El año 2020 quedará en los anales de la historia y en nuestro recuerdo como el año de la pandemia del coronavirus.

A todos nos cambió la vida porque perdimos la libertad durante más de 100 días y tuvimos que aprender a vivir esta nueva e inesperada situación.

Nosotros arrancábamos a un viaje de 9 meses por Escandinavia el mismo día que se decretó el estado de alarma, así que, nos tocó pasar el confinamiento en Talavera de la Reina, donde nos encontrábamos ultimando los preparativos del viaje.

A partir de la fase 1 y después de pasar 60 días en el área de autocaravanas de Talavera,  nos desplazamos al camping de Cazalegas, a 15 kilómetros de Talavera, a la espera de que se nos permitiera cambiar de provincia y poder irnos.

Durante esos días, aprovechamos para hacer un recorrido por la provincia de Toledo.

Domingo 10 de mayo

Talavera de la Reina

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UNA NUEVA ETAPA
Hoy hace casi dos meses desde que la Gaviota dejó de volar. No han sido fáciles, sobre todo al principio, cuando no nos atrevíamos a poner un pie fuera de la Gaviota por miedo a que nos llamaran la atención.

Pero siempre tuvimos el cariño y el apoyo tanto de la gente de Talavera, como de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y del municipio, pero de forma muy especial, de los bomberos, nuestros vecinos, que dejan en nosotros una huella imborrable, qué buena gente !!!.

Después, pasados los peores días, hemos podido salir a pasear y descubrir los preciosos atardeceres del río Tajo sobre el puente atirantado, una pequeña brisa de libertad que hemos disfrutado como un niño con zapatos nuevos o más bien, como aquel al que le compran el primer móvil de su vida.

Ponemos fin a esta etapa en la que se nos agolpan las emociones y sentimientos. Ahora nos preparamos para continuar el confinamiento, está vez desde el camping de Cazalegas, donde podremos luchar algo mejor contra el calor que nos acecha. Quizás quede menos para volar hacia la libertad.

Le debíamos un vídeo a nuestra querida Talavera

y durante el confinamiento lo sacamos adelante

Lunes 18 de mayo

Camping y embalse de Cazalegas

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Empezamos LA SEGUNDA ETAPA DEL CONFINAMIENTO, por delante otros 40 días.
Charo y yo siempre supimos que aquella primera etapa del confinamiento, la que pasamos en Talavera, no iba a ser la última, tendríamos que tener paciencia para volver a volar libres viajando por el mundo.

Intuíamos que iba a ser muy difícil y que tendríamos que esperar mucho tiempo para recuperar aquella vida que quedó aparcada en Talavera el día 12 de Marzo. Ahora las fronteras del mundo están cerradas y no es fácil imaginar lo que va a pasar en los próximos meses.
Pero qué caray !!!.

Nosotros siempre habíamos dicho que podríamos dedicar el resto de nuestra vida a conocer España y que posiblemente, no íbamos a tener tiempo de conocerla bien a fondo. Pues eaaa, a por ello.

Ahora, empieza la segunda etapa de nuestro confinamiento. Atrás queda aquella que pasamos en la plaza nº 2 del área de autocaravana de Talavera de la Reina, no podremos hacer mucho más que recorrer la provincia de Toledo, quizás con una temperatura poco recomendable para ir de tour turístico, pero si lo hacemos con ilusión podemos pasar 40 días muy bonitos.

Nuestra Gaviota se encuentra debajo de una encina que nos da sombra casi todo el día y nos protege del sol, que empieza a ser riguroso. Aunque a la sombra no cargan lo suficiente nuestras placas solares, estamos enganchados a la corriente eléctrica y tenemos energía de sobra.

Es curioso las vueltas que da la vida.

Casi dos años después, volvíamos al lugar del que partimos cuando inicíamos la desconexión.

Es justo aquí, a los pies del embalse de Cazalegas donde vivimos algo más de 11 años y de donde partimos para iniciar una nueva etapa desconectados.

Por otro lado, estamos en un entorno precioso, delante del pantano de Cazalegas y con la SIERRA DE SAN VICENTE al fondo.

Mañana comenzaremos a “hacer Gaviota”, la Sierra con muchos pueblecitos pequeños nos espera …. Ya os contaremos.

 Miércoles 20 de mayo 

 Sierra de San Vicente

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Ayer fue un día extraño, había pasado mucho tiempo desde la última vez que Charo y yo salíamos a conocer un lugar, con la cámara en mano y con un plan de viaje, en definitiva, era la primera vez que salíamos a “hacer Gaviota”, desde hacía meses.

