Viaje al Perigord francés en otoño (del 6 al 13 de octubre)
Como casi todos los trotamundos tenemos un cajón lleno de proyectos de viajes. No sabría decir porqué nos decidimos por uno o por otro, en este caso empezó a enseñar la patita el viaje al Perigord y de pronto Charo se lanzó en picado a organizarlo.
Para la planificación de este viaje recurrimos como siempre a Internet. La página oficial de la Dordogne-Perigord es de considerable ayuda, pero sobre todo seguimos el relato de un autocaravanista (Toni de Ros) que aparece en la Pagina Viajar en Autocaravana y que se titula “Los cuatro colores del Périgord”, data de la semana santa de 2012. También consultamos el blog Con Mi Autocaravana dla página de Susana, Javier y su pequeño, unos compañeros de Vitoria y digo compañeros y digo bien, porque ellos como nosotros nos hemos vistos en la Revista On Road, eso sí ellos nos llevan delantera porque son del nº 19, nosotros del 56, bastante después. |
Ya se sabe que los franceses venden sus productos como nadie, son unos líderes en saber presentar lo suyo y en el Perigord no se iban a quedar cortos. Presentan esta zona de la Dordoña como “los cuatro colores del Perigord”, es decir lo dividen en cuatro zonas que se distinguen por diversos colores:
El Périgord Verde, que debe su nombre a su abundante vegetación, a sus numerosos ríos (Dronne, Isle, Auvézère, Bandiat...) y a su rico patrimonio natural e histórico.
El Périgord Blanco cuyo nombre deriva del suelo calcáreo característico de la zona. Lo surcan los valles del Isle y del Auvézère. En esta tierra se encuentra Périgueux, la capital del departamento, declarada “Ville d’Art et d’Histoire” por sus estrechas callejas con palacetes, por sus barrios protegidos y por la catedral de Saint-Front, Patrimonio de la Humanidad en el marco del Camino de Santiago francés.
El Périgord Púrpura, que es tierra de viñedos y de las famosas bastidas. En el corazón de estos famosos viñedos (con 13 denominaciones de origen como Monbazillac, Pécharmant y Montravel), se alza la ciudad de Bergerac cuyo nombre está indisolublemente ligado al de Cyrano, el famoso personaje de enorme nariz.
El Périgord Negro al que se le puso este nombre por los oscuros bosques que pueblan el lugar, así como por el color de las sus famosas trufas es el valle del Vézère y el valle del Dordoña, río que discurre entre majestuosos farallones calcáreos y bosques de encinas.
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Y este fue nuestro viaje.
Jueves 6 de octubre, San Román de los Montes, Zarauz
Salimos de San Roman de los Montes en Toledo y llegamos bien entrada la noche para dormir en el área de Zarauz (43.27792 -2.17139) , una calle próxima al polígono industrial, no es un lugar bonito pero hace su función.
Viernes 7 de octubre, Zarauz, Le Mas-d’Agenais, Tonneins, Issigeac, Beaumont, Molieres, Cadouin, Montferrand
Salimos por la mañana temprano en dirección a Issigeac nuestro primer destino, no era demasiado recorrido 350 kilómetros, unas 4 horas, normalmente voy a 90 km/h, porque desde que compramos la Gaviota me he propuesto disfrutar de los viajes, la verdad es que lo he conseguido, voy mas despacio y llego solo unos minutos mas tarde, no podría decir que el mundo se ve de otra forma yendo a 90 km/hora, sino que mas diría que cuando se va a toda pastilla solo se ve el asfalto y los coches a los que vas adelantando. Ahora a 90 km/h disfruto del paisaje, de la conversación y de la música que ponemos.
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Le Mas-d’Agenais
Así que nos desviamos, pero el navegador es profundamente idiota y no dejó de darnos la lata en su insistencia de que pasáramos por el dichoso puente. Continuamos nuestro camino sin hacerle caso, siguiendo el curso del río, la idea era encontrar otro puente mas adelante que fuese lo suficientemente ancho y no tuviese limitaciones de altura como suele ser lo normal.
Tonneins
Mas adelante llegamos a Tonneins, en esa localidad había un puente que cruzaba sin dificultades el río Garonne.
Ya más relajados paramos un rato y disfrutamos del pueblo, Tonneins no forma parte del Perigord, nuestra idea no era parar hasta llegar ya a Issigeac, pero veníamos un poco revueltos por culpa del navegador y nos bajamos a dar un vuelta, el pueblo está al borde del río Garonne y aunque solo sea por eso presenta una imagen muy bonita.
Ya más relajados paramos un rato y disfrutamos del pueblo, Tonneins no forma parte del Perigord, nuestra idea no era parar hasta llegar ya a Issigeac, pero veníamos un poco revueltos por culpa del navegador y nos bajamos a dar un vuelta, el pueblo está al borde del río Garonne y aunque solo sea por eso presenta una imagen muy bonita.
Issigeac
Poco después cruzamos por fin el río y llegamos enseguida a Issigeac.
Issigeac era el primer pueblo de la Dordoña que visitábamos en el Perigord Purpura. Se trata de una ciudad medieval. El corazón de la ciudad es su antiguo recinto circular donde las calles se enrollan como un caracol, paseando por su calles y callejones tienes la sensación de palpar su pasado. Se trata sin duda de una ciudad con mucha historia, pero hoy imagino que todo está muy cambiado, para empezar las calles y las casas están muy bien cuidadas y se respiraba una tranquilidad inmensa, casas de piedra y estructura de madera construida entre los siglos XIII y XVI.
Issigeac era el primer pueblo de la Dordoña que visitábamos en el Perigord Purpura. Se trata de una ciudad medieval. El corazón de la ciudad es su antiguo recinto circular donde las calles se enrollan como un caracol, paseando por su calles y callejones tienes la sensación de palpar su pasado. Se trata sin duda de una ciudad con mucha historia, pero hoy imagino que todo está muy cambiado, para empezar las calles y las casas están muy bien cuidadas y se respiraba una tranquilidad inmensa, casas de piedra y estructura de madera construida entre los siglos XIII y XVI.
La población actual es de 738 habitantes, un pueblo muy pequeño pero con un nivel de infraestructuras increíble, es difícil, sino imposible, ver un pueblo tan bien cuidado y tan pequeño en España, aquí los pueblos así están medio abandonados por todos, en especial por lo que deberían sentir la responsabilidad de no darles la espalda. Paseamos por sus calles y entramos en la Iglesia del siglo XVI, nos llamó la atención que el pueblo estaba casi vacío y muy tranquilo y sin embargo la Iglesia estaba abierta, eso sería una constante en nuestro viaje al Perigord, nos resultó impactante cuando vives en un país donde las iglesias siempre están cerradas y a pesar de lo cual cada poco tiempo se escucha que han saqueado alguna. En ese momento solo paseábamos nosotros y otra pareja que también visitaba el pueblo, a pesar de lo cual había tiendas de antigüedades.
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Las casa medievales son todas muy bonitas pero nos llamó especialmente la atención una de esas que se llaman de forma de champiñón, porque no están adosadas y su base es mas estrecha que la parte de arriba.
Vimos Issigeac en seguida y pusimos en el navegador la siguiente población: Beaumont
Casa en forma de champiñon
Vimos Issigeac en seguida y pusimos en el navegador la siguiente población: Beaumont
Casa en forma de champiñon
Beaumont
En Beaumont hay un área y allí dejamos la Gaviota, solo había otra autocaravana mas, aparcar en estos pueblos medievales es casi imposible, así que si se señala un área vamos allí directamente (44.774619, 0.765692).
En esta población hay una bastida y sería la primera que vimos pero no la última, prácticamente hay una en cada pueblo. Al principio esperas ver una construcción diferente, claramente reconocible, pero no es así porque las bastidas son todo el entramado urbano construido en torno a la plaza de la localidad.
En esta población hay una bastida y sería la primera que vimos pero no la última, prácticamente hay una en cada pueblo. Al principio esperas ver una construcción diferente, claramente reconocible, pero no es así porque las bastidas son todo el entramado urbano construido en torno a la plaza de la localidad.
Y según íbamos visitando pueblos y viendo bastidas no terminas de cogerle el tranquillo, no ves nada claramente reconocible y distinto a otro pueblo medieval de otra parte de Europa. Así que en el viaje y después, mientras escribíamos este relato, hemos seguido con nuestra particular investigación: ¿pero entonces qué es una bastida?
Veamos, las bastidas o “ciudades nuevas” (que eso es lo que significa bastide en francés) se construyeron en la Edad Media para crear un espacio ejemplar de vida urbana en un entorno rural. Las encontramos a ambos lados del río Dordoña y desempeñaron un importante papel durante la Guerra de los Cien Años. Esa guerra fue un conflicto armado que duró 116 años entre los reinos de Francia e Inglaterra, para resolver quien controlaría las enormes posesiones acumuladas por los monarcas ingleses desde 1154 en territorios franceses, debido al ascenso al trono inglés de Enrique II, conde de Anjou. Finalmente, después de numerosos avatares, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas. Así que no es de extrañar que algunas de las bastidas sean obra de los ingleses, concretamente la que veríamos mas adelante en Monpazier, es considerada la “bastida modelo”. Fue Eduardo I de Inglaterra quien la fundó en 1284 y conserva casi intacto su aspecto original (plaza principal porticada, calles perpendiculares y murallas), pero también las hay como la de Villefranche du Périgord, de construcción francesa, y construcción posterior. En definitiva, una bastida fue durante la Edad Media un tipo particular de desarrollo urbano, construida con una finalidad defensiva y de explotación económica, surgida a partir del siglo XIII en áreas del suroeste de Francia, como ordenamiento para los asentamientos de repoblación (de ahí lo de construcción nueva) emprendidos en aquellas regiones como consecuencia de la guerra de los Cien Años.
No es fácil, por lo tanto, distinguir un pueblo con bastida de otro pueblo medieval que no la tuviera, y esta larga explicación la obtuve definitivamente después de volver de Francia, en el viaje no dejaba de estrujarme la cabeza y de recurrir al Google, intentando entender que tenía de reconocible cada bastida que veía.
Se distinguen por su plano conocido como " tablero de damas”, porque se compone de islotes de casas cuadradas, comunicadas entre sí por calles cortadas en ángulo recto y que se organizan alrededor de una plaza central y eso se puede ver si tienes una foto aérea del pueblo y conoces las pautas de su construcción. Dando un paseo por una de estas localidades resulta muy difícil.
Me ha parecido importante explicarlo, porque si estamos en medio de una bastida es interesante saber que estás reviviendo un momento importantísimo de la historia del mundo, concretamente de la época feudal, momento que se produjo con mucha fuerza y que duró mas de cien años, cuando rondaba el siglo XIII.
Llegamos a Beaumont y tras aparcar la gaviota nos dirigimos al centro, de camino vimos una señal que anunciaba el nombre del municipio y ahora era Belmont y no Beaumont, pero estamos hablando del mismo, en francés el nombre correcto es Beaumont-du-Périgord, pero resulta que por aquí se hablaba occitano (lengua romance) y en occitano se dice Belmont. Esta historia de llamar a los lugares de formas distintas según la lengua que se habla es algo que me cuesta mucho entender, pero a la que hay que acostumbrarse si eres un buen viajero.
El paseo desde el lugar donde nos encontrábamos con la Gaviota hasta el centro del pueblo tuvo una parte donde se disfrutaba del paisaje del entorno y era excepcional.
Llegamos al centro del pueblo, Beaumont es un municipio con tan solo 1150 habitantes a pesar de lo cual el pueblo es espectacular. Fue construido en 1272 por Eduardo I de Inglaterra, así que es la primera Bastida que veíamos y la primera que es inglesa, reconozco que por mi desconocimiento de la guerra de los cien años cuando supe que la había construido un monarca ingles me extrañó muchísimo. Al poco de acercarnos nos llamó poderosamente la atención su imponente iglesia que más bien parece una fortaleza, se ve desde todos lados, en especial desde la plaza sus torres almenada. Estuvimos paseando por sus bonitas calles estrechas, llenas de casas de piedra, una completa preciosidad este pueblo.
En la plaza vimos una estructura de madera que soporta una cubierta destinada a poner el mercado, esta estructura se repetiría en la mayoría de las poblaciones que veríamos después.
Tardamos muy poco en ver el pueblo porque es muy pequeño pero extraordinariamente bonito, así que paseamos tranquilamente y nos volvimos hacia la Gaviota. Al llegar a la zona más abierta cerca del área, había una parcela enorme que estaba dedicada a un huerto, en ese momento estaba trabajando allí una señora de avanzada edad. Nos pusimos a charlar con ella. Era una mujer encantadora, nos confirmó que efectivamente ese huerto lo trabajaba ella sola, lo cual me dejó perplejo porque yo instalé un huerto bien pequeño (al menos diez veces mas pequeño que aquel) en mi parcela y no me hacía con él, hasta tal punto, que terminé abandonándolo. Nos regaló un planta y una calabaza que nos comimos mas tarde haciendo una crema estupenda. |
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Molieres
En esta bastida, igual que en la anterior, también había participado el rey de Inglaterra Eduardo I. Habíamos leído que nunca se terminó y que no experimentó la expansión urbana de otras localidades, para colmo resultó devastada en la guerra de los 100 años, reconstruida mas tarde y nuevamente devastada por otras guerras.
Una de las peculiaridades de Molieres es que lo percibes como metido en plena naturaleza ya que al ser tan pequeño hay calles que da directamente al campo. En definitiva es un pueblecito encantador.
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Poco después cogimos la Gaviota para dirigirnos al siguiente destino, nosotros íbamos en dirección a Montferrand aunque nos desviaríamos hasta llegar a Cadouin. El caso es que al poco de emprender la marcha nos metimos en una carretera muy estrecha, tanto que solo cambiamos nosotros, supongo que si nos hubiéramos cruzado con alguien, cosa que no pasó, apartándonos hacia un lateral hubiéramos podido pasar los dos, pero el caso es que la carretera no solo era estrecha sino que atravesaba un bosque muy tupido, al parecer es el bosque de Bessede. Todo ello aportaba un aire mágico a este viaje y en este día, que era el primero, ya empezábamos a mostrar esa satisfacción que tenemos los viajeros cuando creemos que estamos haciendo algo especial y casi exclusivo.
Cadouin
Como decía, nosotros llevábamos en el plan de viaje programada la visita a Montferrand de Perigord, pero cuando estábamos llegando vimos una señal que anunciaba la Abadía y giramos para ir a verla.
No sabíamos muy bien donde estábamos pero el lugar merecía mucho la pena, se trataba de la localidad de Cadouin, un pequeño pueblo medieval reconstruido con gusto, la abadía de Cadouin data del siglo XII perteneciente a la orden cisterciense. Fue recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra dentro de los caminos de Santiago de Compostela, lo que le confiere un especial interés. Es decir, que habíamos tenido suerte en encontrarla, pero no todo era tan idílico porque estábamos ante una pedazo de abadía y cuando quisimos entrar nos encontramos conque estaba cerrada a cal y canto. Puede que fuese debido a la hora que ya era un poco avanzada la tarde, pero el caso es que no pudimos verla por dentro.
