, el alemán es muy difícil pero, algo, al menos algo, se nos está quedando y nosotros siempre utilizamos el Rhataus para saber dónde está el centro de una ciudad.
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A Charo le encanta ir aprendiendo palabras de los idiomas que se hablan en los países que vamos visitando, “Rhataus” quizás fuera la primera que aprendió del alemán en este viaje a Austria y además era la palabra fetiche, cada vez que la pronunciaba ponía su mejor sonrisa y me decía "sé que no lo vas a creer pero estoy aprendiendo muchas palabras del alemán" ... y era verdad. >>>
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El Castillo de Schloss Ort en mitad del Lago de Traunsee
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Pues bien, desde la plaza del Ayuntamiento, muy animada esa mañana, nos fuimos dando un paseo hasta el castillo, el Schloss Ort, siempre por el borde del lago, cuyo nombre es Traunsee, es un lago muy bonito, rodeado de montañas que configura un paisaje precioso, de esos en los que uno dice “como me gustaría vivir aquí durante un tiempo”, esa frase siempre perteneció al mundo de la fantasía, tan necesario para superar el día a día de la vida de cualquiera de nosotros, vidas un tanto esclavizadas por nuestro trabajo, nuestra casa y nuestra hipoteca.
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Pero para nosotros, ahora que vivimos con una pensión y ya no trabajamos, no se trata de una fantasía. Ahora cundo estamos en un lugar tan maravilloso como Gmunden la pregunta que nos hacemos es algo distinta y nos decimos ¿dónde podríamos quedarnos para pasar por aquí una buena temporada?.
La respuesta en este caso sería "en Gmunden parece que sería muy difícil”. |
Porque al llegar a las inmediaciones del Castillo, vimos un gran aparcamiento que tenía las típicas barreras de dos metros, para impedir que vehículos como nuestra Gaviota pudiera pasar, todo ello acompañado de su correspondiente señalización en que se prohíben las autocaravanas y las caravanas, aquello nos llevó de forma inmediata a pensar que, como siempre, están detrás los propietarios de los campings.
En el Lago de Traunsee, hay numerosos campings de excelente calidad, muchos de ellos al borde del lago, es decir, todo perfecto y maravilloso si no fuera porque el precio día es de un mínimo de 31 euros, aunque normalmente rondan los 37, es decir, que sería difícil escaparse de los 1.000 euros mensuales y nuestra economía actual no está para ese nivel de gasto mensual, máxime cuando podemos encontrar otras alternativas más económicas. Seguiremos en el mundo de las fantasías …
Así que nosotros, ahora por otras razones, seguiremos en el mundo de las fantasías …
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Los campings austriacos, muchos de ellos al borde de los lagos, como por ejemplo los de la zona del Lago Traunsee, son fantásticos (foto Google)
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Schloss Ort
Y llegamos a Schloss Ort, es decir, al castillo, le llaman castillo, pero más bien parece un palacio.
Es realmente impactante verlo cuando aún te queda bastante para llegar hasta él, porque parece encontrarse flotando en mitad del lago. No se trata del castillo o palacio más espectacular del mundo, pero el entorno en el que se encuentra hace de él un lugar inolvidable.
Es realmente impactante verlo cuando aún te queda bastante para llegar hasta él, porque parece encontrarse flotando en mitad del lago. No se trata del castillo o palacio más espectacular del mundo, pero el entorno en el que se encuentra hace de él un lugar inolvidable.
Cuando llegamos, vimos lo que parecía un mercadillo de Navidad, “buen sitio para poner el mercadillo” me dijo Charo. Nos fijamos en los carteles donde hablaban de la programación y resultaba que no abría todos los días, tan solo los fines de semana y lo más curioso, es que el último había sido el que acabábamos de pasar, es decir, el siguiente fin de semana que era desde el día 23 al 25 de diciembre, el más navideño, ese ya no había mercadillo.
Los corazones de los enamoradosEn la parte de atrás del castillo había un bonito camino con vistas al lago y en el medio del mismo dos enormes corazones con una rejilla de metal llena de "corazones de enamorados". Un lugar y una idea preciosa, la de destino un lugar tan bonito para que los enamorados de la zona de Gmunden puedan dejar sus corazones. A nosotros nos hubiera encantado dejar el nuestro |
Son curiosos los centroeuropeos con esto de seguir el calendario de adviento a rajatabla, pudimos ver y este fue un ejemplo claro, que para ellos el día 24 ya no es día de mercadillos navideños, hay en algunos sitios que los mantienen, quizás por la afluencia de gente, pero su tradición es clara en el sentido de que el día 23 debe ser el último día de mercadillos.