Estábamos un poco descolocados, sin saber qué guardar en las mochilas, sin saber si meter comida o no... y en mi caso con una contrariedad enorme, desde primeras horas de la mañana, mi nueva cámara se había bloqueado, tras varias llamadas al distribuidor y al servicio técnico de Sony, probando con quitar la pila y resetearla totalmente, no hubo manera, no había mas remedio que mandarla al taller.

Pero seguimos el plan y cogimos la Gaviota chica, camino de los pueblecitos de la Sierra de San Vicente, que es como un espolón de la Sierra de Gredos.

Y llegamos a CERVERA DE LOS MONTES, allí hicimos una parada técnica en una terraza, qué inmensa sensación de volver a ser libres, pero es un poco engañosa, lo sabemos, aunque no dejó de ser una alegría inmensa recuperar uno de nuestros clásicos … qué bien saben estas cervezas post confinamiento.

Cervera es un pueblo sencillo, podría decirse que no tiene nada especial, aunque yo destacaría su autenticidad, es decir, se trata de un pueblo de verdad, con vecinos reales que habitan la mayoría de sus casas. Por la calle, paseaba gente de mucha edad, casi todos con mascarilla.

Después llegamos a NAVAMORCUENDE. Con el lío de mi cámara nueva se nos había echado la mañana encima y en esas, vimos que anunciaban en un restaurante un menú a 9 euros. No no lo pensamos ni un segundo. Entramos y volvimos a recuperar sensaciones de vida, de aquella vida que teníamos antes.

El lugar nos pareció de ensueño con una especie de toldo que tamizaba el sol y con vistas a la Sierra de Gredos, un sitio para repetir el restaurante El PIÉLAGO. Allí estuvimos charlando con los dueños y con un camarero que conocía a Charo de llevar a sus niños a la consulta. Qué maravilla, por momentos parecía que nada había cambiado en nuestras vidas.

Los pueblos que íbamos viendo son todos muy parecidos, su mayor atractivo es, sin lugar a dudas, el entorno en el que se encuentran con unos paisajes maravillosos y hacerlo con la moto es todo un privilegio. Durante el recorrido, Charo no paraba de hablarme de los olores, no dejó de repetirme “huele a primavera”.

Cruzamos el Piélago, un paraje precioso con varios picos de unos 1.300 metros de altitud, en él abunda todo tipo de vegetación, pero de forma especial los robles. Desde siempre me apasionan los robledales, con esos troncos con corteza desgajada, donde los arboles compiten por un pequeño espacio de terreno y por llegar lo mas alto posible para nutrirse del sol. Allí paramos un buen rato y disfrutamos del entorno.

Terminamos en EL REAL DE SAN VICENTE, donde tomamos un café con hielo en otra de sus terrazas y charlamoso con Javi un motero heavy con pasado marinero. Qué bonito es viajar !!!

Ahora toca vivir los pueblos de menos de 10.000 habitantes, donde en gran medida te olvidas del coronavirus al no tener que respetar las franjas horarias.

Lunes 25 de mayo

El valle del Tietar

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​del día 25 de mayo, para ver su contenido.

Nuestra estancia en el Camping de Cazalegas continúa, es un lugar muy agradable y estamos muy bien, además, este fin de semana, han venido algunos autocaravanistas y mucha gente se ha acercado a tomar algo a la terraza, con lo que hemos tenido una cierta sensación de normalidad.

Ayer domingo, el día nos dio un pequeño respiro de calor a primeras horas de la mañana y nos animamos a visitar el valle del Tietar. Cogimos la Gaviota chica y en marcha.
El recorrido, nuevamente, era espectacular y la temperatura para hacerlo en moto, la ideal

Nuestra primera parada fue LA IGLESUELA, un pequeño pueblo con mucho encanto y con muchos detalles en los que fijarse. Unas vecinas nos aconsejaron visitar la iglesia, pero estaba cerrada. Ya hemos descubierto algo que no va a cambiar tras el coronavirus, las iglesias seguirán siempre cerradas.

Hicimos nuestra parada técnica en la única terraza que había y como no, estaba en la plaza del pueblo.

Terminamos charlando con la gente que se encontraba en las mesas más próximas a la nuestra. Hasta ahora, nos estamos sintiendo muy acogidos en estos pueblecitos que parecen agradecer que alguien pase por allí y fue curioso, algunos nos conocían de habernos visto estos días, en la televisión.

Desde allí, fuimos a SARTAJADA y nos llevamos una sorpresa, porque descubrimos que lo habitual es ir por un camino de tierra para evitar dar una vuelta enorme a través de la carretera.

​Nos encantó cruzar los encinares, siempre con Gredos a lo lejos, un paisaje impresionante.