No sabíamos muy bien donde estábamos pero el lugar merecía mucho la pena, se trataba de la localidad de Cadouin, un pequeño pueblo medieval reconstruido con gusto, la abadía de Cadouin data del siglo XII perteneciente a la orden cisterciense. Fue recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra dentro de los caminos de Santiago de Compostela, lo que le confiere un especial interés. Es decir, que habíamos tenido suerte en encontrarla, pero no todo era tan idílico porque estábamos ante una pedazo de abadía y cuando quisimos entrar nos encontramos conque estaba cerrada a cal y canto. Puede que fuese debido a la hora que ya era un poco avanzada la tarde, pero el caso es que no pudimos verla por dentro.
Cadouin es una localidad muy pequeña de solo 317 habitantes pero a diferencia de la anterior que tenía mas o menos el mismos tamaño, en esta se percibía mucha mas vida, sin duda debido a que en esta está la abadía.
Así que nos dedicamos a pasear por el pueblo, de entrada entramos en una de las tiendas que vendía vino y otros productos artesanales del lugar.
Así que nos dedicamos a pasear por el pueblo, de entrada entramos en una de las tiendas que vendía vino y otros productos artesanales del lugar.
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Yo quería comprar una botella de vino y al entrar me llamó la atención unas botellas de vino muy baratas de solo 3,80 euros, no quise cogerlas porque eran de un crianza con varios años a la espalda y podía estar picado. Cuando estaba pensando en coger una de algo más de 10 euros, el dueño de la tienda me convenció de que ese vino de 3,80 era extraordinario y que si lo decantaba bien no tendría ningún problema, así que le hicimos caso.
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Charo se lanzó a las moutardes, en Francia hay un considerable culto a la mostaza y queríamos darnos el gusto, lo curioso en que en esta zona las hacen mezcladas con algún otro producto para darles una característica especial, así que elegimos una que llevaba trufa blanca, el Perigord presume de su trufa así que no podía haber mejor combinación. La mostaza con trufa blanca la fuimos comiendo a lo largo del viaje y nos gustó tanto que tuvimos que comprar otro bote mas adelante.
Seguimos paseando por la localidad y vimos la estructura del mercado que venimos viendo en las bastidas, no obstante aquí bastida como tal no hay.
Después nos topamos con una monumento funerario que rememoraba a los caídos de Cadouin en las guerras mundiales. No seria la única vez que lo veíamos, en realidad lo hay en cada pueblo, pero me llamó la atención el trato que se le dedicaba a los caídos, quizás por el contraste que tenemos en nuestro país, era un monumento muy cuidado con banderas en el que aparecían los nombres de los muertos en una y otra guerra.
Después nos topamos con una monumento funerario que rememoraba a los caídos de Cadouin en las guerras mundiales. No seria la única vez que lo veíamos, en realidad lo hay en cada pueblo, pero me llamó la atención el trato que se le dedicaba a los caídos, quizás por el contraste que tenemos en nuestro país, era un monumento muy cuidado con banderas en el que aparecían los nombres de los muertos en una y otra guerra.
Montferrand de Perigord
Salimos de allí en dirección a Montferrand de Perigord, había que darse prisa porque quedaba poco tiempo de luz, se tarda muy poco en llegar porque está a tan solo 9 kilómetros de Cadouin.
Montferrand de Perigord es un pueblo muy pequeñito, tiene tan solo 180 habitantes y es peculiar porque se desarrolla en torno a una única calle que dispone casas a los lados y que te lleva al castillo que está en la parte mas alta, es decir la calle es una cuesta que termina en el castillo.
Por lo tanto no es fácil aparcar, así que han habilitado una zona ancha al principio, nada más llegar al pueblo (44.751495, 0.867704) donde aparcamos, menos mal que así lo hicimos sino hubiéramos tenido que hacer maniobras para dar la vuelta y volver a bajar.
El caso es que dejamos la Gaviota y empezamos a subir la calle empinada. El pueblo es bonito y merece la pena verlo, además está muy bien cuidado( lo que empieza a ser una costumbre en el Perigord) pero es minúsculo y quizás por eso no vimos a nadie, solo tuvo a bien salir a saludarnos un gato sin rabo. |
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Al llegar arriba se abre una calle a la derecha que te lleva al castillo, este domina el pueblo. Los lugares más antiguos el torreón y las murallas parece ser que son del siglo XII.
Nosotros no vimos mucho mas, hay zonas para pasear y el castillo por dentro tiene una capilla que quizás fuera visitable pero en ese momento no había nadie en ningún sitio.
Nosotros no vimos mucho mas, hay zonas para pasear y el castillo por dentro tiene una capilla que quizás fuera visitable pero en ese momento no había nadie en ningún sitio.
Monpazier
Decidimos desplazarnos hasta nuestro próximo destino Monpazier, solo había 10 km. de distancia y en esa localidad hay un área.
Llegamos a Monpazier y enseguida vimos una zona de aparcamientos donde había cuatro o cinco autocaravanas, así que allí nos quedamos. A la mañana siguiente buscando la zona de servicios de carga y descarga nos dimos cuenta de que el área estaba en otro sitio, pero en cualquier caso el sitio elegido era estupendo.
La Puerta de St, Jacques iluminada por la noche
Ya era de noche y estábamos cerca del bullicio de la localidad a la que se la veía muy bien iluminada. viven en el lugar poco más de 500 personas pero parece que es mucho mas grande, no es que a esas horas de la noche se viese mucha gente por las calles pero al menos se veía alguna persona paseando y dos o tres restaurantes abiertos. Teníamos pensado cenar en la autocaravana pero al ver los restaurantes nos metimos en uno de ellos. Charo pidió una cena más ligera pero yo me lancé hacia las especialidades del lugar, foie y pato, me gustó mucho, el restaurante era un poco caro pero la cocina era buena.
Y no fuimos a la cama, bastante cansados y a esperar el día siguiente. |
El pueblo es una maravilla, como ya constatamos la noche anterior así que no es de extrañar que esté declarado como uno de los "Plus beaux villages de France”. La Bastida se considera como el ejemplo más típico de las bastidas del suroeste y dicen que es la mejor conservada del Périgord. La Bastida podría decirse que son solo dos calles paralelas unidas por una plaza, aunque además hay calles transversales, como siempre hay una zona cubierta para el mercado. La plaza es un cuadrilátero perfecto de 400 por 200 metros, es decir es una plaza enorme, máxime si tenemos en cuenta que se trata de un pequeño pueblo, así que cuando llegas a ella te sientes atrapado ante su encanto. Me gustó tanto que estuve sacándole una y otra vez fotos panorámicas, pero ninguna me satisfacía lo suficiente y volvía a repetir una y otra vez el proceso, intentando cambiar algo para mejorar la foto. Al cabo de un rato cuando Charo no me dejaba de mirar como diciendo ¿cuando terminas?, me di cuenta de que era imposible meter toda la plaza en una foto panorámica y mucho menos atrapar su belleza, así que la foto que he puesto aquí es simplemente una de tantas ni la mejor ni la peor, solo una que desde luego no le hace justicia a la plaza de las Cornières, que así es como se llama.
Paseando por sus calles vimos muchas tiendas pensadas para los turistas, pero sin abandonar un toque de elegancia, mas bien tiendas de antigüedades y artesanía. Vimos también varias boulangeries de mucho nivel, en una de ellas nos sentamos cumpliendo nuestra costumbre de hacer una parada técnica, nos comimos un par de quiches con un té y nos fuimos deseando comernos media tienda de una sentada porque todo se veía riquísimo, la bollería, las tartas y por supuesto el pan, una maravilla.
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La verdad es que este pueblo nos ha entusiasmado, no solo por la belleza de la Bastide sino además por el entorno en el que está, en el como en otros pueblos que venimos viendo, una vez que sales de la zona de la bastida te topas con el campo, lo que le otorga a todo una agradable sensación de tranquilidad.
Volvimos hacia la Gaviota, nos pusimos a charlar con un matrimonio de franceses y cuando les preguntamos donde estaba el punto para cargar y descargar aguas, ya que no lo veíamos, nos dijeron que había que ira a otra zona, es decir no estábamos en el área, en realidad estaba muy cerca pero en otro sitio (44.684846, 0.894378).
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Villefranche du Perigord
Nuestro siguiente destino era la importante localidad de Cahors, pero vimos que en el camino estaba el pueblo de Villefranche du Perigord y decidimos parar a visitarlo. Se trataba como casi siempre de un pueblo con una Bastide y todas son bonitas así que paramos a visitarla.
Era inevitable compararla con Monpazier y la verdad es que no podemos decir que esta sea tan bonita, pero nos gustó mucho, desde luego merece la pena visitarla.
Curiosamente Villefranche du Perigord tiene mas habitantes que Monpazier y por otro lado se trata de una Bastide Francesa ordenada por Alfonso de Poitiers, hoy cuenta con 770 habitantes.
Cahors
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Sufrió numerosas destrucciones durante la guerra de los 100 años, en especial se destruyeron los muros, a pesar de ello todavía se puede ver la estructura de sus calles y algunas de sus hermosas casas, llama especialmente la atención el mercado con potentes pilares de piedra cubierta por una estructura de madera pesada que sigue en pie en medio de la plaza central.
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Después de esta breve parada retomamos nuestro camino en dirección hacia Cahors.
Cahors es la primera localidad a la que no podemos llamar pueblo, nada más llegar te das cuenta de que se trata de algo distinto, es una cuidad.
Podría decirse que es una península, porque está rodeada por todas partes menos por una por el río Lot. El valle del Lot se distingue porque el río traza un recorrido, más bien parece una carretera de montaña, va serpenteando en el valle de un lado a otro, trazando una y otra curva, en una de esas deja atrapada una zona de tierra y así abrazada por el río Lot se encuentra la cuidad de Cahors.
Cahors es la primera localidad a la que no podemos llamar pueblo, nada más llegar te das cuenta de que se trata de algo distinto, es una cuidad.
Podría decirse que es una península, porque está rodeada por todas partes menos por una por el río Lot. El valle del Lot se distingue porque el río traza un recorrido, más bien parece una carretera de montaña, va serpenteando en el valle de un lado a otro, trazando una y otra curva, en una de esas deja atrapada una zona de tierra y así abrazada por el río Lot se encuentra la cuidad de Cahors.
Hay pocas cosas que tengamos tan claro cada vez que diseñamos un viaje y es que nos gusta que exista un hilo conductor, es decir una temática, este es el viaje que hacíamos al Perigord y curiosamente Cahors está fuera de él. Sin duda siempre hay excepciones, aunque si queremos encontrar el hilo de unión hay que decir que Cahors fue asediada varia veces por el monarca Ingles como consecuencia de la guerra de los 100 años, gracias a eso se la llama la cuidad invencible, ya que jamas fue derrotada.
Se trata de una ciudad bastante grande con 20.000 habitantes, con un encanto muy considerable y con una parte medieval fantástica.
Se trata de una ciudad bastante grande con 20.000 habitantes, con un encanto muy considerable y con una parte medieval fantástica.
Cuando llegamos íbamos buscando el área, estábamos al otro lado del río y veíamos que el navegador nos ordenaba cruzar el puente hacia la cuidad. No nos atrevimos, porque el puente parecía estrecho y la cuidad imaginábamos que sería del estilo de todo lo que veníamos viendo, justo delante había una zona de tierra al borde del río donde estaban aparcadas varias autocaravanas (44.440024, 1.439223), el lugar era un poco destartalado pero decidimos abandonar la idea de ir al área no fuese a ser que el dichoso “Tomtunas” nos la liase una vez más. Era la hora de comer y comimos dentro de la Gaviota allí mismo.
El Bulevar tenía en esos momentos mucha actividad, había mucha gente en las calles, como siempre en estas localidades europeas percibo una estructura de ciudad que en las localidades del mismo numero de habitantes españolas estoy seguro que no vería. Es más, poco después vimos un poco mas arriba una plaza enorme (Allée Fénelon) que difícilmente se ve en ciudades mucho mayores.
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Justo enfrente de la catedral hay una Galería (Halles) mercado, es una de nuestras debilidades y no dejamos de disfrutar de la cantidad de excelentes productos que había en ese sitio. Parece ser que Cahors es famosa por su excelente gastronomía es más, está situada en el centro de la zona vinícola a la que da nombre desde tiempos inmemoriales en la que tiene su origen el Malbec, cepa principal de la denominación. Hubiera sido una buena oportunidad para descubrir lo que se conoce como vino negro, un vino del que se apreciará su color intenso, sus sutiles matices y su acusado carácter, pero nosotros ya llevábamos alguna botella esperando ser consumida en las bodegas de la Gaviota.
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Salimos del Mercado y paseábamos sin saberlo por el borde de la cuidad medieval, cuando nos paró una mujer, francesa lógicamente, por alguna extraña razón nos vio cara de forasteros (no creo que fuese porque llevábamos zapatillas, mochila y una cámara en la mano), el caso es que nos dio varios consejos que pensaba que se nos iban a pasar desapercibidos.Dijo que nos adentraremos en la ciudad medieval y que viésemos el reloj de las bolas. Así lo hicimos y nos gustó muchísimo, estábamos en el corazón de la ciudad donde el rojo del ladrillo se une al gris de la piedra calcárea y al ocre del gres. Al recorrer las pequeñas callejuelas medievales se disfruta del encanto de las pequeñas plazas y diminutos jardines que adornan la ciudad. Los soportales de tiendas de la Edad Media albergan restaurantes, cafés y comercios. Por último el reloj de bolas al que la gente del lugar tiene mucho aprecio, según nos contó la francesa, se trata de un reloj que va moviendo bolas de metal como las de los pimbool.
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Si algo sabíamos era que había que disfrutar del río Lot y de forma muy especial del puente Valentré, así que recorrimos buena parte de la cuidad para ir desde el reloj hasta el Puente.
El puente Valentré
Efectivamente era un sitio especial, se trata de una pequeña localidad llamada Vers, al borde del río Lot, justo en ese punto es donde muere el río del mismo nombre, es decir Vers, que se incorpora al río Lot, un lugar fantástico.
Vers
Volvimos a nuestro camino y seguimos disfrutando del río. El recorrido es impresionante y en todos los sentidos, porque la carretera tiene por un lado el río y por el otro una pared rocosa tan hermosa como amedrentadora, el espacio para que puedan discurrir los vehículos se ha hecho a base de horadar la rota y quedan salientes en las partes mas altas. Nosotros no teníamos problemas porque íbamos por el carril mas alejado de la pared pero no dejaba de pensar que pasaría si al volver pasábamos por aquí.
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Saint Cirq Lapopie
Y llegamos a Saint Cirq Lapopie, el área (44.470420, 1.679021) está pegada al río, mientras que el pueblo está en lo alto de la montaña, así que dejamos aparcada la Gaviota y antes de cenar salimos a dar un vuelta para ver el pueblo al caer la tarde ya que desde donde estábamos presentaba una imagen imponente. Luego a dormir, en plena oscuridad porque el área que está muy bien no tenía luz. Allí estábamos muchas autocaravanas, al menos 20. Antes de dormir cenamos un churrasco que habíamos comprado en el mercado de Cahors acompañado de un tomate estupendo.