No vimos el Castillo por dentro, alguien nos dijo que no merecía demasiado la pena y con lo que vimos por fuera teníamos bastante. Delante de la plataforma que lleva al castillo a través del agua, habían instalado un belén flotante y algunos adornos navideños bastante grandes, se trata de algo tradicional en Gmunden, nosotros lo habíamos leído en una guía turística y nos decepcionó un poco, estaba bonito porque cualquier cosa en un lago así lo está, pero sin mayor mención.
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Volvimos a la ciudad y comenzamos a ascender por sus calles del centro histórico, habíamos dejado atrás el Rhataus, que se encuentra al borde del lago y que quizás sea su edificio más bonito, pero era muy evidente que más arriba hacia mucho que ver.
Y efectivamente nos gustaron muchísimo, sus calles inclinadas y sus edificios de colores románticos, son para no perdérselos, se notaba, sin duda, que Gmunden forma parte de la llamada ruta romántica.
El centro histórico estaba muy bien adornado de Navidad, nada que nos extrañara mucho. En todo lo que llevamos visto en Austria, a las alturas de viaje que estábamos, nuestros comentarios no eran de sorpresa por lo bonito que estaba todo, sino de admiración por encontrarnos con un país tan hermoso, en el que se cuida cada detalle y en el que da la sensación que se pone el alma en lo que se hace.
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Puede parecer que los austriacos son tranquilos, puede que sea cierto, o al menos eso nos pareció a nosotros, pero no lo es menos que su espíritu romántico encierra un lado cálido y festivo espectacular, que ves en todos lados, dicen que el romanticismo busca el lado interior de las personas, allí donde se esconden los sentimientos, y puede que por eso los austriacos busquen la belleza también en las cosas, algo que no deja de ser el mejor ingrediente posible para cualquier sentimiento, en especial para el amor.
Y nos fuimos en dirección a Linz.
Llegamos a Linz ya de noche y no es que fuera muy tarde, a fin de cuentas, salimos bastante pronto de Gmunden a pesar de que habíamos comido allí al lado del lago, porque últimamente somos bastante europeos y comemos muy temprano. En cualquier caso, en Austria anochece muy pronto y además faltaban solo tres días para el equinoccio de invierno, así que la época del año no nos ofrecía muchas horas de luz.
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Dormimos en un aparcamiento, que no era especialmente bonito, pero estaba al borde del Danubio.
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Estábamos en un parking al lado del Danubio (48.311586, 14.287486), podría haber sido un lugar precioso, suena bien eso de dormir al lado del Danubio, pero hemos dormido en lugares más bonitos. Claro que eso es cuestión de opiniones, porque allí mismo hay anclado un barco que debe estar reconvertido a restaurante y no dejaban de llegar clientes.
En cualquier caso, cuando ya había ejercido bastante de señora del visillo, cerré nuestras persianas y nos dispusimos a pasar una tarde calentita disfrutando de Internet, una buena cena y la televisión.
A la mañana siguiente nos despertamos bastante temprano y atravesamos el puente para acceder al centro de la ciudad atravesando el Danubio.
Era la primera vez que veíamos el famoso río y sufrimos una pequeña decepción, no sería la última.
Era la primera vez que veíamos el famoso río y sufrimos una pequeña decepción, no sería la última.
Linz nos recibió con un día gris plomizo y el Danubio, que es enorme, no quiso desentonar. Puede que el río sea en ocasiones de un color azul precioso, pero ese día con la neblina era de un color indefinido y no estaba muy bonito.
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Nos habíamos desviado un poco de nuestro camino para conocer esta importante ciudad austriaca que cuenta con 200.000 habitantes, pensamos que bien merecía una visita.
Charo divide las ciudades en dos grupos, las que le entran en el corazón y las que no. Es evidente que ninguna ciudad o pueblo del mundo sufre por los comentarios que pueda hacer Charo, eso es algo que solo me afecta a mi, que suelo estar pendiente de ello cuando llegamos a un sitio y Charo frunce el ceño. Pienso “no hay nada que hacer, no le ha gustado y no le va a dar la mas mínima oportunidad a este lugar". Reconozco que cuando eso ocurre voy paseando y haciendo fotos con algo de inquietud esperando una sentencia que más temprano que tarde termino oyendo “este sitio no se me ha metido en el corazón”.
Y Charo me dijo: “Linz no se me ha metido en el corazón”.
