Tres días de otoño en la Albufera.
Nos dicen que la Albufera en otoño presenta su cara más triste, pero nosotros solo podemos decir que los atardeceres de los que disfrutamos son de los mejores que hemos visto en ninguna otra parte del mundo.
Sospechamos que nuestra Gaviota toma sus propias decisiones |
Primer día
Llegamos a la Albufera por casualidad, en realidad no lo decidimos nosotros, sino que quizás lo decidió la Gaviota que tiene una forma independiente de pensar. Habíamos llegado a Castellón concretamente al Grau y nos encontramos con que la puerta dónde se encuentra la bombona de gas no se abría. Aquello nos llevó de cabeza todo el día, hasta que al día siguiente conseguimos que un compañero autocaravanista nos lo arreglará, pero para eso tuvimos que desplazarnos a un pueblo que está muy cerca de la Albufera. Una vez allí, decidimos visitar la zona, algo sabíamos de cómo era, pero nos sorprendió y mucho, porque se trata de un lugar espectacular. No estaba en nuestros planes parar en la Albufera, así que miramos a la Gaviota y le dijimos " esto ha sido cosa tuya”.
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Nosotros aparcamos muy cerca de él, en un lugar en el que suelen parar las autocaravanas, un sitio privilegiado al borde del mar (39.363524, -0.3182279).
La Albufera
está a unos 11 kilómetros de Valencia (hacia el sur). Son unos humedales de una profundidad media de un metro y con una extensión aproximada de 24 Km². Su característica más destacada es que está rodeada de más de 200 Km² de arrozales, a lo que se llama el Marjal, el típico paisaje valenciano. |
Bajamos la bicicletas y nos fuimos a dar una vuelta, es un lugar preparado para los paseos en bici y aunque nosotros lo hicimos así y otras muchas personas también, nos llamó poderosamente la atención que hay que ir por una carretera con un tráfico de vehículos muy considerable, en algunos momentos pasas miedo.
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Para mí al menos, resulta incomprensible que en dicha carretera se permita una velocidad de 90 km hora, cuando los coches pasan muy pegados a las bicicletas y la circulación en ambos sentidos es muy densa. En cualquier caso, disfrutamos del paseo y en ocasiones nos adentramos en algunos caminos que tiene a modo de brazos el lago de la Albufera.
La Albufera presenta por todos lados imágenes de las artes de pesca utilizadas desde siempre.
Nos acercamos a lo que se llama el embarcadero, un lugar desde donde salen barcas para recorrer la Albufera, empezaba a caer el sol y nos pareció demasiado atrevido iniciar el recorrido en ese momento, así que simplemente nos dedicamos a hacer fotos. El lugar, por muy turístico que sea, nos encantó, es fantástico y nos quedamos con las ganas de dar una vuelta con las barcas por el lago.
Segundo día
El Palmar, en el corazón mismo de la Albufera |
A la mañana siguiente amaneció muy nublado, existía la posibilidad de que lloviera, así que nos dedicamos a tareas típicas de cuando vives en una autocaravana. Fuimos a hacer la compra y a lavar ropa en un local de máquinas de lavado. Después emprendimos la ruta nuevamente al lugar denominado El Palmar, que se encuentra en el centro mismo de la Albufera. Se trata de una localidad que vive por y para el arroz, dicen de la Albufera qué fue allí donde se inventó la paella, si eso es así, el lugar más posiblesin duda es el Palmar, quizás por ello hay multitud de restaurantes cuya especialidad principal la paella y el Al i pebre. El Palmar está lleno de canales en dónde se encuentran las barcas de los pescadores, otra actividad característica de la localidad.
Comimos un arroz meloso con bogavante que estaba fantástico y como aperitivo, mientras esperábamos, un Al y pebre( anguila con patatas). Curiosamente estuvimos completamente solos en el restaurante, el hecho de encontrarnos en el mes de noviembre, de ser lunes y de ser un día lluvioso, nos hizo disfrutarlo para nosotros solos, por qué negarlo, nos encantó. Íbamos recomendados y nos trataron de maravilla
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Los arrozales o el Marjal
<<< Las aves de la Albufera son uno de los mayores atractivos, aunque son muy esquivas, es casi imposible acercarse a ellas.
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Al salir de restaurante regresamos otra vez a la zona del Sidi Saler, allí permaneceríamos hasta el día siguiente.
Tercer día
Nuestro tercer día amaneció bastante despejado, pero con mucho viento.
Disfrutamos mucho de nuestro desayuno al borde del mar mientras veíamos las dunas de la playa. El paisaje era fantástico y la playa estaba muy tranquila, sin que prácticamente nadie paseara por allí, así que estábamos prácticamente solos, solo acompañados por un pequeño grupo de autocaravanas que habían dormido cerca de nosotros.
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Tuvimos que marchamos a buscar un lugar donde pudiéramos hacer el cambio de aguas, después de casi tres días de acampada libre necesitábamos de estos servicios y nos acercamos al área de El Saler, cerca de Valencia.
Las dunas de la playa y otro grupo de autocaravanas delante del antiguo Hotel Sidi Saler
Volvimos al embarcadero de la Albufera (39.349275, -0.323516), es decir, a la zona desde donde salen barcas para dar un paseo, no es el único lugar ya que el día anterior vimos muchos otros sitios, quizás más interesantes, en El Palmar, desde donde salían barcas, pero entonces llovía y no pudimos salir. En este nuestro tercer día, podía decirse que solo teníamos una idea fija, la de dar un paseo en barca por el lago de la Albufera.
Pero al llegar nos dimos cuenta de que iba a ser imposible, el viento no paraba de mover las aguas y aquel lugar tan idílico que habíamos visto dos días antes, ahora era otra cosa y nos presentaba unas aguas muy feas, eran de un color diferente, sin duda porque el movimiento de las aguas había removido las tierras del fondo.
La verdad es que nos llevamos un disgusto, no pudimos hacer otra cosa que contemplar unos minutos aquel panorama y marcharnos. |
Así que dejamos la Albufera y pusimos rumbo al sur por las carreteras comarcales, por el camino no dejamos de ver cultivos de arroz, es decir, no dejamos de ver El Marjal.
Habían sido tres días estupendos en la Albufera y ésta, sin duda compinchada con el viento, nos jugó una faena y no nos dejó dar un paseo en barca, quizás para que tengamos que volver. Charo protegiéndose del fuerte viento justo antes de marcharnos
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Y esta es la peli de esos tres fantásticos días en La Albufera valenciana |