Saint-Cirq-Lapopie a la caída de la tarde
Y llegamos a Saint Cirq Lapopie, el área (44.470420, 1.679021) está pegada al río, mientras que el pueblo está en lo alto de la montaña, así que dejamos aparcada la Gaviota y antes de cenar salimos a dar un vuelta para ver el pueblo al caer la tarde ya que desde donde estábamos presentaba una imagen imponente. Luego a dormir, en plena oscuridad porque el área que está muy bien no tenía luz. Allí estábamos muchas autocaravanas, al menos 20. Antes de dormir cenamos un churrasco que habíamos comprado en el mercado de Cahors acompañado de un tomate estupendo.
Saint-Cirq-Lapopie a la caída de la tarde
Llegamos cuando anochecía con lo que iba a ser uno de esos días en que cuando te levantas ves por primera vez el lugar, aunque antes de acostarnos dimos una vuelta por los alrededores y vimos el pueblo en lo alto y el río al borde del área.
Al día siguiente, es decir el domingo, me levanté con la ilusión de ver el caudaloso río, que por cierto habíamos estado oyendo toda la noche. Apenas brillaba aún el sol pero no me extrañó porque era muy pronto y al otro lado del río hay una montaña que casi es una pared vertical.
Abrí la puerta y miré a mi alrededor, me llevé un buen chasco, estábamos en medio de una niebla muy densa, no se veía nada, es más, había muchas autocaravanas y apenas veía la que tenía pegada a mi, en resumen una niebla de tres pares de demonios y la visibilidad era nula.
Desayunamos y nos aventuramos a llegar al pueblo, la mejor opción era subir andando porque era solo un kilómetro y medio, ya se veía un poco mas, pero era difícil distinguir bien lo que teníamos a 30 metros. Fuimos andando hasta encontrarnos con el camino que ya habíamos visto la noche anterior, sale cerca del camping que está al lado del área.
A esas alturas ya nos habíamos dado cuenta de que la niebla tenía su epicentro en el lecho del río, con lo que cuanto mas nos alejábamos y subíamos menos niebla teníamos.
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Siguiendo el camino llagamos al pueblo, la niebla ya no era tan densa. Gracias a la niebla puede decirse que hicimos dos visitas distintas a este bonito pueblo. Al principio costaba distinguir con claridad los edificios, en especial de las partes mas lejanas, pero a medida que fue avanzando la mañana la niebla fue desapareciendo y empezó a lucir el sol, la sensación que tuvimos al recorrer los mismos sitios que acabábamos de ver fue la de que era un lugar distinto. La verdad es que hice una segunda sesión de fotos al lugar con la idea de desechar las que había hecho con niebla, pero viéndolas todas al tiempo me di cuenta de que fue un golpe de suerte ver dos caras muy distintas de un mismo lugar.
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Saint-Cirq-Lapopie con niebla
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En el paseo conocimos a un matrimonio francés, el hablaba español porque era de Valencia aunque ambos vivían en Francia desde hacia muchísimos años, volvían de cuando en cuando a España en vacaciones. Los viajes unen a las personas y en momentos como esos te das cuenta, porque fue un encuentro agradable al que nadie quiere poner punto y final intercambiando experiencias de la forma de vida de ambos países.
< El mirador, en la parte mas alta (runas del Castillo)
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El valle del Rio Lot desde el mirador
El pueblo tiene fama de ser el más bonito de Francia y existen diversas razones, la mas poderosa es que en Junio de 2012 la cadena francesa France 2 sometía a una consulta popular cuál era el pueblo preferido por los galos. El sistema consistía en elegir entre una primera preselección de 22 candidatos, todos ellos incluidos en la red de” los pueblos mas bonitos de Francia”.Fue un show televisivo en prime time que generó bastante expectación. El ganador fue Saint-Cirq-Lapopie. Si lo dice “la tele” no será cuestión de dudarlo.
Saint-Cirq-Lapopie cuando se retiro la niebla
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Por lo tanto uno asciende al pueblo con la duda de si no estaremos ante el típico pueblo muy turístico. Cuando se asocia el turismo con un pueblo o lugar rural el resultado puede irse de las manos llegando a ser muy artificial, al final son lugares destinados al consumo turístico salvaje. Pero en Saint-Cirq-Lapopie no tienes esa sensación, viven en el pueblo 207 habitantes y obtienen sus ingresos del sector turístico, pero pasan sus días y hacen vida en las casas que vemos todos, cultivan sus pequeños huertos y trabajan la artesanía, así que turístico es, sin duda, pero masivo parece que no, por ejemplo no vimos los típicos grupos de japoneses apoderándose del pueblo y llegando en hordas de autobuses. Quizás el galardón le supuso una mayor popularidad pero aún se respira tranquilidad gracias a su situación, lejos de cualquier autovía y en medio de un laberinto de carreteras secundarias. Tampoco es un lugar que cuente con un monumento icono ante el que llegar, hacer la foto y marcharse. Lo interesante es el conjunto de casitas y jardines y las ruinas del castillo que está en la parte mas alta, allí hay un mirador al que merece la pena llegar para disfrutar de unas vistas increíbles al valle del Lot.
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El valle del Lot
Fue un placer deambular por las bonitas callejuelas repletas de flores en las que los puestos de artesanía y galerías de arte no resultaban agobiantes, así que nos despedimos de uno mas de la lista de los pueblos más bellos y, en definitiva, uno de los lugares más extraordinarios de Francia.
Hicimos el camino de vuelta otra vez por el mismo sendero, esta vez cuesta abajo hasta llega a la Gaviota, Cuando llegamos al área el color y la proximidad del río presentaban la magia y hermosura de la que nos había hablado nuestro compañero y pensamos como él que estar aquí “no tiene precio” y tuvimos que despedimos de Saint- Cirq-Lapopie.
Disfrutamos muchísimo de su recorrido que como puede verse la imagen que adjunto se pegaba al rio hasta tal punto que serpenteaba cada vez que lo hacia este.
La verdad es que fue un recorrido intermitente como pocos, porque parábamos y parábamos, unas veces era el paisaje, otras que había una bandada de aves en el río, pero el caso es que era difícil resistirse a tanta belleza en la que el día contribuía mucho ya que hacía de sol espléndido. De cuando en cuando pasábamos por alguna pequeña población, no teníamos previsto ver ninguna localidad antes de llegar a Cajarc, pero cuando apareció en plena carretera D662 el pueblo de Larnagol, tan bonito, decidimos parar unos minutos. El pueblo o mas bien, el pueblecito, ya que tiene unos 170 habitantes, está en la carretera a escasos metros del río, qué lugar tan maravilloso.No había, o nosotros no encontramos, un lugar para pasear a lo largo del río, pero la carretera estaba muy tranquila y la tomamos como si de un sendero se tratase, incluso nos sentamos en los parapetos de piedra que tenía la carretera.
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Seguimos disfrutando del recorrido hasta llegar a Cajarc que también se encuentra al borde del río Lot y por lo tanto en el curso de la carretera D662. Se trata de una pequeña localidad de 1.100 habitantes, estuvimos dando un paseo y nos llamó la atención la tranquilidad que se respira, viendo lugares como este tan bonitos, tranquilos y sobre todo tan armónicos con la naturaleza cuesta creer que el mundo se está acabando por culpa de la acción del hombre.Uno tiende a imaginar que si venimos a refugiarnos aquí nos salvaremos del desastre.
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Vistas sus calles y su plaza ya estaba visto el pueblo, el caso es que a pesar de la tranquilidad del lugar Charo encontró la manera de darse un golpe en la rodilla. Es algo que quise inmortalizar con la cámara, porque es raro el día que no se da mas de un “certero” golpe, ya sea en la rodilla, la espinilla, el codo, el brazo, en fin “variaditos”. Ahora tiene la excusa de que dentro de la autocaravana es mas fácil, pero ella es así desde siempre.
Retomamos el camino por nuestra querida carretera D662 y seguimos disfrutando de alguna que otra parada en sitios increíbles en los que nuestra Gaviota lucía impresionante.
Poco antes de llegar a Figeac abandonamos la D662 y por lo tanto el río Lot, nos dio un poco de pena pero quedaban todavía muchas cosas buenas que ver y por supuesto otros retos.
Poco antes de llegar a Figeac abandonamos la D662 y por lo tanto el río Lot, nos dio un poco de pena pero quedaban todavía muchas cosas buenas que ver y por supuesto otros retos.
Figeac
Figeac es una localidad con una cierta entidad, tiene 10.000 habitantes y cuenta con una ciudad medieval llena de encanto.
Comenzamos viendo la localidad desde la parte mas alta, ya que fue por esa parte por donde habíamos aparcado la Gaviota. Poco después llegamos a uno de los lugares imprescindibles para visitar Figeac, el punto de observación que está situado en las proximidades de la iglesia de Notre-Dame-du-Puy, desde allí, la vista de los tejados de la ciudad antigua te hace disfrutar de una hermosa panorámica dela parte medieval y de parte del valle del río Célé. Hacía sol y la luz era increíble en ese momento.
Bajamos por las escaleras y los callejones y llegamos al centro, íbamos buscando la réplica de la Piedra Rosetta, ya que es la ciudad natal de Champollion, el egiptólogo que consiguió descifrar por primera vez la escritura jeroglíficagracias a la Piedra Rosetta. |
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La famosísima Piedra Rosetta original, se encuentra en el Museo Británico (como tantas otras cosas), pero la localidad de Figeac quiso rendir un homenaje a Champollión y cuenta con una Piedra Rosetta gigante copia de la original, en una plaza detrás del museo, se llama Place des Ecritures, o eso creemos porque nosotros no la encontramos, llegamos a la conclusión de que se encuentra dentro de Museo Champollion, este estaba cerrado durante el tiempo que estuvimos visitando la localidad, así que no pudimos verlo. Curiosamente la foto de la plaza que habíamos visto no parece ser la foto de un museo, pues se trata de una plaza rodeada de edificios góticos, plaza en cuyo suelo luce la inmensa reproducción de la Piedra Rosetta, pero fue imposible dar con ella. La foto que pongo aquí, por lo tanto, la he obtenido del catálogo de Mr. Google, que siempre me permite resarcirme (aunque poco) de estas lagunas viajeras.
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La ciudad vieja invita a un recorrido pausado y así lo hicimos,cuenta con muchas callejuelas bien cuidadas, salpicadas con palacios con fachadas esculpidas y mansiones de piedra, uno no deja de sorprenderse del estado tan increíble en el que se encuentra todo en una pequeña localidad de solo 10.000 habitantes, es evidente que una población tan pequeña no genera por si misma el suficiente nivel de recursos económicos para mantener en buen estado un patrimonio histórico de tan considerable volumen, por lo tanto debe ser el Estado, u otra entidad francesa, la que se ocupe de conservar y cuidar el mismo. Mientras tanto en España los municipios están solos, completamente solos, tienen que conservar su patrimonio con los recursos de los vecinos y teniendo en cuenta que existen otras prioridades, como los fuegos artificiales, las orquestas en las fiestas, el día del “nosequé”, la milla urbana, la carrera de la solidaridad de otro no se qué, conservar el patrimonio es misión imposible.
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el río Célé
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La pequeña ciudad no dejaba de sorprendernos, caminando nos encontramos con la Abadía de Saint-Sauveur, que fue fundada en el 838. Una iglesia impresionante que es evidente que sufrió multitud de reformas.
Antes de despedirnos de la ciudad quisimos ir hacia la parte mas baja, allí está el río Célé, un bonito río, sin duda esta región está marcada por sus paisajes, sus ríos y su pasado medieval salpicado por una guerra que duró mas de cien años. Abadía de Saint-Sauveur
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Rocamadour
Volvimos a subir a la parte alta de la localidad donde habíamos dejado aparcada (tirada diría yo) la Gaviota y nos pusimos en marcha camino de Rocamadour.
En algún sitio había leído que Rocamadour es la segunda localidad mas visitada de Francia y no creo que la afirmación esté muy alejada de la realidad, porque se trata del típico destino turístico masivo, con autocares aparcados en batería. En este caso el elemento determinante es que el pueblo es conocido como la ciudad sagrada, un lugar destacado de peregrinación. La fama de sus santuarios, y sobre todo del santuario de la Virgen Negra, hace que cada año infinidad de visitantes y peregrinos acudan y por eso se ha convertido en el segundo lugar más visitado de Francia después del Mont Saint-Michel. |
En cualquier caso merecería la pena aunque solo fuera porque está emplazado sobre un acantilado que sobrecoge cuando lo contemplas y todo ello dentro de un entorno natural y protegido.
Nosotros comenzamos la visita desde la parte alta ya que habíamos aparcado en el Parking du Chateau (44.800365, 1.616203), desde allí fuimos andando hasta Rocamadour, no tardamos mucho en llegar solo unos 10 minutos.
Antes de llegar vimos un mirador que está a la altura del punto más alto. Desde el se divisa una magnífica panorámica del conjunto del pueblo medieval, así como del cañón del Alzou y de los paisajes protegidos de los alrededores del Parque Natural.
Rocamadour, o mas bien la parte histórica de Rocamadour, está construido en el acantilado, prácticamente una montaña en forma de pared, así que existe un fortísimo desnivel desde la parte baja hacia la alta, por lo que existe un ascensor para poder subir y bajar. Cuando llegamos no eran ni siquiera las 6 de la tarde y nos acercamos a los ascensores para bajar hacia abajo, pretendimos comprar el billete también de subida y la chica nos advirtió que cerraban los ascensores a las 7:00.Teníamos pensado cenar en Rocamadour asi que subiríamos andando.
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Bajamos hasta la parte baja y empezamos a pasear. Resultó ser lo que imaginábamos, un lugar muy, pero que muy turístico, en el que es difícil disfrutar de su belleza a pesar de que es un lugar muy hermoso, pero resulta agobiante. A poco que uno se fije, se percibe que no hay un solo local comercial para consumo interno, es todo para los turistas, dudo mucho que alguien viva en el casco histórico de Rocamadour. Restaurantes para turistas, tiendas de recuerdos y alguna cosa más, pero todo enfocado a los visitantes, peregrinos o no.
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Paseamos por sus calles, o más bien por su calle, porque casi todo se reduce a una única calle en la parte baja, luego el pueblo sube y hay accesos, pero calle como tal es esa. Después buscamos un sitio para cenar cuando ya empezaba a caer la tarde, pero teníamos la sensación de que iban a cerrar el pueblo, salvo unas japonesas sacando fotos a discreción, apenas se veía a nadie. Así que lo de cenar en el casco histórico dejó de parecernos una buena opción y subimos las escaleras, la famosa Gran Escalera.
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Entramos en la cabina y se cerró la puerta de pronto, nos quedamos completamente a oscuras como si el sistema se hubiera venido abajo. Yo mantuve la calma, pensé que desde arriba habrían apagado las luces por ser la hora del cierre, pero que el ascensor subiría. Mientras Charo estaba de los nervios, se imaginaba que todo el sistema iba a fallar e íbamos a pasar la noche encerrados, le dio un ataque de pánico. Pero el caso es que nos llevó hasta arriba, nos estaba esperando la encargada para cobrarnos el viaje, al final la cosa terminó bien.