SARTAJADA estaba vacío, no vimos absolutamente a nadie, probablemente porque eran las dos de la tarde, pero el caso es que, nuestra única compañía fueron las cigüeñas del campanario que no paraban de hacer ese ruido tan característico llamado crotoreo, consistente usar los enormes picos que tienen como si se tratara de unas castañuelas.

Tan absorto estaba grabando a las cigüeñas, más o menos como podía, que no vi un desnivel de unos 25 centímetros y terminé de bruces en mitad de la calle, menudo sopapo.

Pusimos rumbo a Navamorcuende y parte del recorrido fue, de nuevo, por caminos de tierra.

En Navamorcuende, comimos otra vez en restaurante EL PIÉLAGO, el mismo al que fuimos en nuestro anterior viaje.

En esta ocasión nos tomamos un gazpacho y un entrecot.

 De vuelta a casa, decidimos hacerlo cruzando de nuevo El Piélago.
​
Habíamos hecho más de 100 kilómetros y lo habíamos pasado bien, aunque al final hizo mucho calor.

Tendremos que lidiar con él hasta que por fin nos dejen ir a donde queramos.

Martes 3 de junio

Las barrancas de Burujón

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Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a ver EL CAÑÓN DEL COLORADO, en el mes del confinamiento y sin salir de la provincia de Toledo.

Y así ha sido o casi, porque en realidad, hemos visto lo que podríamos denominar como un pequeño muestrario del cañón, pero en cualquier caso un paisaje deslumbrante, sin duda, el más impresionante de la provincia y puede que uno de los mas sorprendentes de España: las Barrancas de Burujón.

En nuestro caso, hemos tenido que hacer 48 km con la Gaviota Chica hasta llegar al paraje, a tan solo 30 kilómetros de Toledo capital.

Al llegar, nos encontramos con unas amigas de Talavera, Ana y su hija Anita que nos han acompañado durante todo el recorrido.

<<<Hacía ya tiempo que no viajábamos acompañados y fue  estupendo ir recuperando sensaciones de vida normal.

Dejamos los vehículos en el parking y hemos subido andando hasta las los miradores desde donde se puede contemplar el inesperado y sorprendente paisaje que se presenta ante tus ojos.

Al subir por el camino de tierra viendo los campos de cereales y los olivares, era imposible imaginarse el espectáculo que súbitamente se presentó ante nosotros, parecía realmente que estuviéramos en el decorado de una película del oeste.

Hemos tenido mucha suerte de verlo en días laborables, porque al parecer los sábados y domingos se llena de gente y se rompe la magia del lugar, que solo se puede apreciar como es debido si se puede escuchar el sonido y en su caso, el silencio, de la naturaleza.

Las sensaciones hoy han sido muy agradables, sin duda por el paisaje tan especial y diferente que hemos visto, pero también porque hemos ido con Ana y Anita, siempre charlando animadamente y recuperando sensaciones de normalidad y libertad.

Somos conscientes de que tan solo ha sido un pequeño regalo de estos días de nuestra segunda parte de confinamiento, pero ha resultado muy agradable.

Pusimos fin al día tomando un arroz meloso con bogavante en el restaurante del Camping de Cazalegas y estaba riquísimo.

Seguimos confinados, es cierto, pero poco a poco, vamos recuperando una cierta normalidad, de forma especial en lo que yo llamo “el factor humano de nuestra vidas”.

Nuestro nuevo hogar temporal, el Camping de Cazalegas, nos esta dando muchas alegrías.

Martes 9 de junio

La garganta de las Lanchas

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Desde que empezamos nuestra aventura de “Desconectados”, nunca habíamos estado tanto tiempo sin movernos en busca de nuevos lugares que visitar. Ayer, por fin, nos animamos a sacar la Gaviota después de casi 3 meses sin moverla.

Al principio, no parábamos de hacer bromas porque tan solo íbamos a hacer 80 km, pero no fue un viaje corto o al menos, no fue sencillo, porque para llegar al Valle del Gévalo hay que pasar por un sinfín de carreteras angostas, con un firme en mal estado, hicimos muchos kilómetros a una velocidad máxima de 30 km por hora y siempre cruzando los dedos para que no nos encontráramos con nadie delante.

<<<Sin embargo, la belleza del paisaje, lo compensó todo.

Y tuvimos suerte, llegamos por fin al valle y mas concretamente, a la localidad de Robledo del Mazo, que a pesar de estar a tan solo 65 kms de Talavera, donde vivimos muchos años, era una una zona totalmente desconocida para nosotros.

Aparcamos en el cementerio, el único lugar donde podíamos hacerlo y allí pasamos la noche, en total oscuridad y silencio.