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Y puede que yo piense lo mismo, en cuyo caso la visita se va acelerando hasta que nos marchamos un tanto precipitadamente, pero cuando no es así y pienso que la ciudad merece una vuelta mas, reconozco que me siento algo contrariado, porque me apetece dar una vuelta mas al lugar intentando extraer lo mejor que tenga y eso me gusta compartirlo con Charo.
No sería la primera vez que al final me reconoce que el lugar "tiene su cosa". Pero con Linz no tardó mucho en emitir su sentencia. |
Es cierto que la ciudad contaba con dos grandes handicaps, para empezar, habíamos estado en muchos lugares difíciles de superar, sin ir más lejos, el día anterior en la bonita localidad de Gmunden y por otro hacía muchísimo frio, ya por la noche estuvimos dos o tres grados por debajo de cero y durante el día no subiríamos en ningún momento de los dos grados, pero teníamos una sensación térmica mucho peor.
Al salir empezamos a buscar el Ars Electronica Center, ya que habíamos leído que era un centro de artes electrónicas muy interesante, pusimos el localizador de Google y estaba a muy pocos metros de la Gaviota. Efectivamente, se encuentra justo al lado del puente Nibelungen que cruza el Danubio, allí mismo es donde habíamos pasado la noche. Pero cuando llegamos a él, entendimos que sería un visita un tanto absurda sin saber alemán, máxime cuando en el centro todo estaba en alemán y no existían guías de ninguna otra clase. Así que resulta muy interesante que el ayuntamiento presuma de ese fantástico centro, pero para dos españolitos de a pie como nosotros no sirve de mucho.
Tras el chasco nos dirigimos al centro de la ciudad. Al poco llegamos a su plaza más importante, la Hauptplatz. Podríamos decir que no es muy bonita, precisamente por alejarse un poco del concepto de plaza, ya que es un espacio abierto y enorme, por donde no dejan de pasar los tranvías y demasiados vehículos, ese día tenía ubicado allí el mercadillo navideño. La plaza junto con el Danubio gris, fue la carta de presentación de la ciudad para nosotros, normal que Charo no sé dejase seducir.
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La primera gran imagen que tuvimos de la ciudad nada más cruzar el Danubio, fue su plaza principal la Hauptplatz. Una plaza inmensa por donde circulan los tranvías constantemente.
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La Nueva Catedral, encaja a la perfección en el estilo de la ciudad de Linz |
No nos detuvimos en el Mercadillo, era muy pronto para dedicarse a tomar vino caliente, así que nos dedicamos a pasear y conocer las calles de la ciudad y su catedral. A esta la llaman la Nueva Catedral de Linz, se trata de un edificio enorme, como no podía ser de otra forma, tratándose de una catedral cuya pretensión debe ser la de que entren en ella todos los creyentes de la ciudad, pero su valor arquitectónico es dudoso, en un primer vistazo, a lo lejos parece una catedral gótica, pero cuando te acercas ves que se trata de ese estilo que se denomina neoclásico y que consiste en hacer iglesias casi en nuestros tiempo como si fueran de la época gótica, baste decir que fue iniciada prácticamente en el siglo XX.
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En mis principios de intentar distinguir los estilos de los monumentos, aquello del neoclásico me traía por la calle de la amargura, yo veía un gótico que me parecía feo y no sabía por qué me desazonaba tanto, hoy entiendo algo más y curiosamente soy más tolerante con ese estilo, es más, aquella catedral no me pareció fea sino más bien una gran iglesia.
En interior de la Catedral es sobrio, pero arquitectónicamente grandioso
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Aquellos que optaron por el estilo neoclásico a finales del diecinueve y principios del veinte me parecen más acertados que los que deciden construir en nuestros tiempos esas iglesias, supuestamente vanguardistas, a base de hormigón, donde luce con soberbia un campanario sin campañas y con altavoces, para desgracia de todos aquellos que tenemos que sufrir su desagradable aspecto, una autentica loa al mal gusto. Así que en esas prefiero la catedral de Linz.
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En cualquier caso, nos fuimos a seguir paseando por las calles comerciales de Linz que esa mañana estaban muy animadas y repletas de gente, los tranvías no paraban de pasar de un lado a otro y yo me preguntaba qué clase de milagro se produce a diario en la ciudad para que no se produzcan atropellos a los viandantes cada dos por tres.
La Landstraße es la arteria principal de la localidad, no es una calle peatonal, pero cuenta con un bullicio de personas constante que se mueven a la par que los múltiples tranvías que pasan por allí, sin que parezca que haya problema alguno por ello.