Volvimos a buscar la Gaviota, al llegar al aparcamiento nos llamó la atención un grupo de jóvenes en una explanada de césped, justo al lado del lugar donde íbamos a recoger la Gaviota, iban con varios curas por lo que estaba claro que se trata de congregaciones religiosas de juventud, era evidente que Rocamadour tiene un marcado componente religioso y hay tanta gente aquí porque vienen de peregrinaje.
Decidimos que no tenía sentido quedarnos a dormir en el área de Rocamadour ya que todavía no era de noche y pusimos rumbo a nuestro siguiente destino Saint Ceré para dormir allí.
Saint Ceré
Nos levantamos en el área de Saint Ceré (44.854284, 1.899931). El área está bastante bien pero nos costó un poco encontrarla porque resulta que la han cambiado de sitio, nosotros llevábamos por nuestra guía inglesa unas coordenadas, pero al llegar a Saint Ceré había carteles señalando el área y cada cual iba por su lado, al final comprendimos que se trataba de una nueva ubicación y seguimos la señalización. Quizás por eso solo estábamos nosotros y al lado nuestro una Hobby muy viejita, siempre hago una foto de nuestra ubicación en el área cada mañana pero en este caso con mayor motivo. Puede que para alguien que acaba de llegar a este mundo la autocaravana que teníamos al lado no significara nada, pero pero para nosotros es todo lo contrario. Nos encanta ver de cuando en cuando estas autocaravanas antiguas que siguen haciendo kilómetros y que se nota que tienen muchos años por el diseño pero normalmente las tienen muy cuidadas. En este caso era una autocaravana preciosa de un diseño que en su día debió de ser una completa revolución, un privilegio para nosotros haber pasado la noche a su lado.
En mi paseo matinal, mientras Charo prepara el desayuno había comprobado que hacía bastante frío en Saint Ceré. Cuando terminamos bajamos las bicis, no había mucha distancia desde el área al centro pero en bicicleta no nos supondría mas que 10 minutos de paseo muy agradable.
Saint Ceré es un municipio mas bien pequeño con tan solo 3.500 habitantes y muy sencillo para pasear. Hay una plaza que lo gobierna todo, una ciudad medieval y el río Bave. Todo está junto así que apenas tardas en dominar la ciudad. Nosotros no lo sabíamos, era la primera vez que llegábamos a Saint Ceré. Se trataba de una localidad plana y eso en principio es muy agradable, pero controlas menos la situación, los pueblos medievales que están en la montaña son mas evidentes, se trata de subir y subir, pero llegas a uno pueblo plano como Saint Ceré y no sabes qué dirección tomar.
Saint Ceré es un municipio mas bien pequeño con tan solo 3.500 habitantes y muy sencillo para pasear. Hay una plaza que lo gobierna todo, una ciudad medieval y el río Bave. Todo está junto así que apenas tardas en dominar la ciudad. Nosotros no lo sabíamos, era la primera vez que llegábamos a Saint Ceré. Se trataba de una localidad plana y eso en principio es muy agradable, pero controlas menos la situación, los pueblos medievales que están en la montaña son mas evidentes, se trata de subir y subir, pero llegas a uno pueblo plano como Saint Ceré y no sabes qué dirección tomar.
La Place de la République
Había una oficina de turismo y me pareció la mejor solución, allí me darían al menos un plano.
La clave estuvo en esa afirmación “me darían”, Charo no paraba de repetirme” no entres te van a dar un simple papel y encima te van a cobrar 0,50 euros”. Y así fue, lo había leído en uno de los relatos que llevábamos, la chica que estaba en la oficina de turismo me dio una simple hoja, en monocolor y muy fea , bueno muy fea la hoja, de la chica no me acuerdo, normal, quedé anonadado por el valor de la hojita. Lo que sí recuerdo es que me dijo que el precio de la visita guiada era de 50 céntimos, me sorprendió y le dije “¿solo 50 céntimos por una visita guiada?” y me dijo “si claro, esa que acabo de darle”. Tenia gracia la chica, a la hoja de papel de color nadie sabe cual, le llamaba visita guiada, no me dijo que era interactiva de milagro.
La clave estuvo en esa afirmación “me darían”, Charo no paraba de repetirme” no entres te van a dar un simple papel y encima te van a cobrar 0,50 euros”. Y así fue, lo había leído en uno de los relatos que llevábamos, la chica que estaba en la oficina de turismo me dio una simple hoja, en monocolor y muy fea , bueno muy fea la hoja, de la chica no me acuerdo, normal, quedé anonadado por el valor de la hojita. Lo que sí recuerdo es que me dijo que el precio de la visita guiada era de 50 céntimos, me sorprendió y le dije “¿solo 50 céntimos por una visita guiada?” y me dijo “si claro, esa que acabo de darle”. Tenia gracia la chica, a la hoja de papel de color nadie sabe cual, le llamaba visita guiada, no me dijo que era interactiva de milagro.
Plaza del Mercado
La verdad es que la hoja nos hizo un servicio importante porque seguimos el recorrido que recomendaba y gracias a eso vimos la localidad de forma mas organizada, simplemente llama la atención que sean tan cutres y cobren una cosa así.
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Empezamos la visita por lo tanto en la Place de la République, que es donde se encuentra la Oficina de Turismo, se trata de una plaza sencilla pero grande, al menos a mi me parecía muy grande y bulliciosa para una población de solo 3.500 habitantes. Desde allí y siguiendo el famoso planito seguimos paseando por la ciudad medieval. Saint Céré dispone de un flamante patrimonio arquitectónico, compuesto por las casas antiguas, palacios y una hermosa plaza del Mercado, adornada con una fuente y casas de piedra. Paseando vimos otra vez una casa seta, esta estaba un poco encajonada entre otras casas pero era igual de bonita que la que vimos el primer día. La casa seta
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Después bajamos al río, un lugar emblemático dentro de este pueblo. El río Bave que atraviesa la ciudad proporciona un encanto añadido al conjunto. Mitad río y mitad estanque te proporciona un momento de paz y belleza contemplando los patos.
Volvimos a coger las bicis y retornamos al área, por el camino estuvimos comentando que todo estaba cerrado, parece ser que los comercios cierran los domingos y también los lunes, así que todo estaba un poco vacío. Afortunadamente encontramos un centro de alimentación de barrio abierto y pudimos comprar algunas cosas.
Volvimos a coger las bicis y retornamos al área, por el camino estuvimos comentando que todo estaba cerrado, parece ser que los comercios cierran los domingos y también los lunes, así que todo estaba un poco vacío. Afortunadamente encontramos un centro de alimentación de barrio abierto y pudimos comprar algunas cosas.
Nos fuimos a Autoire. Tardamos muy poco porque solo nos separaba del pueblo 7,5 kilómetros, fue un recorrido corto y se nos hizo corto porque el paisaje era una maravilla, desde que empezamos a acercarnos a Autoire nos empezaron a rodear unos paisajes increíbles, tuvimos que parar a hacer una foto, todo era precioso, la carretera era estrecha y sin marcas blancas lo cual hacia presagiar que el pueblo era muy pequeño.
Efectivamente la localidad solo tenía 300 habitantes, lo cual hacía suponer que íbamos a encontrar pocos vecinos, pero eso resultó ser un eufemismo porque en realidad no había nadie, supongo que por lo de cerrar los lunes, pero aun así apenas vimos a nadie.
Hay una zona de aparcamientos a la entrada donde había alguna autocaravanas y turismos, hay que dejarlo ahí y recorres el resto de camino a pie, no más de cinco minutos.
En cualquier caso el pueblo y el entorno natural en el que se encuadra es una maravilla, no es de extrañar que esté incluido en la lista de los pueblos mas bonitos de Francia.
En cualquier caso el pueblo y el entorno natural en el que se encuadra es una maravilla, no es de extrañar que esté incluido en la lista de los pueblos mas bonitos de Francia.
El pueblo está enclavado en un impresionante circo formado por altos acantilados calcáreos. No hay mucho mas o mejor mucho menos, solo ver el pueblo y dar una agradable paseo por él contemplando los acantilados que lo rodean, es mas que suficiente. No obstante, si se quiere más, en las cercanías del pueblo se encuentra una cascada de 33 metros de altura que debe resultar espectacular. En nuestro caso nos merecía mas la pena dedicar todo nuestro tiempo al pueblo.
Sarlat la Caneda
Así que volvimos a la Gaviota y salimos de allí en dirección Sarlat la Caneda. El navegador nos llevó por carreteras estrechísimas, bonitas y solitarias, casi mejor, disfruto mas si cabe cuando vamos por sitios estrechos que parecen mágicos, ya nos hemos acostumbrado y no nos agobiamos, en cualquier caso menos mal que no nos cruzamos con nadie.
Fuimos directos al área, es de pago, hay una tarifa de 7 euros el día completo, estaba llena sin duda porque Sarlat es un lugar muy popular, pero no es el área mas bonita del mundo y además inclinada.
Justo enfrente, al otro lado de la calle, había un aparcamiento, este también es de pago pero a diferencia del anterior aquí no hay nadie en una caseta, en este segundo se utilizan los parquímetros, así que la solución era prácticamente la misma. Aparcamos en este segundo lugar y Charo que es muy cumplida salió corriendo a pagar los 7 euros. Después nos fijamos y estábamos justo enfrente del cementerio, no es la primera vez que nos ocurre en Francia.
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Estábamos diciendo que empezaba a ser una costumbre esto de ponernos junto al cementerio cuando empezamos a charlar con unos franceses que estaba aparcados a nuestro lado y comentamos lo del cementerio, ella nos dijo que tenía una teoría, según ella la mayoría de los autocaravanistas franceses son jubilados, por eso ponen las áreas pegadas a los cementerios, así los jubilados se van familiarizando con su futura residencia, la residencia definitiva a la que todo jubilado aspira…. madre mía !!!! en ese momento me hizo gracia.
Cerramos la Gaviota y nos fuimos hacia el centro de Sarlat andando, eran solo unos minutos de paseo. La idea era volver al caer la tarde y dormir en el área, a fin de cuentas ya habíamos pagado los 7 euros que cuesta estar allí 24 horas.
Sarlat la Caneda es un municipio con una cierta entidad, no solo porque tiene casi 10.000 habitantes sino porque además es la capital del Périgord Noir. Su entorno geográfico es privilegiado, se sitúa en pleno corazón de una zona arbolada, muy cerca del valle del río Dordogne, ya lo habíamos comprobado ya que de camino hacia Sarlat no paramos de disfrutar del paisaje y las zonas arboladas.
Leí que Sarlat es sinónimo de placer gastronómico y cultural, el caso es que tiene fama de ser la ciudad con mas edificios históricos protegidos por metro cuadrado de toda Francia. Estos edificios le otorgan una personalidad muy definida sobre todo por su color ocre y sus tejados de pizarra.
Leí que Sarlat es sinónimo de placer gastronómico y cultural, el caso es que tiene fama de ser la ciudad con mas edificios históricos protegidos por metro cuadrado de toda Francia. Estos edificios le otorgan una personalidad muy definida sobre todo por su color ocre y sus tejados de pizarra.
Nosotros nos pusimos a callejear sin rumbo definido y enseguida nos dimos cuenta de que es una localidad sencillamente espectacular, sus callejuelas medievales y sus grandes plazas crean un ambiente muy agradable. Parece ser que esa animación alcanza su cenit los días de mercado, pero en eso no tuvimos suerte, es más, no la tuvimos en todo el viaje, porque no hubo manera de toparse con ninguno de los populares mercadillos que hay en el Perigord. Por el camino habíamos estado comentando la ilusión que nos hacía disfrutar de los mercadillos que se instalan en estos pueblos, mercadillos llenos de verduras, salchichones y quesos, nos apasiona verlos porque a veces es un viaje hacia lo desconocido, verduras que no conoces, fiambres a los que cortan y empaquetan como si fueran caviar y quesos que jamás has visto, en este apartado, el de los quesos, al final siempre sufro mucho, porque me compraría cinco o seis piezas pero soy consciente de que no puedo, primero porque se me pondrían malos antes de comerlos y segundo porque es una ruina económica. Pus nada, no hubo forma de coincidir con ellos, a veces era justo el momento en que acababan de quitarlos, o era el día anterior o era el posterior. En Sarlat tampoco hubo manera. Nos molestó especialmente porque El Mercado de Sarlat es toda una institución. Tiene lugar dos veces por semana a lo largo de todo el año y en él puedes encontrar cualquier cosa pero de forma especial los productos de la tierra.
Sarlat la Caneda parece ser el centro mismo de la producción de foie por la cantidad de tiendas que hay en las plazas y de forma muy especial en la plaza de la Libertad. Si hay algo que teníamos claro desde que hicimos la preparación de este viaje era que íbamos al centro del mundo en lo que a la producción de foie se refiere.
Decidimos que era el momento de explorar esta parte de la gastronomía que no conocemos bien, porque hemos comido muchas veces foie como entradas de alguna cena acompañado con un buen vino, también lo hemos comido en casa de nuestra prima en Paris, ella siempre nos dice “os voy a poner foie francés de verdad” así que comerlo lo comemos muy a menudo, pero no es un producto que conozcamos bien, para empezar tenemos una idea muy “topicazo” sobre la supuesta tortura a la que someten a las ocas para que presenten un hígado mas grande, las veces que hemos visto un reportaje sobre la alimentación forzada de estas aves da la impresión de que las tienen permanentemente sujetas en un cubículo muy pequeño y no paran en ningún momento de enchufarles un tubo con comida, sin embargo estos días hemos visto muchas veces granjas de ocas y no parecen unos animales muy torturados, al menos no más que lo son los cerdos, las vacas o las ovejas y de las gallinas mejor ni hablamos.
Conclusión, que después de lo visto de primera mano hemos llegado a la conclusión de que los tópicos, como siempre, no se ajustan a la realidad, ésta es más compleja y difícil de valorar. Nosotros no sabríamos tomar posturas en uno y otro sentido, así que seguiremos comiendo foie de cuando en cuando porque es un producto extraordinario (por cierto en Europa solo hay cinco países productores Francia, Bulgaria, España, Hungría y Bélgica y nosotros los españoles estamos entre ellos).
Otra de las cosas que no conocíamos bien era la diferencia entre el foie de pato y foie de oca, así que entramos en una tienda, compramos una lata de foie de pato y otra de foie de oca. Aprendimos que de los dos el más apreciado es el de oca. Nos costaron 45 euros, una no poco despreciable cantidad para dos pequeñas latitas. La dueña de la tienda nos dio un charla completa sobre el mundo del foie que es mucho mas complejo de lo que pensábamos, tal como sospechábamos el mas “cool” es el foie de oca, pero su conocimiento es mas complejo, a saber:
Está el foie gras entier, que está elaborado con un único hígado de pato y oca o con una parte de este, la legislación europea determina que el hígado empleado para la elaboración de foie gras tiene que tener un nivel mínimo de grasa y un tamaño determinado dependiendo del tipo de ave empleada.