A la gente que no viaja en autocaravana, siempre les extraña que nos atrevamos a dormir al lado de un cemeterio, sin embargo, en nuestro mundo, es algo muy habitual>>>

Despertamos por la mañana ante un paisaje precioso con el único sonido, muy a lo lejos, de los cencerros de la ovejas.

Cogimos la moto para acercarnos a tan solo tres kilómetros, a las Hunfrías, una pedanía de Robledo, desde allí partía la ruta de La garganta de las Lanchas.
Volvimos a aparcarla en el cementerio y empezamos a caminar.

Desde el primer momento, las sensaciones de libertad y de recuperar nuestra vida, han sido estupendas, es indudable que cuando vamos a Talavera de la Reina recibimos un impacto muy diferente, en la ciudad, todos vamos con mascarillas al no poder mantener la distancia social y eso hace que siempre tengamos presente la pandemia y el hecho de que, algo de nuestra libertad ha desaparecido y la que tenemos pende de un hilo.

Pero en la ruta, en mitad del valle ha sido una orgía de libertad en plena naturaleza. Hemos disfrutado de un paisaje exuberante adornado por tres cascadas.

Y eso que, sólo hemos visto tres de las cinco que al parecer existen, porque no hemos sido capaces de encontrar el camino para continuar a partir de un determinado punto. Imaginamos que hace tiempo que nadie transita el sendero y estaba cubierto de vegetación lo que hacía imposible distinguirlo.

Pero además, estábamos muy cansados, se nota la falta de ejercicio de este tiempo atrás, así que, nos hemos puesto a comer escuchando el ruido del agua y hemos iniciado el camino de vuelta.

Han sido once kilómetros en total que nos han dejado agotados. Tenemos que empezar a recuperar la forma física porque la tan comentada "nueva normalidad” se acerca.

Jueves 11 de junio 

Las pedanías de Robledo del Mazo

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Ayer, nos levantamos a las 8 de la mañana y hacía casi frío, habíamos dormido con una manta fina, lo que nos ha parecido todo un privilegio después del calor que llevamos pasando, desde hace un mes, en la zona de Talavera.

Me fascina observar la naturaleza. En este caso, vimos un castaño precioso con cientos de abejas polinizando las flores. 

Me pasaría horas contemplando este espectáculo.

A las 10 ya estábamos listos, con el almuerzo preparado y las cámaras deseando empezar a funcionar. Cogimos la gaviota chica y comenzamos un sencillo recorrido por las cuatro pedanías que se encuentran un poco mas allá de Robledo del Mazo, a saber, Las Hunfrías, Navaltoril, Piedraescrita y Robledillo.

El trayecto se hace por una carretera estrecha y llena de curvas es espectacular, sobre todo, si se va en moto y siempre bajo el marco de los Montes de Toledo.

Se trata de localidades muy pequeñas, Robledillo por ejemplo, con tan solo 13 habitantes y Navaltoril 15, son muy sencillas y sin importantes iglesias o tesoros antiguos escondidos. Su atractivo es la inmensa paz en la que están inmersos y el paisaje tan bonito que las rodea.

Todas ellas tenían algunas características en común, como si hubieran sido diseñadas por la misma persona, de entrada, llama la atención que hay muchos bancos para sentarse, a simple vista parece que hay casi mas bancos que personas, así que no es extraño que, a pesar del confinamiento, no tuvieran esas horrorosas cintas de plástico con franjas blancas y rojas que prohíben su uso. También resultaba curioso ver tantas flores, había rosas por todos lados.

Pero lo mas destacable era el silencio y el sonido de los pájaros … paz, mucha paz.

De todo lo que vimos, lo que más nos impactó es una ermita románica que hay en Piedraescrita, aunque la verdad es que la vimos solo a medias, porque está cerrada, al parecer han descubierto unos azulejos de cerámica de Talavera y su catalogación impide que se pueda entrar a visitarla. En cualquier caso, nos encantó, quizás porque imaginamos el interior lleno de cerámica azul y amarilla al puro estilo Ruiz de Luna, eso es lo que nos sugería una foto colgada de la puerta en la que, pedían disculpas por el cierre.

La visita al Valle del Gévalo nos ha resultado deliciosa, gente amable y sencilla que viven rodeados de belleza y tranquilidad y encantadores con nosotros, en ese sentido, tenemos que decir que, mientras charlábamos con algunos vecinos de Robledo y tomábamos unas cervezas, una mujer nos dijo: ¿vosotros sois La Gaviota, verdad? yo os sigo” … sin palabras !!!!

Este es el vídeo de esas pequeñas excursiones por la provincia de Toledo en la última fase del confinamiento