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Las cervecería típicas austriacas, una auténtica conquista en nuestro viaje |
Como hacía mucho frio, decidimos meternos en una cervecería típica austriaca.
Las cervecerías y cafeterías austríacas tienen la peculiaridad de que son a su vez restaurantes, suelen tener una carta, no muy extensa, en la que se pueden pedir platos de especialidades tradicionales. Solo queríamos tomar un par de cervezas y quizás acompañarlo con algo que nos sirviera de tapa, al final, ayudados por el traductor de Google y con una enorme dosis de azar, nos pusieron un plato lleno de salsa de goulast, en el centro, nadando en la salsa, había dos salchichas de frankfurt extremadamente largas, sin más y de lo más sencillas, eran un poco más largas que las que usamos en España, pero dos salchichas a fin de cuentas.
Las cervecerías y cafeterías austríacas tienen la peculiaridad de que son a su vez restaurantes, suelen tener una carta, no muy extensa, en la que se pueden pedir platos de especialidades tradicionales. Solo queríamos tomar un par de cervezas y quizás acompañarlo con algo que nos sirviera de tapa, al final, ayudados por el traductor de Google y con una enorme dosis de azar, nos pusieron un plato lleno de salsa de goulast, en el centro, nadando en la salsa, había dos salchichas de frankfurt extremadamente largas, sin más y de lo más sencillas, eran un poco más largas que las que usamos en España, pero dos salchichas a fin de cuentas.
El plato, o mejor dicho, la imagen que daba el plato, nos dejó un poco descolocados, recuerdo que me dije, “vaya despropósito de cocina que tienen en este sitio”. Pero no se trataba de un invento de aquella cervecería, porque el mismo plato lo vi varias veces en la ciudad de Viena.
Nuestra salchichas de frankfurt con goulast
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Lo curioso es que estaba riquísimo y la salsa impresionante. Por cierto, que cuando le hicimos la comanda al camarero, un austriaco de mediana edad con aspecto de ser “muy austriaco”, insistió mucho en que pidiéramos pan. En ese momento, con la confusión propia del idioma, no entendíamos qué pretendía, asociábamos el pan a una comida en toda regla y le dijimos que no. Después, cuando teníamos aquella estupenda salsa delante de nuestras narices y ya habíamos dado cuenta de las salchichas, entendimos que el camarero solo quería ayudarnos, comer aquello sin pan era un disparate.
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El lugar nos encantó, porque no podía ser más auténtico y porque la cerveza y las salchichas estaban estupendas.
Y nos despedimos de Linz tomando un vino caliente hecho a base de manzana en el mercadillo navideño.Y dejamos Linz, aunque antes de irnos estuvimos disfrutando un buen rato de su mercadillo navideño, dimos cuenta de una especie de vino caliente hecho a base de manzana, nos lo habían recomendado y la verdad es que nos gustó mucho menos que nuestro tradicional vino caliente.
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Poco después ya estábamos de camino a Steyr.
Steyr
No deja de sorprenderme la capacidad que tenemos a veces para decidir dónde dejar la Gaviota sin meternos en un lío, no recuerdo cómo ocurrió a la llegada a Steyr, pero acertamos de lleno dejando nuestra casa en el lugar que nos indicaba una de las aplicaciones que usamos, sin intentar aventurarnos más.
No hubiera sido fácil dejar nuestra Gaviota en ningún lugar del centro de la ciudad, es más, una de las entradas cuenta con un arco amenazante, a una altura critica para nuestro vehículo y aunque el sitio donde al final dormimos parecía un poco ruidoso, por estar al lado de la carretera, la verdad es que estuvimos muy tranquilos y fue muy sencillo acercarse a la ciudad desde allí (48.04803, 14.413677).
Ya había oscurecido cuando salimos a visitar Steyr, intentaríamos pasar un rato de noche viendo un poco por encima, para dedicar la mañana del día siguiente o el día completo a conocerlo.
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La ciudad con casi 40.000 habitantes es una de las principales de Alta Austria, región en la que nos encontrábamos, pero, además, es una de las más pobladas e importantes del país.
Nuestro paseo de noche nos hizo tomar buena nota de que se trataba de una localidad muy interesante. Desde donde estábamos había que descender para llegar al pueblo que se encuentra en la confluencia de dos ríos.
Nos acercamos al centro y allí había un mercadillo de Navidad. La noche era muy fría y podría pensarse que no apetecía quedarse a disfrutar de un vino por muy caliente que estuviera, porque no es menos cierto que se toma a la intemperie en una noche bien fresquita, pero había mucha gente joven comiendo y bebiendo alrededor de una chimenea dispuesta al efecto. Era la primera vez en el viaje que teníamos la posibilidad de disfrutar de una chimenea y no lo dudamos ni un segundo.