También está el foie gras micuit como su propio nombre indica, esta semi cocido y sometido a un proceso de pasteurizado, algo que hace que este producto deba consumirse en menor tiempo.
Además tenemos el bloc de foie gras que se elabora con una emulsión de foie gras y otros ingredientes como diferentes especies y licores. En ocasiones, el bloc puede contener trozos enteros de foie gras, que se aprecian en el corte. Podríamos decir que el bloc es una reconstrucción a partir de trozos de hígado de oca o pato.
Ya por último está el mousse de foie gras, es una emulsión (una mouse) elaborada con hígado de oca o pato y otros ingredientes como grasa animal, huevo, especias y diferentes licores y que contiene menos del 50% de foie gras.
Está el foie gras entier, que está elaborado con un único hígado de pato y oca o con una parte de este, la legislación europea determina que el hígado empleado para la elaboración de foie gras tiene que tener un nivel mínimo de grasa y un tamaño determinado dependiendo del tipo de ave empleada.
También está el foie gras micuit como su propio nombre indica, esta semi cocido y sometido a un proceso de pasteurizado, algo que hace que este producto deba consumirse en menor tiempo.
Además tenemos el bloc de foie gras que se elabora con una emulsión de foie gras y otros ingredientes como diferentes especies y licores. En ocasiones, el bloc puede contener trozos enteros de foie gras, que se aprecian en el corte. Podríamos decir que el bloc es una reconstrucción a partir de trozos de hígado de oca o pato.
Ya por último está el mousse de foie gras, es una emulsión (una mouse) elaborada con hígado de oca o pato y otros ingredientes como grasa animal, huevo, especias y diferentes licores y que contiene menos del 50% de foie gras.
La experiencia había que concretarla y como hemos dicho compramos un par de latas, una de foie de pato y otra de foie de oca, con la charla habíamos entendido que la máxima expresión del foie era la de “foie gras entier” y eso fue lo que compramos. Salimos de la tienda tan contentos pensando en la delicatessen que llevábamos. Cuando por la noche, en la Gaviota, abrimos las latas y las comimos con una ilusión desmedida, junto con una botella abierta para la ocasión de vino de Bergerac ….. ummm !!!! menuda decepción !!!!!!!!! ni el de pato, ni el de oca, no nos gustaron nada de nada, Charo no paraba de repetir que el foigras de Apis está mucho mejor.
Salimos de allí con la idea de dormir en el área, a fin de cuentas ya habíamos pagado los 7 euros por 24 horas, pero al llegar nos dijimos que aquella vista del cementerio iba a perturbar nuestra cena (hay que recordar que llevábamos el famoso foie) así que le regalamos el ticket a la pareja de jubilados franceses con los que habíamos estado hablando, ellos aún no lo habían sacado (es mas, en ese momento no sabían que había que sacar un ticket) y nos fuimos, ella -la francesa- tan contenta. Nos regaló un paquetito de almendras que había dado en la boda de su hija.
Domme
Llegar a Domme fue complicado porque llevábamos las coordenadas de dos áreas, la del libro ingles de áreas de autocaravanas y la de un chico vasco. Ni la una ni la otra comulgaba bien con las prohibiciones del lugar, porque había indicaciones de por donde tenían que ir las autocaravanas y por donde no (Domme es una cuidad medieval de callejuelas estrechas situada en lo alto de una montaña), así que al final, en la zona baja cerca del río, vimos un área de pago y allí nos quedamos. El precio era de 9,5 €. A Charo le llevaban los demonios haber pagado dos veces por pasar la noche, pero es lo que tiene darse el gustazo de cambiar de sitio, si hubiese sido el pago de una noche de hotel nos hubiese costado 60 euros como mínimo la tontería del cambio (es decir 120 euros en total).
El caso es que Domme está en lo alto de la montaña y nosotros estábamos en el borde del río, es decir al pie de la misma, ya veríamos al día siguiente como llegar hasta arriba, al casco histórico de Domme. En ese momento, después de haber estado perdidos con tanta señal contradictoria, mirábamos hacia arriba y nos inquietaba un poco la historia.
Pasamos la noche en el área de pago de “La Plage” (44.804302, 1.204709) en el valle, a los pies de Domme, una maravilla cuesta 9,50 euros al día pero tienes todos los servicios incluidos (también wifi). El área es pequeña pero muy agradable, todo está automatizado, pagas con monedas o tarjeta, incluso hay una habitación con maquinas para lavar la ropa, vamos para quedarse a vivir aquí por 285 euros al mes.
Desayunamos y seguimos hablando de cómo subir a Domme. Estábamos intranquilos porque el día anterior no lo vimos claro. Al final optamos por no mover la Gaviota y coger las bicicletas, de esa forma sería mas fácil hacer de exploradores y averiguar la mejor forma de subir salvando las posibles prohibiciones. |
Nos pusimos a pedalear siguiendo el curso del río, ese primer tramo discurría por una carretera de interior completamente llana, bastante mas adelante giramos a la derecha y estábamos subiendo la cuesta camino de Domme y ésta picaba y picaba. Para cualquier ciclista subir aquella cuesta hasta llegar al casco histórico hubiera sido un fiesta, pero a nosotros nos costó un poco y mi niña como una jabata no se bajó de la bicicleta y llegamos a la cima, es decir a la puerta del recinto amurallado de Domme, total 7,5 kilómetros de los que mas de la mitad fueron cuesta arriba. Allí nos hicimos un selfie como testimonio de “lo hemos conseguido”.
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Recorrido que hicimos en bicicleta desde el área hasta lo alto de la montaña donde está Domme
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Al llegar nos dimos cuenta de que todos los problemas que tuvimos el día anterior fueron por culpa de que subimos por el lado occidental, es decir por la derecha de la montaña según miras a ésta desde el río, el “TomTunas” del navegador nos llevó por ese sitio a pesar de que habíamos puesto las coordenadas del área correctamente y al llegar arriba nos topamos con un arco de entrada a la ciudad antigua que daba un poco de miedo. Al día siguiente en el trayecto que hicimos con las bicicletas fue por el otro lado, es decir por el lado izquierdo, tal y como nos habían dicho unos españoles en el área, por este lado no hubiéramos tenido problemas para llegar con la Gaviota, se alcanza fácilmente al área gratuita que está arriba pegado a la cuidad medieval (44.801677, 1.222028), en cualquier caso nos gustó el área de abajo que es mucho mas agradable y con servicios.
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Domme es un pueblo fortificado y eso se percibe al atravesar su entrada principal la denominada Puerta de las Torres , situada al este del pueblo. Nosotros pasamos con las bicicletas a pie y las atamos allí al lado.
La localidad de 1.000 habitantes, está catalogada como una de las villas más bellas de Francia y su principal característica es la de que se encuentra sobre un promontorio, asomándose sobre el valle del río Dordogne del que le separa un desnivel en caída libre de 150 metros. |
El pueblo es muy bonito pero su principal característica son sus vistas al río. La región parece ser que es propensa a las nieblas matutinas que luego van desapareciendo a medida que pasa el día. En nuestro caso sufrimos algo de niebla a pesar e lo cual las vistas nos impresionaron porque el mirador domina todo el valle con el río Dordoña como protagonista.
Domme es una de tantas localidades del Perigord que tiene una Bastida, es decir una villa fortificada construida alrededor de una gran plaza central.
La localidad a pesar de encontrarse en un promontorio en lo alto de la montaña, no pierde la característica típica de estos pueblos medievales enclavados de forma que dominen el paisaje, así que para pasear sus calles no hay mas remedio que subir y bajar, quizás no tanto como en otras, pero su orografía fácil no es. Dominando toda su arquitectura urbana está la plaza, en ella está la oficina de turismo, la iglesia y en el centro el mercado. |
Esto es algo que no es sólo una característica de Domme, muy al contrario se trata de algo que veníamos viendo todos los días en nuestro viaje al Perigord. Seguramente para la inmensa mayoría de los mortales esas plantas pasarían desapercibidas mas allá de observarlas como parte de esos edificios, pero nosotros hemos ido cultivando una especial sensibilidad para estas cosas desde que vivimos en el campo. La primera de las plantas a la que hacemos referencia es la glicinia. Se trata de una planta preciosa que también se ve en España (nosotros las tenemos en el jardín), que se enreda en otras plantas o en cualquier soporte, desarrolla un tronco muy fuerte y en primavera alcanza su máximo esplendor porque florecen unos racimos a modo de racimos de uvas con flores moradas preciosas. Nosotros las vimos con sus hojas verdes esplendorosas y que aún no habían tirado, incluso algunas de ellas tenían racimos de flores (cosas del cambio climático).
Sin embargo la planta más llamativa que vimos es una trepadora de hojas verdes, de un verde muy intenso que tienen una característica muy especial y es que en otoño cambian de color y adquieren un rojo intensísimo , su nombre es Engelmani (en latín Quinquefolia Engelmanni), se trata de una planta también muy conocida en España, pero que aquí adquiere otra dimensión.
Nosotros estuvimos en el Perigord en otoño y me atrevo a decir que el otoño aquí está marcado por la abundancia de esas dos plantas pero de forma muy determinante por la Engelmani. Los tonos rojos que vimos por todos lados ya fuera en las ciudades medievales o en el bosque, eran sobretodo debidos a la Engelmani, una maravilla!!!!
Después del paseo la mañana estaba todavía nublada, es cierto que subimos muy pronto y que aún era temprano pero resultó ser un día de bastante frío.
Desde luego subir a Domme, a pesar de que tenía un cierto regusto de turismo masivo mereció la pena, aunque solo hubiera sido por ver las vistas del valle del río Dordoña.
Así que volvimos a coger las bicicletas con los guantes puestos y nos dispusimos a bajar.
Desde luego subir a Domme, a pesar de que tenía un cierto regusto de turismo masivo mereció la pena, aunque solo hubiera sido por ver las vistas del valle del río Dordoña.
Así que volvimos a coger las bicicletas con los guantes puestos y nos dispusimos a bajar.
En el recorrido que hicimos por la mañana habíamos visto una carretera mas estrecha que ofrecía ir a un hotel, al subir vimos el hotel relativamente cerca de Domme, así que se trata de una carretera que podemos considerar un atajo, por la mañana hubiera sido imposible hacerla cuesta arriba con mucha mas pendiente que la que hicimos, pero ahora que solo era bajar decidimos ir por ella.
Fue todo un acierto, porque la carretera pasa por el corazón de un bosque que hay en la ladera de la montaña de Domme, es decir el atajo pasaba por lo que llamaríamos un bosque encantado y en el había una bucólica casa con un caballo. Habíamos visto muchos caballos estos días pero este estaba allí muy solo y a nosotros nos pareció que nos saludaba, quería que le dijésemos algo, así que nos detuvimos y estuvimos un rato con él. Ademas vimos unos paisajes maravillosos, fue un descenso increíble.
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La Roque Gageac
Y nos fuimos a La Roque Gageac. Está tan cerca del área que los 5 kilómetros que nos separaban los podíamos haber hecho en bicicleta, hubiera sido un trayecto mas agradable, pero al arrancar no nos dimos cuenta de la escasa distancia a la que estábamos.
El pueblo de La Roque-Gageac es un municipio de solo 400 habitantes y está catalogado entre los Pueblos más Bonitos de Francia. Descansa al borde de un acantilado que apenas le deja espacio entre este y el río Dordoña. |
Las casas están tan pegadas al acantilado que pone los pelos de punta pensar en lo que pasaría si se produce un desprendimiento, al menos es lo que pensamos al llegar.
Poco después supimos que no se trataba de una simple elucubración sino de un suceso que ya se había producido ya que hace muchos años hubo un grupo de casas que sufrieron la caída de varias rocas del acantilado, fue en 1953 cuando un bloque de 5.000 m3 de roca se separó y cayó al pueblo, aplastó una decena de casas, matando a 3 personas y cortando la carretera durante varios años. La disolución de la calcita fue la que provocó el desprendimiento de la roca.
Tras la tragedia, La Roque-Gageac se tuvo que reconstruir con un nuevo aspecto pero sin traicionar a sus peculiaridades, lo que le permitió adjudicarse el título de los pueblos más Bonitos de Francia y logró obtener la tercera posición en ese ranking, solamente superado por el Mont Sant Michel y Rocamadour.
Nada más llegar aparcamos la Gaviota, no tuvimos problemas de espacio porque hay un aparcamiento preparado al efecto, en él había estacionadas varias autocaravanas y campers.
De entrada quedamos atrapados por lo bonita que es la combinación del río Dordoña con las casas que parecen brotar del acantilado, casas con fachadas blancas y ocres que dan paso a numerosos callejones al pie del acantilado.
Nada más llegar aparcamos la Gaviota, no tuvimos problemas de espacio porque hay un aparcamiento preparado al efecto, en él había estacionadas varias autocaravanas y campers.
De entrada quedamos atrapados por lo bonita que es la combinación del río Dordoña con las casas que parecen brotar del acantilado, casas con fachadas blancas y ocres que dan paso a numerosos callejones al pie del acantilado.
Desde el borde del río puede disfrutarse de unas vistas magníficas y enseguida reparas en las gabarras. La verdad es que para descubrir el pueblo la mejor manera es a bordo de estas famosas barcazas. Estas embarcaciones tradicionales de fondo plano se han mantenido en este lugar para disfrute de los turistas, pero la verdad es que gracias a ellas tienes unas vistas increíbles, disfrutas el río Dordoña de una forma real y te haces a la idea de lo que supusieron la gabarras en esta zona.
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La navegación en el río Dordoña tuvo una considerable importancia desde la población de Argentat, situada en la parte alta del río, hasta llegar a Burdeos. En la parte más baja del río la navegación era permanente, mientras que en la zona intermedia (en La Roque-Gageac, donde nos encontrábamos) la navegación solo era posible entre 6 a 8 meses al año.
Dada esta circunstancia los fabricantes de embarcaciones lo tenían en cuenta y fabricaban barcos alargados con el fondo plano (gabarras), utilizaban maderas más bien baratas, de chopo, aliso o abedul, esto puede resultar chocante, pero existía una razón ya que iban a ser barcos para un único uso. La embarcaciones denominadas «argentados», se cargaban por los serradores que cortaban los árboles y solo se usaban para el descenso del río. A su llegada se destruían y la madera se vendía para leña de calefacción a precios bajos.
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El recorrido es de ida y vuelta, es decir, la gabarra va río abajo hasta un lugar desde el cual no puede pasar y luego vuelve al punto de partida.
Al volver dimos un paseo por el pueblo y por ultimo fuimos a ver el Jardín Tropical. Llama la atención que exista un jardín de este tipo en una localidad como La Roque-Gageac. La explicación radica en que disfruta de un microclima casi mediterráneo, gracias a su exposición al sur y la protección de la montaña. Así debe de ser porque se trata de un espacio completamente tropical. El jardín no es un lugar abierto, es decir no es un jardín al uso, sino que se trata mas bien de dos calles a modo de jardín. Está cultivado por un científico, director de medio ambiente de la OCDE, en el que se reagrupan doce variedades de palmeras, adelfas, cactus, naranjos, higueras, limoneros, etc. |
Pusimos punto final a la visita de este pequeño pueblo, curioso donde los haya ya que se encuentra al pie de una roca inmensa donde hay cavidades en las que vivía el hombre antiguo y donde después se construyó la cuidad medieval. Eso nos ha impresionado pero quizás los que más haya sido el viaje en gabarra y las vistas desde el río Dordogne.
Después fuimos a Castelnaud La Chapelle, Era un pueblo que no teníamos previsto en nuestro programas de viaje pero durante el paseo que dimos en la gabarra llegamos hasta Castelnaud La Chapelle y desde el agua se veía al Castillo con una presencia imponente, imaginamos el importante papel que debió desempeñar durante la guerra de los cien años.
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Así que al salir de La Roque decidimos parar en Castelnaud y ver su famosísimo castillo.
El pueblo es muy pequeño, no llega a tener 500 habitantes y como es costumbre cuando hay un castillo hay que subir muchas cuestas. Concretamente el Castillo de Castelnaud se asienta sobre una roca de 160 metros de altura, desde su base se puede disfrutar de unas magníficas vistas del valle de Dordoña. |
Intentamos entrar a ver el Castillo y nos encontramos con unas tarifas “interesantes” 9,5 euros por persona, no nos pareció interesante pagar 19 euros por ver el museo que alberga sobre el tema de la guerra en la Edad Media, pudiera ser interesante ver su colección, de armas y armaduras y un bonito jardín, pero el precio nos pareció excesivo, sobre todo comparado con el Castillo de Oropesa (donde trabajo) un castillo fantástico a un precio muchísimo más reducido.
Así que hicimos la subida, disfrutamos de las vistas y volvimos a bajar poniendo rumbo hacia Beynac
Así que hicimos la subida, disfrutamos de las vistas y volvimos a bajar poniendo rumbo hacia Beynac
Beynac-et-Cazenac
Beynac-et-Cazenac, está situado muy cerca de Sarlat, a solo 10 kilómetros. Nosotros no obstante, hicimos el recorrido del día empezando por Domme y terminando en Limeuil ya que queríamos seguir durante toda la jornada el curso del río Dordoña.
En algún sitio leí que Baynac es una localidad muy fotogénica y creo que es una expresión ocurrente y muy ajustada. Sobre todo es fácilmente identificable por su imponente Castillo. El castillo que corona el pueblo es un bastión que aguantó estoicamente durante la guerra de los cien años y es un bello ejemplo de arquitectura medieval. En el castillo han rodado películas históricas como Juana de Arco de Luc Besson, la hija de D’Artagnan y los Visitantes, quizás por eso leí que era una localidad fotogénica.
En algún sitio leí que Baynac es una localidad muy fotogénica y creo que es una expresión ocurrente y muy ajustada. Sobre todo es fácilmente identificable por su imponente Castillo. El castillo que corona el pueblo es un bastión que aguantó estoicamente durante la guerra de los cien años y es un bello ejemplo de arquitectura medieval. En el castillo han rodado películas históricas como Juana de Arco de Luc Besson, la hija de D’Artagnan y los Visitantes, quizás por eso leí que era una localidad fotogénica.
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Beynac también está catalogado entre los Pueblos Más Bonitos de Francia.
Acababamos de venir de La Roque-Gageac donde nos habíamos encontrado un pueblo encajonado entre el río y el acantilado y Beynac-et-Cazenac es muy similar solo que en este caso hay que añadir el Castillo presidiendo todo desde lo más alto. En la zona baja del pueblo, donde está el río es imposible aparcar, pero un poco más arriba hay zonas dedicadas al aparcamiento de vehículos. Dejamos la Gaviota y bajamos andando hasta llegar al íio tardamos apenas unos minutos. |
Ya era bastante tarde y consideramos que era inútil intentar subir al Castillo, estábamos un poco cansados y al ver una bonita terraza relativamente cerca del río, tomamos una decisión inevitable: sentarnos y pedir un par de cervezas.
Las cervezas estaban estupendas, eran artesanales y quizás por eso bastantes caras, 4 euros cada una.
Ya más descansados dimos una vuelta por el pueblo. La zona del río es preciosa, lógicamente muy similar a la de La Roque, a fin de cuentas sigue siendo el río Dordoña, pero quizás por la luz que iluminaba el río a esa hora, todo lucía más bonito si cabe.
Las cervezas estaban estupendas, eran artesanales y quizás por eso bastantes caras, 4 euros cada una.
Ya más descansados dimos una vuelta por el pueblo. La zona del río es preciosa, lógicamente muy similar a la de La Roque, a fin de cuentas sigue siendo el río Dordoña, pero quizás por la luz que iluminaba el río a esa hora, todo lucía más bonito si cabe.
El pueblo está construido a base de piedra y está muy cuidado, eso es una constante en todo lo que estamos viendo. Se respira una atmósfera muy romántica al recorrerlo tranquilamente, perdiéndose por sus empinadas y estrechas callejuelas.
Desde el río en esta localidad también salen gabarras y hacen otro recorrido similar al anterior de la Roque. |
Una de las cosas que más nos impactó fueron los tejados de piedra. No son algo exclusivo de este pueblo sino que es propio de toda la zona. En el recorrido que habíamos hecho en la Gabarra, en el pueblo anterior de La Roque, la guía nos explicó que son unos tejados muy especiales porque se hacen con piedras sobre puestas de pizarra, de tal manera que se montan una sobre otra y llegan a alcanzar un peso increíble. Según lo contaba mirábamos a las casas y vimos los tejados, lógicamente con un aspecto muy rústico, estilo muy en consonancia con la zona, pero fuimos incapaces de procesar correctamente la información que nos estaba dando la guía, es decir, no le dimos el valor que tenía. Seguramente nos comentó que tenían un peso descomunal, creo recordar que dio una cifra concreta, pero no reparamos demasiado. Al llegar después a Baynac y pasear por sus empinadas calles, llegamos a tener los tejados a nuestra altura y a pocos metros de nuestro objetivo. La verdad es que impresiona ver como colocan piedra sobre piedra hasta terminar el tejado, éste debe llegar a alcanzar un peso impresionante, no tengo ni idea de cuánto puede llegar a pesar pero desde luego de varias toneladas.
Limeuil
Por último a dormir a Limeuil, hay un área muy tranquila (44.884412, 0.890791), que al principio parece un poco alejada del pueblo pero solo está a cinco o diez minutos andando. Nos acercamos y dimos un paso dejando la visita más calmada para el día siguiente. Cenamos en la Gaviota unas judías verdes con patatas que estaban de muerte y a dormir.
El río Vézère en el punto que desemboca en el río Dordogne
Como de costumbre para conocer el pueblo hay que ir cuesta arriba, se trata de un pueblo pequeño como casi todos los que habíamos estado viendo en este viaje, con tan solo 340 habitantes. La localidad es bonita y agradable pero choca no ver a nadie, porque como siempre parece que hubieran dado un aviso de evacuación urgente. Está todo en perfecto estado de revista pero no se ve ni un alma.
Empezamos el paseo temprano mas o menos a las nueve de la mañana, quizás sería por eso pero el caso es que no vimos a nadie en ningún momento. < Limeuil desde la rivera opuesta del rio Dordoña
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Bueno, nadie nadie es mucho decir porque la verdad es que si vimos a una mujer en el museo jardín. Este museo está en la parte mas alta del pueblo, allí hay un jardín mirador desde donde se tienen unas bonitas vistas a la confluencia de los ríos Dordoña y Vezere, pero para entrar hay que pagar una entrada y esa es la función que tiene la mujer que vimos, la de cobrar 8 euros a cada persona que desee entrar para tener derecho a las vistas. Nosotros preferimos disfrutar del paseo por el pueblo y no entramos en el jardín, seguro que era bonito, pero un jardín al fin y al cabo, “ca ne vaut pas la peine” que dicen los franceses.
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El descenso desde allí donde está la explanada del jardín sale un camino que lleva justo al área y por allí fuimos. Llegamos a la Gaviota y pusimos rumbo a los “Cingles”, al Cingle de Limeuil y al Cingle de Tremolat.
El Cingle de Limeuil y el Cingle de Tremolat.
Cuando recabamos información sobre el Perigord había varias cosas que aparecían constantemente y que llamaban nuestra atención. Por un lado las Bastidas, nos costó algo de trabajo identificarlas pero por aquel entonces ya teníamos una cierta familiaridad, por otro lado siempre se hacia referencia a los ríos del Perigord, al Lot y al Dordoña por ejemplo y por último los Cingles de los ríos. Al principio no teníamos ni idea de que era un cingle, yo tenía en la cabeza que podía tratarse de lo que se llama circo de montaña, a veces identificable en los glaciares. Después de darle muchas vueltas llegamos a la conclusión de que un “cingle” es un “meandro”, es decir se trata de una curva pronunciada que forma un río en su curso. Y en la zona que nos encontrábamos el río Dordoña hace esas curvas varias veces pero de forma muy especial hace dos, el Cingle de Limeuil y el Cingle de Tremolat.
Nosotros imaginábamos por lo que habíamos leído en los blog que llevábamos de referencia que veríamos una señal anunciando el cingle en cuestión y que allí mismo habría un mirador con unos bancos, nos sentaríamos a contemplar el bonito paisaje, haríamos una fotos y a seguir disfrutando.
Pero como dice un conocido anuncio de la tele, nuestra idea era como la de meter un cuchillo de metal dentro de la tostadora para sacar una tostada atascada …. !!!! error !!!!! ….
Sabíamos donde estaban mas o menos los dos cingles gracias a los mapas, pero desconocíamos el lugar concreto desde donde podríamos verlos, así que cogimos la Gaviota y nos dirigimos hacia el primero de ellos: El Cingle de Limeuil.
Pero como dice un conocido anuncio de la tele, nuestra idea era como la de meter un cuchillo de metal dentro de la tostadora para sacar una tostada atascada …. !!!! error !!!!! ….
Sabíamos donde estaban mas o menos los dos cingles gracias a los mapas, pero desconocíamos el lugar concreto desde donde podríamos verlos, así que cogimos la Gaviota y nos dirigimos hacia el primero de ellos: El Cingle de Limeuil.
En Limeuil vimos una señalización, había que seguir por la carretera D31 dirección Tremolat para ver el primero de los cingles, el de Limeuil. Lo lógico era pensar que el mirador estaría en un punto alto para desde allí tener buenas vistas al cingle. Ibamos por la carretera D31 subiendo y subiendo, al llegar a la parte mas alta, cuatro o cinco kilómetros después de dejar Limeuil, extremamos nuestra atención, pero no vimos ningún mirador ni explanada alguna, allí arriba solo estaba un hotel (un hotel de esos que se denominan con encanto, por estar en medio del campo con un paisaje extraordinario). No desesperamos y continuamos nuestro camino convencidos de que mas adelante encontraríamos lo que buscábamos. Sin embargo lo que encontramos mas adelante fue una señal del cingle de Tremolat, es decir, la señal del cingle de Limeuil había desaparecido.
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Volvimos hacia atrás por donde habíamos venido, poco después ya estábamos en Limeuil el pueblo del que habíamos salido… Y seguimos así un buen rato, vuelta para allá otra vez y vuelta para acá, de Tremolat a Limeuil y al revés. Poco después llegamos a una conclusión con dos alternativas, o bien nosotros éramos unos inútiles incapaces de encontrar el lugar desde donde se pueden contemplar los “cingles”, o sencillamente esos lugares no existen, es decir existen los cingles y se señalan porque está ahí pero no es fácil verlos porque tienes un bosque delante de tí y porque a nadie se le ha ocurrido poner un mirador.
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Había que buscarse la vida, desde luego no íbamos a renunciar, no íbamos a irnos del Perigord sin ver los cingles.
El cingle de Limeuil quizás podría verse desde el lugar en donde se encontraba el susodicho hotel con encanto, así que nos fuimos hasta él, al llegar vimos que el único sitio donde se podía parar era justo delante del hotel, en ese lugar había una pequeña carretera de interior, donde el hotel hacia esquina con la carretera D31, en definitiva había un pequeño ensanchamiento de la carretera. Aparqué la Gaviota delante del hotel “Les Terrasses de Beauregard” que así se llamaba.
El cingle de Limeuil quizás podría verse desde el lugar en donde se encontraba el susodicho hotel con encanto, así que nos fuimos hasta él, al llegar vimos que el único sitio donde se podía parar era justo delante del hotel, en ese lugar había una pequeña carretera de interior, donde el hotel hacia esquina con la carretera D31, en definitiva había un pequeño ensanchamiento de la carretera. Aparqué la Gaviota delante del hotel “Les Terrasses de Beauregard” que así se llamaba.
Pues bien, estaba cogiendo la cámara de fotos y no habría pasado ni un minuto, cuando desde el hotel sale un señor con cara de pocos amigos, haciendo aspavientos y señalándome el hotel “que haces aquí aparcado, que estás delante del hotel!!!!”. Mientras el me hablaba, casi a gritos, intenté fijarme si había aparcado delante de zona reservada o si tapaba algo, no era así, ni siquiera estaba delante de la puerta principal. Intenté conservar la calma porque no era cuestión de entrar en una discusión sobre si estoy en mi derecho o no, la cosa me parecía mas sencilla, así que abrí mi ventanilla y le dije “perdone, son solo cinco minutos vamos a cruzar la carretera para hacer un par de fotos y nos vamos”. Es decir, que la molestia que supone ver a una autocaravana enemiga delante de su hotel sería casi imperceptible.
No hubo manera, no atendía a razón alguna y ahora vociferaba mucho más. Reconozco que empecé a perder la calma. El individuo se pone delante de la autocaravana y miraba nuestra matricula, me dijo “si no te gusta lo que te digo vete a tu país”. Ahí estuve a punto cometer un error, porque quise salir, cerrar la autocaravana y llamar a la policía. En cambio arranqué y me fui de allí. La edad me va proporcionando estas cosas, porque entrar en una pelea para saber quien la tiene mas grande, solo hubiera servido para amargarme buena parte del día y quizás del viaje. El susodicho hotelero es un pobre hombre que debe percibir que las autocaravanas van a acabar con su forma de vida y no pudo soportar la osadía de que una de ellas se estacione delante del hotel, sea así o no, es digno de lastima. Yo aprendí la parte de lección que me toca, procuraré no aparcar más delante de un hotel de estas características y desde luego no pienso juzgar a todos los franceses por lo que ocurrió esa “tonta” mañana, él sin embargo seguirá segregando bilis …. seguro !!!!
Tras el altercado no tiramos la toalla y volvimos otra vez a coger la carretera D31 en dirección a Tremolat. Poco mas adelante vimos a la derecha una construcción abandonada, curiosamente parecía un antiguo hotel, este sí que tenía encanto, entre otras cosas porque había una zona para aparcar y pudimos dejar allí la Gaviota. Cruzamos la carretera y nos adentramos en la zona de árboles. Por fin pudimos ver el Cingle de Tremolat, no era un sitio comódo y había que tener cuidado para no acercarse demasiado al borde del pequeño acantilado, pero pudimos disfrutar del cingle y hacer algunas fotos.