Comimos una patata asada, que por cierto estaba bastante fría y un vino caliente, todo ello rodeados de la juventud del lugar, gente muy simpática que a la menor escusa intentaba entablar conversación con nosotros. Fue uno de los momentos mágicos del viaje, delante de aquella chimenea pensamos al unísono sin comentarlo el uno con el otro, que estábamos pasando una de las mejores navidades de nuestras vidas y todo estaba saliendo perfecto, bueno todo no, porque el intento de conversar con aquellos muchachos muy bien no salía. Eso sí, pudimos comprobar, por enésima vez en el viaje, que caemos simpáticos por ser españoles y son tiempos para alegrarse precisamente de eso.
Después subimos de nuevo a la Gaviota y nos fuimos a dormir. |
Jueves 20 de Diciembre de 2018
Nos levantamos temprano y algo inquietos por salir a conocer Steyr cuanto antes, esta vez con sus galas de luz diurna. Habíamos pasado la noche completamente solos en el aparcamiento donde dormimos y cuando salimos ya habían llegado dos o tres coches. Un lugar magnifico el que elegimos.
La puerta de entrada a la ciudad desde el lugar que nos encontrábamos, tenía una altura de esas que ponen los pelos de punta a unos autocaravanistas como nosotros. >>>
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Fuimos caminando hasta llegar al cruce de los dos ríos. No recordamos muchas ciudades donde coincida que se cruzan dos rios y mucho menos dos ríos tan caudalosos como los que vimos, es evidente que a la Steyr le marca su carácter esa característica tan acusada.
Si bien la ciudad hoy en día se dedica principalmente a la producción de vehículos, camiones y componentes para las principales marcas de automóviles, el centro no recuerda en absoluto a una ciudad industrial, sino que se trata de una bonita localidad.
La ciudad está llena de edificios muy bien cuidados, con fachadas de colores, aunque no eran colores vivos como los que habíamos visto en muchas otras ciudades días antes, sino que eran colores mucho más suaves, las ventanas y a veces las propias fachadas estaban adornadas con filigranas muy barrocas, o quizás debería decir que eran más bien de rococó, pero eso no soy capaz de diferenciarlo. El conjunto de la localidad me recordaba al romanticismo austriaco del que tanto nos habíamos empapado esos días.
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El centro histórico no es muy grande, gira en torno a un gran plaza ovalada, la Stadtplaze, donde se encontraba el mercadillo de Navidad, aquella mañana eclipsado por un mercadillo de frutas y verduras convencional. Se trata de una plaza preciosa a la que le sobran los coches que la estropean un poco.
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No obstante, no nos limitamos a ver la plaza y paseamos por diversos lugares de la localidad. En la parte alta de la ciudad me topé con una placa que hablaba de Anton Bruckner, el brillante compositor austriaco, comprobé que pasaba largas temporadas en Steyr aprovechando el buen tiempo del verano, fue allí donde trabajó en la composición de su octava y novena sinfonía. Me emocionó mucho saberlo, porque son sinfonías que he escuchado mucho desde hace años y ahora estaba yo en aquella ciudad donde las compuso.
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Antes de irnos volvimos a pasar por el mercadillo, estaba todo muy distinto a como lo habíamos visto la noche anterior, el entorno del mercadillo era muy bonito pero lamentablemente había coches por todas partes que estropeaban mucho su encanto.
Nos fuimos a la Gaviota y pusimos rumbo a nuestro próximo destino: Viena. |
Desde el principio, en nuestro programa de viaje a Austria, teníamos previsto pasar la Nochebuena en la ciudad de Viena, donde nos encontraríamos con nuestra prima Agnes que viajaría desde Paris para pasar esos días con nosotros.
Al final íbamos a llegar el jueves 20 al área de Viena. Acabábamos de dejar atrás nuestra tercera parte en el viaje, la segunda en Austria y volvíamos a tener la misma sensación que nos ocurrió al cerrar la etapa del Tirol, pensábamos que lo que iba a venir no podía ser tan bonito, tan apasionante y tan divertido como la etapa que estábamos cerrando.
Inicialmente no sabíamos cuántos días íbamos a pasar en Viena, dependería, en cierta medida, de lo cómodos que llegáramos a estar allí.
No éramos conscientes, en ese momento, de que Viena nos iba a sorprender …. Y de qué manera.
No éramos conscientes, en ese momento, de que Viena nos iba a sorprender …. Y de qué manera.