En resumen, no encontramos ningún sitio estupendo desde donde contemplar los cingles, pero a duras penas los vimos y eso nos sabe a la mayor de las conquistas, estas, a veces, son los mejores regalos de un viaje.
En resumen, no encontramos ningún sitio estupendo desde donde contemplar los cingles, pero a duras penas los vimos y eso nos sabe a la mayor de las conquistas, estas, a veces, son los mejores regalos de un viaje.
Después de las vueltas y revueltas en la búsqueda de los Cingles nos fuimos a Belvès.
Belvès
El camino desde el área hasta el centro de Belvès
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Al llegar dejamos la Gaviota en la zona que tienen habilitada al efecto a la entrada del pueblo, es una zona de aparcamientos y también sirve para área de autocaravanas (44.777031, 0.997181), tiene todos los servicio y -curiosamente- está delante del cementerio, que razón tenía la francesa que nos dijo que se ponen ahí para que nos vayamos acostumbrando a nuestra residencia definitiva.
Desde allí fuimos andando al centro, está cerca, solo tardamos diez minutos en llegar. El pueblo es pequeño, tan solo tiene 1.400 habitantes, pero dado el tamaño medio de los pueblos que veníamos viendo nos pareció una población relevante en lo que a su tamaño se refiere. |
Belvés está catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia y estamos de acuerdo, es muy bonito.
Como de costumbre este, como casi todos, resultó ser un pueblo con muchas cuestas, pero se llega a él por la parte mas alta y vas bajando. Presenta un aspecto medieval con sinuosas calles y plazas que han sabido soportar el asedio de diferentes conflictos bélicos en otras épocas, es decir sobre todo la guerra de los cien años y está todo con un estado de conservación magnífico. Se encuentra en una ubicación privilegiada sobre una zona rocosa en el fantástico Valle Nauze, lo que hace que se disfrute de unas vistas al paisaje preciosas.
Como de costumbre este, como casi todos, resultó ser un pueblo con muchas cuestas, pero se llega a él por la parte mas alta y vas bajando. Presenta un aspecto medieval con sinuosas calles y plazas que han sabido soportar el asedio de diferentes conflictos bélicos en otras épocas, es decir sobre todo la guerra de los cien años y está todo con un estado de conservación magnífico. Se encuentra en una ubicación privilegiada sobre una zona rocosa en el fantástico Valle Nauze, lo que hace que se disfrute de unas vistas al paisaje preciosas.
Una de las características mas señalada es que Belvès cuenta con 7 campanarios, eso parece ser que es uno de los orgullos de los habitantes de la localidad y que se ha convertido en una seña de identidad de la villa.
Como en otras poblaciones medievales que veíamos viendo, el mercado situado en la Plaza de Armas, el verdadero centro de la localidad, está cubierto con la estructura de madera original del siglo XV. Al llegar a la plaza nos dimos cuenta que justo delante empezaba la ciudad medieval, dimos un bonito paseo por sus callejuelas y terminamos sentados en una terraza de la parte de abajo del pueblo.
El recorrido que estábamos haciendo en el Perigord no siempre resultó fácil de diseñar, en el sentido de que nos movíamos por una zona pequeña llena de pueblos, todos de mucho interés. Normalmente repasamos el trayecto con la idea de ir de lugar en lugar de forma ordenada sin tener que hacer “zigzags” ni volver sobre nuestros pasos, pero son muchos pueblos en una zona muy pequeña y nos es fácil hacer un recorrido perfecto. Justo en este caso salimos de Belvès y tuvimos que volver sobre nuestros pasos pasando otra vez por Limeuil para llegar a Saint Leon-sur-Vezere.
El camino fue precioso, íbamos por unas carreteras mas bien estrechas que iban todo el tiempo atravesando bosques.
El camino fue precioso, íbamos por unas carreteras mas bien estrechas que iban todo el tiempo atravesando bosques.
Durante el viaje ya habíamos visto granjas de Ocas, pero en este tramo del camino, había mas granjas si cabe y algunas muy grandes. Paramos en una de ellas y nos llamo la atención que se encontraban todas ellas en libertad, desconocemos si son todas las del mundo así pero las que nosotros vimos en nada se parecen a lo que suele ser granja industrial de gallinas, estas no se encuentran metidas en una jaula individual donde apenas tienen espacio para moverse, sino que tienen una granja con cercas donde se mueven libremente y da la sensación de que están felices.
Es más, son muy sociables, en cuanto nos acercamos a la valla las ocas vinieron a saludarnos. Algunas son especialmente atrevidas y no guardan ni siquiera una pequeña distancia de seguridad. Otra cosa que nos llamó la atención es la peculiar manera de trasladarse cuando lo hacen en grupo, lo hacen con una disciplina militar asombrosa, así que entendí por primera vez el porqué de lo que se conoce como “paso de la oca”, es decir aquella forma de marchar en un desfile con las piernas estiradas lo más alto posible, utilizada por los soldados de la URSS y de algunos países iberoamericanos, pero que se hizo muy conocida sobretodo debido a su uso por los nazis y los fascistas de Europa, de forma especial durante la segunda guerra mundial.
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Saint Leon-sur-Vezere.
Desde allí volvimos a emprender el camino en dirección a Saint Leon-sur-Vezere, atravesando otra vez unos bonitos bosques.
Esa misma mañana del miércoles, habíamos dormido a orillas del río Vezere en Limeuil, justo donde muere el río al desembocar en el Dordoña, por lo tanto ahora íbamos hacia atrás remontando el río. |
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Paseas solo unos minutos y te encuentras con el río, vuelves al centro, continuas callejeado y casi sin darte cuenta te topas con el río otra vez, así que no es extraño que en el nombre del pueblo se encuentre el del río Vezere. El río en esta parte no es demasiado caudaloso, a menos no lo es tanto como otros que llevamos junto a nosotros estos días, se trata de un río abrumado por la vegetación, de aguas tranquilas, no es extraño que haya algunos negocios de hostelería que lleven sus mesas casi hasta la orilla. Lugar romántico donde los haya.
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Muchas han sido las peculiares características de las cosas que nos hemos ido encontrando durante el recorrido de este viaje por el Perdigord, de algunas como las trepadoras rojas (Engelmani) que le dan color al otoño de esta zona ya hemos hablado, el foie que está presente por todos lado también, pero hay muchas más porque siempre hemos tenido presente durante todo el viaje dos frutos típicos de la zona, las castañas y las nueces.
Vimos nogales por todas partes con sus ramas grandiosas abriéndose muchos metros a cada lado, como si de un paraguas enorme se tratase y con sus frutos abriéndose y dejando entrever el tesoro oculto que llevan dentro: la nuez. |
En Saint Leon-sur-Vezere aparcamos en una zona gratuita para aparcamiento de autocaravanas (45.012349, 1.090362) y otros vehiculos, zona que imaginamos era la única en todo el pueblo porque por su tamaño no creo que se necesite mucho mas, el parking como no podía ser de otra manera, era precioso y estaba lleno de nogales, imaginamos que era publico y las nueces que se producían deberían ser recogidas por el consistorio, porque se anunciaba “prohibido recoger las nueces” como si se quisiera decir que aún siendo un parking público las nueces tienen dueño.
Qué nogales mas bonitos había en esta pequeña localidad. Dordoña es el segundo departamento productor de nuez francés. La nuez del Périgord tiene denominación de origen controlada para la nuez fresca, seca y la carne de nuez verde, productos de una zona que engloba Dordoña, es decir, todo un mundo porque supimos que este fruto no solo se consume solo sino que se transforma en otras especialidades culinarias que han dado fama al Périgord, aceite, licor, mermelada, pastelillos de chocolate o azúcar, en fin lo habitual de lo que siempre vemos en el país vecino, un buen saber y hacer con sus cosas.
Además la exuberante vegetación que presentaba este pequeño pueblo al abrigo y bajo la protección del río Vezere, no solo nos regalaba la presencia de las nueces sino también de las castañas, porque al llegar al borde del río había muchos castaños, esta vez parecían estar en tierra de nadie, simplemente ahí, adornando las riberas del Vezere. Había castañas por todas partes, quizás esperando que alguien las recogiese o simplemente porque ese es su sitio.
Este asunto de las castañas es algo que Charo y yo hemos comentado algunas veces. Supongo que alguien podría decir que somos un poco afrancesados porque no nos gusta que se utilice el termino “franchutes” cuando se referen a los franceses y porque amamos la cultura francesa, esa cultura que es capaz de estar a la vanguardia del mundo sabiendo respetar sus tradiciones. Es indudable que los franceses saben respetar su historia y que ésta les sirve de base para su cultura. La humilde castaña -si es que la castaña es humilde- no ha dejado de estar presente en la cultura francesa a pasar de los avatares de la fluctuante economía y han sabido mantenerla en su gastronomía como lo que es: un producto espectacular y concretamente en el Périgord la castaña tiene su sitio y es un sitio muy principal.
Tuvimos la suerte de estar en la región en el otoño, porque la famosa castaña de Perigord se recoge precisamente en otoño, la temporada ideal y representa el 30% de la producción de castañas en Francia.
En Francia se toma asada, frita o como acompañamiento del pavo de Navidad. La castaña del Périgord posee una textura firme, lo que la hace más fácil de pelar y crujiente en la boca. Se trata de un producto rico en fibra, sin gluten y con muy poca materia grasa, lo que la convierte en un producto excelente para la salud (supongo que por eso le hemos dado la espalda en España). Nosotros desde luego la comemos con devoción, aunque poco, casi exclusivamente en los viajes y a veces en Navidad el “marrón glacé” que a Charo la encanta o en Suiza donde las ponen como postre en forma de puré de castañas, se las llama vermicelles (lombricillas las llamamos nosotros) y son un postre de cinco estrellas.
En Francia se toma asada, frita o como acompañamiento del pavo de Navidad. La castaña del Périgord posee una textura firme, lo que la hace más fácil de pelar y crujiente en la boca. Se trata de un producto rico en fibra, sin gluten y con muy poca materia grasa, lo que la convierte en un producto excelente para la salud (supongo que por eso le hemos dado la espalda en España). Nosotros desde luego la comemos con devoción, aunque poco, casi exclusivamente en los viajes y a veces en Navidad el “marrón glacé” que a Charo la encanta o en Suiza donde las ponen como postre en forma de puré de castañas, se las llama vermicelles (lombricillas las llamamos nosotros) y son un postre de cinco estrellas.
Nosotros vimos castaños y castañas por todos lados y de forma especial en Saint Leon-sur-Vezere y resulta que cerca de allí, a unos 50 kilómetros en Douville, se organiza la fiesta de la castaña.
El pequeño pueblo está clasificado como uno de “Los más bellos pueblos de Francia”, con la autenticidad típica de los pueblos medievales del Perigord Negro, con sus piedras blancas, su laberinto de estrechas calles, donde apenas ves un solo coche y la presencia del río.
El pequeño pueblo está clasificado como uno de “Los más bellos pueblos de Francia”, con la autenticidad típica de los pueblos medievales del Perigord Negro, con sus piedras blancas, su laberinto de estrechas calles, donde apenas ves un solo coche y la presencia del río.
Gracias a la tranquilidad de la localidad dimos varios paseos y volvimos a fijarnos en una curiosa figura en forma formada por dos letras “C” unidas, estas estaban clavadas en los edificios medievales. Al principio nos pareció que se trataba de una especie de símbolo o señal para marcar lo edificios por alguna razón desconocida para nosotros, quizás consecuencia de la época medieval, quizás indicando que pertenecían a un tipo de clan del medievo. Sin embargo en Saint Leon pudimos fijarnos con mas calma y era evidente que no se trataba de ningún símbolo por varias razones. Hice mis averiguaciones y resulta que se trata de lo que se llama atado de muros o atirantamientos que tienen como finalidad detener su desplome o deformaciones progresivas trasversales. Mi amigo Javier Benito, que es un Arquitecto con mucha experiencia fue quien me lo explicó, me dijo que “en España, en vez de la C, ponemos una X, somos menos detallistas, pero vale para lo mismo”, y me mando algunas fotos de edificio españoles con la “dichosa” X, he de decir que no discuto que las equis españolas hacen la misma función, pero no dan el mismo aspecto, jamas hubiera creído que lo que se ve en un edifico español era una especie de escudo o símbolo. El detalle es el que suele marcar la diferencia y preferiría que en nuestro país se empezara a valorar el detalle, porque ya llegamos tarde.
Saint Jean de Cole.
Y llegamos a nuestro siguiente destino, Saint Jean de Cole.
Se trata de un pueblo más pequeño aún que el anterior, solo con 350 habitantes, pero es precisamente su tamaño lo que te deja sin palabras, porque es un pueblo minúsculo y sin embargo es precioso, no encuentras un rincón desagradable ni abandonado, ni siquiera que te de la sensación de que es un lugar por donde nunca pasa nadie. Llama la atención que no ves un coche, no creo que los necesiten, pero acostumbrado a vivir en los municipios españoles donde la gente va de casa al bar en coche para hacer un trayecto que andando le cuesta cinco minutos, no deja de asombrarme que aquí no necesiten los coches para todo.
Se trata de un pueblo más pequeño aún que el anterior, solo con 350 habitantes, pero es precisamente su tamaño lo que te deja sin palabras, porque es un pueblo minúsculo y sin embargo es precioso, no encuentras un rincón desagradable ni abandonado, ni siquiera que te de la sensación de que es un lugar por donde nunca pasa nadie. Llama la atención que no ves un coche, no creo que los necesiten, pero acostumbrado a vivir en los municipios españoles donde la gente va de casa al bar en coche para hacer un trayecto que andando le cuesta cinco minutos, no deja de asombrarme que aquí no necesiten los coches para todo.
El pueblo se ve enseguida por su tamaño, pero te atrapa por su encanto. Recuerdo que vimos a un hombre mayor entrando en una de esas casas enorme y llevaba una llave antigua de esas que no se puede guardar en el bolsillo del pantalón, no serán la última generación en cerrajería pero nos dejó con la boca abierta por la imagen tan bucólica del momento.
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El pueblo tiene como principal presencia el pequeño puente que atraviesa el río Côle. Mirando el puente te topas con todo el encanto medieval que hay en el pueblo, que como tantos otros está incluido en la lista de “Los más bellos pueblos de Francia”, no podía ser de otra forma.
Antes de irnos visitamos su pequeña iglesia que nos resultó encantadora y que como de costumbre estaba abierta al público. Y pusimos el punto de mira de nuestro viaje en Brantome uno de los lugares cinco estrellas de este viaje. |
Brantome
En Brantome aparcamos en el área (45.360543, 0.648397), es de pago, por esos sistemas de barrera automática que no atiende nadie, cuesta 1 euro por estacionar durante un máximo de 5 horas y si quieres pasar 24 horas seguidas 6,05 euros (ni 6 ni 7, 6,05 ea !!), el pago lógicamente es con tarjeta. Se encuentra pegada al río en un lugar precioso donde resulta muy agradable pasear. El miércoles de otoño en el que estuvimos nosotros estaba bastante llena de autocaravanas de veros países, nosotros éramos los únicos españoles.
Salimos a cenar aquella noche y dimos un paseo por el pueblo, un paseo increíble, se trata de uno de esos lugares que merece la pena ver tanto por la noche como por la mañana. Fuimos a cenar a un restaurante al lado del río, “Au Fil de l’Eau" cenamos de maravilla y nos encantó la noche, lo pasamos muy bien y nos divertimos bastante con una pareja de chicos jóvenes que hablaban ingles, ella había pedido unos escargots (caracoles) que le dieron con el cubierto especial para comerlos, no lo había usado nunca y era muy divertido verla lo mal que se hacía con el dichoso utensilio, le echamos una mano, aunque nosotros tampoco somos unos expertos. Nos hicimos un selfie con la copa de vino en la mano, debíamos haberlo hecho con los dos ingleses y el cubierto de comer caracoles en la mano, pero no siempre estoy atento a fotografiar los momentos especiales.
Fue un día estupendo y nos fuimos a dormir.
Fue un día estupendo y nos fuimos a dormir.
Jueves 13 de Octubre, Brantôme, Perigueux, Saint Astier, Sourzac, Bergerac
Durante toda la noche estuvo lloviendo sin parar. Para nosotros las noches de lluvia dentro de la Gaviota son un motivo de alegría, es algo difícil de explicar pero es así, quizás sea porque nuestra primera noche el día que estrenábamos la Gaviota, en Orio (Guipúzcua), llovió a cantaros y cuando nos despertamos todo estaba tranquilo. En aquel momento nos sentíamos como unos héroes que habíamos vivido una experiencia de supervivencia (exagerando un poco), quizás porque la lluvia se vive mas intensamente dentro de una autocaravana, el caso es que a los dos nos produce una sensación agradable la lluvia por la noche y cuanto más mejor.
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A Brantôme se le apoda la “Venecia verde” del Périgord, dado los pequeños canales que rodean la abadía. Esto de apodar como “venecias” a cualquier localidad con agua de por medio tiene su guasa, algún día debería de escribir un post dando cuenta de todos los pueblos que hay en el mundo que utilizan el reclamo de Venecia para llamar la atención, es algo que por fuerza les empequeñece y no entiendo el valor que aporta esa denominación. Brantôme es por si mismo una localidad que merece ser visitada, es hermosa, con mucha vida y como ellos mismos dicen muy verde, ese es el reclamo
En la localidad la abadía benedictina lo preside todo, es de destacar además el molino, su iglesia y su campanario. Nosotros no la vimos por dentro porque ese día preferimos disfrutar de Brantôme de forma tranquila aunque algo mojados por la lluvia.
La abadía del siglo XII fue construida en parte en el acantilado, que le sirve de abrigo. Cuenta con un campanario que es uno de los más antiguos de Francia. Al borde de ella hay un paseo que te conduce hacia el puente.
La abadía del siglo XII fue construida en parte en el acantilado, que le sirve de abrigo. Cuenta con un campanario que es uno de los más antiguos de Francia. Al borde de ella hay un paseo que te conduce hacia el puente.
Poco después entramos en una vinoteca del lugar, justo enfrente de la abadía cruzando el río. Estuvimos charlando con la chica que atendía y nos explicó que los vinos de la zona son todos de Bergerac y llevan de uva Merlot y Cabernet Sauvignon al 90/10, aunque me advirtió que a veces es una proporción diferente. Compramos una botella y después seguimos dando un paseo.
La ciudad es encantadora, el río divide con claridad y elegancia la zona de la abadía con la de la población, el conjunto de puentes, la abadía y el propio río te atrapan y hacen del lugar un sitio muy especial al que hay que añadir el color de la hojas de los árboles otoñeando, todo ese conjunto es sencillamente excepcional.
La ciudad es encantadora, el río divide con claridad y elegancia la zona de la abadía con la de la población, el conjunto de puentes, la abadía y el propio río te atrapan y hacen del lugar un sitio muy especial al que hay que añadir el color de la hojas de los árboles otoñeando, todo ese conjunto es sencillamente excepcional.
Nosotros estuvimos en otoño y además en un día con lluvia fina, pero en verano me temo lo peor, parece ser que en verano hay barcos tipo botes que recorren el río para los turistas. Sería una pena que un sitio tan hermoso se estropee por culpa del turismo masivo.
Terminamos nuestro paseo en el molino de agua y de allí a un paseo que atraviesa el parque que hay a la orilla del río y que conduce directamente al área donde estábamos …. un auténtico privilegio. |
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En el lugar que se encuentra el molino de agua hay actualmente un restaurante iluminado de forma muy llamativa por las noches. El restaurante y el molino forman una estampa muy fotográfica. Nosotros la noche anterior quisimos cenar en él pero nos pareció carísimo, así que como consolación simplemente disparé algunas fotos, tanto por la noche como en el paseo matinal, pero cuando fui a descargarlas de la cámara resulto que todas estaban desenfocadas, fue como una venganza del restaurante por no haber querido pagar la factura de la cena.
< Foto desenfocada (la venganza !!!) del restaurante y el molino
< Foto desenfocada (la venganza !!!) del restaurante y el molino
Périgueux
Poco después pagamos nuestra estancia en el área y pusimos rumbo a Périgueux.
Périgueux es una ciudad de 30.000 habitantes, es la capital de la antigua provincia francesa de Perigord y del departamento de Dordoña, es un destino importante porque en ella conviven por un lado un interesante pasado galoromano y por otro un legado excepcional medieval y renacentista.
En definitiva, se trataba de una población diferente a la mayoría de las que veníamos viendo porque no es un pueblo sino una ciudad. Habíamos decidido ir directos al área de autocaravanas y eso supuso que cruzamos toda la cuidad de cabo a rabo ya que entramos por el lado opuesto al del río y el área está en uno de sus márgenes. Como la idea que teníamos era la de visitar Périgueux y terminar la jornada y el viaje en Bergerac nos pusimos a buscar un sitio en la ciudad para aparcar, pero no hubo manera, así que decidimos bajar a la orilla del río donde se encontraba el área.
Périgueux es una ciudad de 30.000 habitantes, es la capital de la antigua provincia francesa de Perigord y del departamento de Dordoña, es un destino importante porque en ella conviven por un lado un interesante pasado galoromano y por otro un legado excepcional medieval y renacentista.
En definitiva, se trataba de una población diferente a la mayoría de las que veníamos viendo porque no es un pueblo sino una ciudad. Habíamos decidido ir directos al área de autocaravanas y eso supuso que cruzamos toda la cuidad de cabo a rabo ya que entramos por el lado opuesto al del río y el área está en uno de sus márgenes. Como la idea que teníamos era la de visitar Périgueux y terminar la jornada y el viaje en Bergerac nos pusimos a buscar un sitio en la ciudad para aparcar, pero no hubo manera, así que decidimos bajar a la orilla del río donde se encontraba el área.
Cuando llegamos allí nos encontramos que era de pago, con una barrera automática y una maquina en la que efectuar al pago. Nos resultó misión imposible, no solo a nosotros sino también a una pareja de holandeses que llegaron al mismo tiempo, el caso es que dentro había otras autocaravanas. Nosotros aparcamos justo delante y los holandeses en una calle adyacente.
Comenzamos a pasear dirección al centro de la ciudad, íbamos por la orilla del río y desde allí se veía al otro lado y mucho más arriba la Catedral de Saint-Front.
La primera vez que la ves te quedas perplejo porque piensas que se trata de una copia exacta de Le Sacré Coeur de Paris y es que se construyó por inspiración del Sagrado Corazón de París. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y es sin duda el lugar de referencia de la ciudad. Fue construida durante el siglo XVII en estilo Romano-Bizantino, en piedra blanca sobre montículo, imaginamos que debe resultar espectacular por las noches cuando la iluminación artificial resalta su piedra blanca, pero eso no íbamos a poder verlo. Sin embargo la mejor vista de la catedral era precisamente la que teníamos nosotros en ese momento, desde la orilla del río L´Isle.
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Dejamos el río atrás y subimos hasta llegar a la catedral, como templo católico al menos podríamos decir que es peculiar, porque el templo esta formado por dos largas naves cruzadas lo que supone que se ven cuatro naves iguales desembocando todas en el altar, son por lo tanto cuatro espacios enormes mirando al altar por los cuatro puntos cardinales, personalmente jamás había visto un templo con esa configuración.
Además de esta característica nos llamaron la atención sus imponentes candelabros.
Además de esta característica nos llamaron la atención sus imponentes candelabros.
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Paseamos por la ciudad y percibimos que se trata de una localidad muy interesante, con mucha vida y un río estupendo L´Isle. Hay muchos restaurantes de formulas muy distintas, indios, árabes con cuscus, etc, una delicia para pasar un par de días al menos y no unas horas como hicimos nosotros. Eso sí, puestos a ponerle una pega hay que decir que le hace falta una manita de pintura, porque está todo con aspecto un tanto descuidado.
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Hay multitud de tiendas con productos locales de todo tipo, nosotros volvimos a comprar un bote de mostaza con trufa blanca porque el que habíamos comprado en este viaje ya había fenecido. Como ya hemos contado en este relato nos admira ver como los franceses no le dan la espalda a sus productos tradicionales y así es fácil encontrar que se venden castañas crudas en las tiendas de “delicatessen”. |
Saint Astier
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Poco después llegamos a Saint Astier. Se trata de un pueblo sencillo, sin duda un pueblo agradable y que está bien, pero en nuestro caso contaba con un handicap insalvable y es que veníamos de ver un pueblo tras otro situados entre los pueblos mas bonitos de Francia. Nosotros no hubiéramos parado pero veníamos siguiendo el relato de un compañero catalán que decía que era muy interesante el “Vide Granier” que ellos habían visto. Nosotros en ese momento no teníamos ni la más remota idea de qué era un Vide Granier y como no encontrábamos nada que se llamara así, entramos en la oficina de turismo a preguntar. La señora que regentaba el lugar nos explicó que se trata de un mercadillo popular al que la gente lleva las cosas que ya no usa para que los que estén interesados la compren. Menudo chasco, pero la verdad es que esto de viajar es como volver a la escuela, no paras de aprender cosas nuevas que para otros son archiconocidas. Lo mejor de la visita es que seguimos viendo el río L´Isle. |
Sourzac
Pero el caso es que cuando íbamos por el camino de pronto vimos un letrero que anunciaba el área de autocaravanas de Sourzac. El lugar parecía muy bonito pero no veíamos el pueblo de Sourzac por ningún sitio, así que intrigados decidimos parar y entramos en el sitio indicado para el área.
Despertó nuestra curiosidad una especie de santuario que había a uno de los lados de la carretera, se trataba de una virgen al estilo de la Virgen de Lourdes, desconocemos su importancia en el lugar pero al ver que ese lugar estaba muy cuidado, nos hizo pensar que era eso lo que motivaba que existiese un área de autocaravanas tan grande y bien cuidada en un sitio tan pequeño. También había una iglesia de estilo gótico que parecía merecer la pena, la Iglesia de Saint Pierre, pero estaba cerrada.
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Hicimos unas fotos y disfrutamos del lugar y mas aún del río L´Isle. Sourzac había sido un regalo, un lugar que no llevábamos previsto y que surgió de la nada en la carretera, algo que siempre valoras mas, porque son los pequeños tesoros de los viajes.
Después continuamos el camino en dirección a Bergerac. Marta (la chica que nos habla desde las profundidades del navegador) nos llevó por carreteras solitarias y muy estrechas por donde solo pasa un coche, si se cruza otro hay que irse al campo para dejar pasar, pero Marta es muy lista y sabe lo que se hace, controla poco los túneles estrechos donde las autocaravanas se destrozan, esa habilidad no la tiene, pero lo de hacernos vivir un momento de aventura por carreteras estrechas por donde solo cabemos nosotros, eso se le da de perlas, además es evidente que sabe elegir el momento porque lo ha hecho ya varias veces en este viaje y no nos hemos cruzado con nadie que nos haya puesto en apuros.
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En Bergerac fuimos directos al área ( 44.87104, 0.50408). El área estaba muy bien pero muy lejos del pueblo, a 3,5 km, así que cogimos las bicis para llegar a la ciudad. El área es cuando menos peculiar, tiene seis plazas gratuitas y el resto de pago, pero no vimos diferencia alguna entre unas y otras, así que todo el que llega se ubica en la gratuitas si encuentra hueco libre. Nosotros tuvimos suerte, cuando llegamos sólo había otra caravana en las plazas gratuitas, curiosamente también había otra en la zona de pago. Poco después cuando volvimos para emprender ruta camino de casa las seis plazas gratuitas estaban llenas y había un par de vehículos esperando por si alguien se marchaba. Cuando nos íbamos muy educadamente nos preguntaron que si no íbamos a volver, curiosa muestra de respeto y educación, eran franceses.
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Llegar en bicicleta al centro de la localidad fue fácil, solo 3,5 kilómetros y todo llano. La cuidad tienen 27.000 habitantes, un tamaño muy agradable. Tal como nosotros la vimos hay tres partes claramente diferenciadas. Por un lado la ciudad moderna, que se presenta con mucha vida y mucho comercio, donde las especialidades gastronómicas son la joya de la corona y de forma muy especial el famoso vino de Bergerac. Luego está la parte medieval con un encantador casco viejo y por último la zona del río Dordoña, porque el río le da una carácter muy especial a Bergerac.
Atamos la bicicleta justo al llegar a la ciudad en la parte moderna y empezamos a adentrarnos por sus bulliciosas calles. Cogimos una de las que casi sin darnos cuenta nos dirigía hacia la parte antigua y de ahí al río. Nos encantó el paseo lleno de tiendas y comercios de todo tipo.
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El municipio presume de sus adornos florales, suele ser premiado en el concurso de las ciudades y de los pueblos floridos (cuantas cosas interesante hacen los franceses para favorecer sus localidades), la verdad es que nosotros estuvimos poco tiempo pero en Bergerac es interesante perderse varios días para disfrutar de una ciudad animada, la gastronomía local, los vinos de Bergerac, los mercados y los rastros, los senderos pedestres adaptados y por supuesto la visita a alguna bodega que es una de las principales cosas que se pueden hacer allí.
Las casas típicas del entorno, en el pasado casas de los barqueros que desempeñaban su trabajo en el río, nos sirvieron de marca de un entrañable paseo que sabíamos que era el último de este viaje.
La Ciudad Medieval
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Terminamos nuestra visita contemplando el Rio Dordoña a su paso por Bergerac. Se trata de uno de los ríos más bonitos de Francia y estuvo presente en varias partes de nuestro viaje al Perigord. En el río hay barcazas en las que se puede dar un bonito paseo. Es la piedra angular de la cuidad, presente durante las diferentes épocas históricas, su presencia ayudó primero como parte de su economía y hoy en día como parte de su turismo a base de los paseos en gabarras, la pesca o el senderismo.
El Rio Dordoña